Hasta el peor delincuente tiene familia que lo va a llorar: Dahlia de la Cerda
En "Medea me canto un corrido" Dahlia de la Cerda explora el aborto y la violencia como realidades que deben ser contadas.

La escritora mexicana Dahlia de la Cerda regresa a la mesa de novedades con su antología Medea me cantó un corrido (Sexto Piso) en la que sus mujeres protagonistas son ayudadas por la icónica hechicera de la mitología griega a resolver embarazos no deseados, el acecho de la violencia o la ausencia de empatía.
Los cuentos de Dhalia de la Cerda le han ganado una rápida popularidad, sobre todo en las lectoras, quienes aprecian su prosa directa y combativa, donde las problemáticas del país se ven descritas con crudeza.
Renovando y trayendo a México el mito de Medea los nuevos cuentos de la escritora de Aguascalientes permiten mirar los pasos de los jóvenes reclutados por el narco, la risa de militares despiadados y escuchar la historia de un desaparecido.
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¿De dónde te inspiraste para los personajes de Medea?
Inicialmente este iba a ser un libro sobre mujeres diversas que abortan en distintos contextos, pero luego se me atravesó el interés por los chicos que son reclutados por el crimen organizado y luego se me cruzó la historia de Medea. A partir de ahí me centré en los personajes, hice trabajo etnográfico y muchos robos. Yo a cada persona que conozco le robo una frase o una anécdota.
Al igual que en Perras de reserva quise que las mujeres reflejaran lo que sí encontramos en nuestras vidas.
Me gusta hacer que las personas consideren realidades que a lo mejor han ignorado. Con Medea me gustaría que cuando alguien acabe de leerlo se encuentre con la pintura completa o un panorama mucho más amplio de problemas que solo han visto desde un lado, por ejemplo la violencia que vivimos las mujeres.

Tu Medea es el elemento disruptivo en esta nueva antología de cuentos.
Medea, como historia, me pareció muy interesante, porque ella se lleva los cadáveres de sus hijos para que no puedan hacerles los ritos funerarios, eso me hizo pensar que una redención de ella era perfectamente posible ayudando a mujeres que quieren abortar, así como a otras que están pasando por lo mismo que ella pasó con su ex, Jasón, que es no tener un cuerpo del cual despedirse.
Luego pensé en que quería ahondar en esa reacción que tiene hacía Jasón, porque cuando un hombre escribe sobre un personaje femenino y quiere darle complejidad, casi siempre hacen que nos volvamos locas y hagamos atrocidades: como matar a nuestros hijos. Yo quería agregar matices.
Lo más complicado fue reestructurar su historia desde una perspectiva y lenguaje mexicano.
¿Por qué decidiste abordar el tema del reclutamiento de menores por parte del crimen organizado?
Me encontré un Tiktok de chicos que ya estaban reclutados por un grupo criminal y subieron un video para presumirlo. Adolescentes de entre 12 y 16 años, y tenían comentarios de supuestos miembros del Ejército: “Tres días y son abono” o “los pollitos de colores”.
Me impactó mucho que las personas encargadas de darnos seguridad estaban celebrando que iban a matar niños. Eso me radicalizó para escribir sobre el tema.
Ya en la investigación de estos chicos también me di cuenta de que hay mujeres alrededor de ellos que también son afectadas por el narcotrabajo; son las novias, mamás o hermanas. Hay que ver que esos niños sicarios no están aislados, sino que tienen toda una red de mujeres que se benefician de la violencia que ejercen y otras que viven las consecuencias.
¿Por qué crees que tus cuentos provocan que empaticemos con personas que de otras formas juzgaríamos?
No sé, tal vez siento cierta afinidad. Siempre me han gustado las personas que son moralmente grises, que están en conflicto, y me siento atraída a conocer sus motivaciones. Por qué hacen lo que hacen y por qué piensan lo que piensan.
Creo que debemos complejizar e ir más allá de los buenos contra los malos. Hasta el peor delincuente tiene familia que le va a llorar. Hay quienes se burlan diciendo “mataron al angelito”, pero para su mamá sí era su ángel, su bebé, y se lo mataron.
Tengo una amiga que me dijo: “No puedo creer que me hayas hecho empatizar con un sicario”.
Tu Medea impacta mucho cuando se les aparece como una patrona protectora a tus mujeres protagonistas.
Ella mata a sus hijos en venganza contra su pareja y me parecía una relación interesante que acá ayudara a chicas que no quieren ser madres. Además, se me hacía cool imaginarla llegando a mi casa y sacando las hierbas, por mi trabajo me vi reflejada en ella.
Con ella quise contar cómo a las mujeres se les juzga como asesinas, o por abortar a sus hijos.
¿Hay alguna razón para que algunos de tus relatos sean sórdidos y casi de terror?
Es que sí soy bien darks. Para arrullarme y dormir pongo La mano peluda. Desde siempre crecí con narraciones bien sórdidas. Desde que vi Vacaciones de terror con Pedro Fernández dije esto es lo mío.
Ya luego cuando era dark me extendí a las películas de serie B. Todas las de monstruos clásicos, desde Belá Lugosi hasta las de Boris Karloff. Hubo un tiempo en que mi esposo y mi madre trabajaban de noche y yo me quedaba en la casa viendo películas perturbadoras o las que más han hecho que la gente deserte en festivales de cine.
Ahora mismo me gusta más el terror social.
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Tus libros polarizan a la gente por los temas o por la forma en que retratas ciertas realidades. ¿cómo vives esas críticas?
Si algo ya lo escribí es porque lo tengo muy trabajado y a mí no me cambian la mente. Si alguien se pone a decir: “Es que justificas delincuentes”, es porque es un pendejo que no entiende. No voy a discutir con esa agente.
Los que más se atacan son mis colegas escritores, pero no me interesa, no quiero ser su amiga ni nada, me da igual lo que opinen. Me interesa lo que opinen las lectoras y con ellas me va muy bien.
ORP
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