MexiCanUs: vaivén de montañas insistentes y empinadas
Probablemente haya sido el paso de la carretera más peligroso y más estresante por la cantidad de autos, motociclistas de alto cilindraje y reducida masa gris

Sábado 15 de julio
Salimos del parque Jessie M. Honeyman al alba y nos tropezamos con un vaivén de montañas insistentes y empinadas; sin embargo, no sentimos el rigor del cansancio. El paisaje fue una absoluta experiencia estética.
Probablemente haya sido el paso de la carretera más peligroso y más estresante por la cantidad de autos, motociclistas de alto cilindraje y reducida masa gris y por caravanas de casas rodantes de dimensiones muy imponentes. Nacho perdió su sleeping bag en uno de los acantilados y no de dio cuenta sino hasta unos treinta kilómetros de llegar a nuestro destino.
Cuesta abajo nos soltamos, dejando la costa oregonense y adentrándonos por un momento en el espesor del bosque. Bajamos rápido y tendido, resguardados del viento del norte. Por un momento, la carretera se alzó sobre los árboles y vimos ese encuentro extraño de árboles en las faldas de los montes.
Una recta gris de núcleo amarillo nos llevó hasta el siguiente campamento, donde nos recibieron los vientos del noroeste y los suspiros algorítmicos de las lechuzas
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