MexiCanUs: entre arena, nuevas amistades y exotismo californiano

'Pasamos la tarde conversando y cuando se escapaba el último suspiro de sol, Gaby empezó a mezclar imágenes del paisaje en acuarelas; a lo ultimo, Nacho hizo segunda'

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Martes 27 de junio, día tres.   

Abrimos el ojo y la boca al cuarto para las siete de la mañana con un sol pleno y un sándwich de PBJ (peanut butter and jelly) con gatorade de naranja. 

La ruta nos recibió solemne, sin mayor cuesta, pero con harta gente. Dejamos Huntington Beach para tomar concretos enarenados y llenos de sal. Con llantas firmes y rumbo cierto nos soltamos pedaleando. Cada barrio playero parecía un país nuevo: el exotismo no perdía cabida entre los californianos.   Nacho y yo logramos mantener un ritmo estable sobre 26km por hora, sintiéndonos a gusto y perpetuamente maravillados por el arenoso paisaje, todavía urbano. A media ruta, habiendo dejado el infame tránsito citadino, nos sentamos a reponer lo perdido con un wrap de pollo asado y ensalada César, (estos gringos no dejan de maravillarnos con su pluralísima selección culinaria) misma que nos cayó como gloria.   Retomamos camino y cuando acabamos con las curvas, las dunas y con las arenas resbalosas, nos recibió la cuesta del imperio malibulense...y ahí, entre cuestas y cuestas en las cuestas, nos costó mantener la cuenta de las cuestas. Veinte kilómetros quedaban y la subida parecía satelitar.   Finalmente llegamos al parque estatal Leo Carrillo, donde habríamos de conocer dos bicicletos más, cada quien por su rumbo, pero al fin y al cabo, cayéndonos bastante bien. Primero conocimos a Gaby, una jalisciense de tez increíblemente blanca para sus millas recorridas. Ella acampó a nuestra vera, después de haber "roto el pan"'con nosotros, compartiendo atún en lata, nueces varias y chocolates.   Pasamos la tarde conversando y cuando se escapaba el último suspiro de sol, Gaby empezó a mezclar imágenes del paisaje en acuarelas; a lo ultimo, Nacho hizo segunda.   Por otro lado, conocimos a Travis, un patineto y nuevo bicicleto que también va rumbo a Vancouver. Honestamente, no deja de sorprenderme la cercanía que sugiere el viaje con la gente. Estas nuevas amistades, enormemente gratas y divertidas, han sido motivación para nosotros y nos han dado mucho entusiasmo para seguir con este proyecto.    Mexicanus crece y se mueve ¡viento en popa!