El ladrón más lento del beisbol; pesa 107 kg 

Con 107 kilos de peso, Josh Naylor ha sorprendido en Grandes Ligas por su habilidad de estafar almohadillas

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Josh Naylor en carrera para robar tercera en el juego cinco de la serie divisional. (Reuters)

El quinto juego de la serie divisional entre Tigers y Mariners quedó grabado en la memoria de Seattle por su duración y drama. La noche del viernes en el T-Mobile Park se vivió un encuentro que necesitó de 15 innings para su desenlace y 15 lanzadores en escena. Ingresó a los libros de historia como el encuentro más largo para definir una serie de postemporada.

Dentro de esa rica narrativa en donde las entradas parecían eternas, en la parte baja del segundo rollo, ocurrió un momento que nadie esperaba cuando Josh Naylor, el jugador conocido más por su corpulencia que por su velocidad, robó la tercera base. La jugada fue tan improbable como determinante. Mitch Garver siguió con elevado de sacrificio y  subió la primera carrera de Seattle  a la pizarra.

Esa jugada marcó un hilo invisible que atravesó todo el encuentro y condujo a los Mariners a la Serie de Campeonato por primera ocasión en 24 años.

Naylor no es un velocista. Con 107 kilos distribuidos en 1,83 metros, su velocidad promedio de sprint es de 7.45 metros por segundo, muy lejos de los 9,2 de Bobby Witt Jr., pero su lectura del juego es superior, según relatan sus compañeros, coaches y algunos analistas. Ha jugado siete temporadas en las Grandes Ligas, y aunque esta es la más lenta que ha tenido, robó 30 bases, cifra que marca récord personal y desafía la lógica de quienes creen que el robo de bases depende sólo de piernas veloces. Desde sus 19 años en la liga A, donde robó 11 bases en una temporada, Naylor ha perfeccionado la conciencia situacional que le enseñó su padre y que trasladó a cada clubhouse de MLB.

Creo que se trata de no tener miedo al fracaso”, dijo Naylor. “No tener miedo a arriesgarse. Eso es muy importante para mí. Intento no pensar en el fracaso. Intento no pensar en: '¿Y si lo logro?'. Simplemente me gusta jugar al béisbol, jugar con intensidad”, declaró Naylor para The Athletic.

Witt es el jugador más rápido con 9.2 metros por segundo, mientras que Naylor ocupa el puesto 532 entre 546 jugadores que han sido cronometrados al menos 10 veces.

Contra los pronósticos

La temporada lo muestra como un maestro del robo de tercera. logró cinco en el calendario regular y una el viernes frente a los Tigers de Tarik Skubal. También lo ha hecho frente a catchers que presumen Guantes de oro. A la industria del beisbol la ha dejado perpleja. . Sus compañeros destacan que no es sólo cuestión de velocidad, sino de inteligencia. Detectar patrones, anticipar movimientos, leer al lanzador y al receptor, medir la situación y aprovechar cada oportunidad. Esa combinación de preparación, instinto y audacia lo convierte en un ladrón atípico, capaz de desafiar las expectativas de cómo luce un jugador de élite en las bases.

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La historia de Naylor tiene giros como un lanzamiento de cuatro costuras. Tras su traspaso desde los Diamondbacks, robó cuatro bases en sus primeros cuatro juegos con Seattle, un récord de la franquicia. En Arizona ya había mostrado su talento, 11 robos de 13 intentos, pero Seattle encontró en él una máquina de sorprender. Entrena con la misma intensidad que sus compañeros, analiza cada lanzamiento, cada cambio de posición, cada movimiento de los receptores. Para un jugador de su complexión, sus números parecen imposibles. Stathead dio a conocer que es el único jugador de 1,83 metros o menos con 107 kilos que ha superado 20 bases robadas en una temporada.

Ahora, los Mariners se preparan para enfrentar a los Blue Jays a partir del domingo, buscando la primera Serie Mundial en la historia de la franquicia. La inteligencia de Naylor será clave frente a Toronto, que posee lanzadores y receptores capaces de neutralizar a los velocistas más tradicionales. Josh demuestra que el beisbol no sólo se juega con piernas rápidas sino con ojos atentos, instinto y audacia. La historia del ladrón más lento del beisbol continúa, y cada base robada es una lección de estrategia que desafía lo evidente y convierte la velocidad relativa en mito.