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Expresiones

El poeta Ko Un se encuentra en México para ser galardonado

El también autor, recibirá el Premio Internacional de Poesía Nuevo Siglo de Oro 2018 (New Golden Age Poetry Prize) el próximo domingo, a las 12:00 horas, en el Museo de la Ciudad de México

Juan Carlos Talavera | 20-07-2018
Foto: Eduardo Jiménez
Foto: Eduardo Jiménez

CIUDAD DE MÉXICO.

La poesía no ha muerto porque está en el ritmo del mundo y del universo, en ese ritmo asociado al movimiento de la vida”, dice a Excélsior el narrador y poeta Ko Un (Corea del Sur, 1933), uno de los candidatos más firmes a recibir el Premio Nobel de Literatura, quien se encuentra en México para inaugurar el tercer Encuentro Internacional de Poesía en la Ciudad de México, que se llevará a cabo desde hoy y hasta el lunes próximo.

Y así como hay estrellas en el cielo y flores en el césped, los poemas crecen en el ser humano. Estoy seguro de que la poesía sólo morirá cuando el ser humano se extinga”, añadió el bardo que alguna vez vivió en un monasterio budista, el cual abandonó para “pelear por la libertad” hasta convertirse en el autor que canta a la memoria y a la naturaleza, a la esperanza y a la transformación, sin que le importe cargar las huellas de la guerra y la prisión.

Ko Un recibirá el Premio Internacional de Poesía Nuevo Siglo de Oro 2018 (New Golden Age Poetry Prize) el próximo domingo, a las 12:00 horas, en el Museo de la Ciudad de México, por su trabajo literario que celebra el diálogo entre las tradiciones literarias; y el lunes 23 de julio, a las 13:00 horas, participará en el Track Poetry, actividad que se realizará en la estación del Metro Chabacano.

Autor de Sentencia de muerte y Diez mil vidas, el poeta descubrió la literatura a los 12 años, cuando por accidente llegó a sus manos un libro que relataba las andanzas de un guerrero anónimo, inmerso en una atmósfera pesada. Esto lo aterrorizó, decidió que literatura no era lo suyo y se inclinó por la pintura.

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Tres años después, el también autor de ensayos como Nacido para ser triste y Mañana de poesía redescurbió la poesía, cuando tropezó con un libro del autor chino Li Po.

Era una calle muy larga, como de cuatro kilómetros, donde encontré ese libro. Primero me preocupé de que alguien lo hubiera perdido, pero luego imaginé que era un regalo; me lo llevé a a casa y pasé toda la noche emocionado, mientras lloraba sin consuelo. Aquella lectura me produjo dos pensamientos: permanecer poseído por Li Po... o convertirme en poeta.

Ambas ideas se desvanecieron porque entonces llegó la Guerra de Corea, que mató  a muchos hombres y dividió al país en dos. Sin embargo, cuando la guerra terminó, aquella idea volvió a florecer”, relató el también narrador y ensayista.

El poeta español Antonio Colinas afirma que en la pupila de Ko Un se sintetizan todas las vidas del poeta “desde su infancia de niño precoz, cuando recogía leña por los montes en compañía de su abuela, hasta su adolescencia de crisis, vagabundeos y los 10 años que pasó en un monasterio budista, del que salió para comprometerse en la lucha a favor de la libertad de su país. Hoy es el poeta nacional de Corea, el autor nihilista al que aún le duele la guerra, la cárcel y sus dos intentos de suicidio.

¿Cómo lo marcó la guerra, la cárcel y el suicidio? “Es una huella demasiado fuerte, porque pude ver cómo un pueblo se dividía en dos partes, y cómo enemigos —que antes eran amigos— se asesinaban cruelmente. Entonces supe que la guerra cancela la valía del ser humano y nació en mí una especie de nihilismo que va más allá de cualquier ideología”.

¿Es usted un poeta de la memoria? “Soy poeta de la memoria, del amor y de la lucha social, poeta de la muerte y del dolor, el poeta que ha atravesado todos esos espectros. En mi poesía he retratado los cambios de mi país, que es algo importante. Pero nunca quise instalarme en alguna etapa de mi vida, así que rompí y transgredí mis propios límites”.

 

AIRE Y TIEMPO

Admirador de la poesía latinoamericana, en especial de Octavio Paz, Ko Un afirma que, aunque hoy la poesía no tiene un lugar especial en la vida cotidiana, le depara un futuro dorado. “Quizá ahora no es importante y nadie la lee, pero quizá se convierta en la época dorada del mañana.

¿El tiempo es factor clave en su poesía? “El tiempo es la atmósfera del poema, es el aire de los campos, es el oxígeno para todos los hombres. A mí me sorprende cómo el rostro de las personas puede cambiar con el tiempo y eso es algo que me gusta describir en la poesía. Además, el tiempo que he vivido es parte de mis ancestros y de la gente que vendrá en el futuro; el tiempo es un puente o una transición entre pasado y futuro”.

¿La poesía aspira a captar alguna verdad? “Es importante escribir sobre la verdad que podemos ver y también sobre aquella verdad que no podemos ver”.

¿Mantiene alguna relación con la poesía latinoamericana? “Hubo un tiempo en el que podía ignorarse lo lejano. Hoy es imposible. En la antigüedad nos llegó la poesía hindú, la china y la rusa, nos llegó como si fueran plantas y echaron raíces. Después llegaron las letras latinoamericanas y tuvieron una gran influencia en la literatura asiática.

Particularmente conocí a Octavio Paz y leí la traducción de El arco y la lira, un gran ensayo donde él reflexiona sobre el poema y nos muestra la mejor poética desde T. S. Eliot. También conozco a Homero Aridjis, con quien he coincidido en París, Praga y durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, durante un homenaje a Pablo Neruda. En general, la poesía latinoamericana es tomada con mucha gracia y cariño”.

 

 

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