MexiCanUs: Arcata, bienvenida, celebrada por un topo
Dormimos en un hostal ecológico, donde descansamos y comimos como es debido. No tuvimos mucho tiempo para conocer al resto de los inquilinos, pues cada quién estaba en su rollo
Por: Esteban Riva Palacio

Nacho y yo tomamos un autobús de Santa Rosa a Arcata, donde esquivamos enormes plantaciones del célebre emerald trail (el sendero esmeralda), donde la mariguana es una mina de oro a nivel internacional; en Arcata conocimos a un peruano, a un italiano y a un francés que iban a trabajar y fumar los campos.
En Arcata, a las 5:20 horas, bajamos del autobús, con las bicicletas en cajas, en un pueblo muerto. Nuestra bienvenida, celebrada por un topo que se cruzó en la calle, nos hizo reír mucho, mejorando la desmañanada y el pésimo horario de viaje. Curioso animal, el topo: cada metro, muy bien coordinado, corría para embarrarse contra las banquetas. Nos duró poco el encanto. Al poco tiempo, un cuervo bajó de un poste de luz y empezó a picotear al topo sobre el asfalto. Por más que intentamos asustar al cuervo, el diminuto roedor —falto de visión a futuro— sucumbió ante la ley de la acera. Esperamos en un parque, armando las bicis, a que un café abriera. Nos bebimos un par de cafés y nos aventuramos al exotismo arcatiano. Conversamos con un hombre, de cuyo nombre no puedo acordarme, de cuna vietnamita. Él se gana el pan en un spa, dándole pedicura a las ancianas del pueblo. En otra esquina conversamos con Samuel, un motociclista que estaba pidiendo aventón para regresar a casa. Nos explicó, muy orgulloso, que llegó a Arcata para beber cerveza y se le ocurrió vender la moto. Mil dólares después, se dio cuenta de que el regreso le costaría unas ochenta millas hacia el bosque… no entendí la lógica del negocio. Probablemente me faltaban cervezas encima. Dormimos en un hostal ecológico, donde descansamos y comimos como es debido. No tuvimos mucho tiempo para conocer al resto de los inquilinos, pues cada quién estaba en su rollo. Nosotros fundidos de bici, ellos de humo verde.EL EDITOR RECOMIENDA



