Havilah, nuestra nueva anfitriona, nos invitó, caminando lúdicamente, al jardín trasero, donde conocimos a su compañera de casa y donde estacionamos las bicis
Después de habernos fascinado de bosques y costas, nos fuimos abajo; nos fue sobremanera deprimente ver a decenas de ancianos anonadados frente a una ruleta chillona y multicolor
Probablemente haya sido el paso de la carretera más peligroso y más estresante por la cantidad de autos, motociclistas de alto cilindraje y reducida masa gris
Nacho y yo regresamos al campamento, medio nostálgicos por estar solos después de una muy divertida noche con los otros tres ciclistas y empezamos a planear ciertos ajustes en el itinerario para no retrasarnos
Avanzando por un plano, ya oregonense, tomamos un ritmo firme para apresurar la llegada. La verdad es que ya llevaba un par de días con la pantorrilla punzándome hasta el tobillo
Sentimos el frío crujir de los árboles y el eco en espiral que lograban con la niebla. Un tráiler lleno de cadáveres troncosos lanzó disonantes cambios de velocidades a nuestro lado
Dormimos en un hostal ecológico, donde descansamos y comimos como es debido. No tuvimos mucho tiempo para conocer al resto de los inquilinos, pues cada quién estaba en su rollo
El resto de la tarde lo repartimos en poesías sobre jazz, limpieza de bicicletas y merecido sueño. Mañana dejamos el caos metropolitano para regresar a nuestro hábitat natural
Llegar a Soledad nunca fue tan complicado. Filas de huracanadas nos enfrentaron los últimos veinte kilómetros. Los primeros cien nos abofetearon con cinco ponchadas
Nacho y yo nos dimos un merecido baño y caminamos un par de cuadras hasta Wee Schack, un restaurante donde sirven, dentro de las mejores 50 cheesburgers para comer en Estados Unidos
'Pasamos la tarde conversando y cuando se escapaba el último suspiro de sol, Gaby empezó a mezclar imágenes del paisaje en acuarelas; a lo ultimo, Nacho hizo segunda'
Habiendo recuperado calorías, pedaleamos hasta las orillas de Santa Barbara, donde nos recibió Stacy, una mujer de treinta y pocos, hippie como ella sola: encantadora
'Tuvimos solamente una llanta ponchada en setenta kilómetros, pero el sol se encargó de poncharnos a nosotros. Llegó un momento en que ni dos litros de Gatorade nos levantaron', así comenzó el reto MexiCanUs
Este prendidísimo par de hermanos está a unas horas de iniciar la aventura de rodar, en bicicleta, por la Costa Oeste y cruzar tres países, México, Estados Unidos, y Canadá
Como parte de una generación etiquetada como apática y decepcionante, Esteban y José Ignacio alzan la voz, se suben a la bicicleta y planean para sus vacaciones de Verano cruzar tres países en bicicleta