Glioblastoma: el cáncer cerebral que erosiona los huesos del cráneo
El glioblastoma erosiona hueso craneal, altera el sistema inmune óseo y presenta una supervivencia media de solo 12 a 18 meses tras el diagnóstico.

El glioblastoma es una forma letal de cáncer cerebral que representa un desafío para la salud, pues a pesar de los avances médicos, continúa siendo extremadamente difícil de tratar.
Recientemente, nuevos hallazgos por expertos de la salud han revelado que el glioblastoma no está limitado al tejido cerebral: también puede afectar los huesos del cráneo, debilitándolos y alterando su médula ósea.
¿Qué es el glioblastoma y por qué es tan agresivo?
El glioblastoma multiforme (GBM) es el tipo más común y agresivo de tumor cerebral primario en adultos. Representa aproximadamente el 48 % de todos los tumores malignos del sistema nervioso central, según la American Association of Neurological Surgeons (AANS).
Su comportamiento invasivo y su alta capacidad de resistencia a tratamientos lo convierten en uno de los cánceres más letales del sistema nervioso central.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Cancers, incluso con tratamientos combinados —cirugía, radioterapia y quimioterapia con temozolomida— la mediana de supervivencia se sitúa entre 12 y 18 meses.
Las tasas de supervivencia a cinco años son inferiores al 7 %, lo que resalta la urgencia de nuevas estrategias terapéuticas.

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Un tumor que también “come” hueso
Tradicionalmente, se ha considerado al glioblastoma como una enfermedad confinada al cerebro. Sin embargo, investigaciones recientes han desafiado esta idea.
Un estudio publicado por el Albert Einstein College of Medicine reveló que el glioblastoma puede erosionar los huesos del cráneo.
En modelos animales, los investigadores observaron cómo el tumor generaba canales físicos entre el cerebro y la médula ósea craneal, permitiendo la migración de células inmunitarias inflamatorias desde el hueso hacia el tumor. Esto facilita un entorno biológico que favorece su crecimiento.
Además, análisis de imágenes por tomografía computarizada en pacientes mostraron un adelgazamiento del cráneo en áreas específicas, lo cual confirma que este fenómeno también es clínicamente observable en humanos.
Este hallazgo cambia la manera de entender al glioblastoma: ya no solo como un tumor cerebral, sino como una enfermedad que interactúa activamente con el sistema inmunológico del hueso, lo que podría redefinir futuras terapias.
Los autores también advierten que el uso de medicamentos diseñados para proteger la masa ósea (como los antiosteoporóticos) podría ser contraproducente en ciertos contextos tumorales, al modificar ese microambiente a favor del tumor.

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¿Qué lo hace tan agresivo?
El glioblastoma es una enfermedad compleja, y su agresividad se explica por una combinación de factores moleculares y celulares:
1. Alteraciones genómicas múltiples
El GBM presenta una gran heterogeneidad genética. Múltiples vías oncogénicas están desreguladas, lo que permite al tumor adaptarse rápidamente a tratamientos y evadir mecanismos de defensa del cuerpo.
2. Remodelación metabólica
Un estudio, publicado en Cell Reports Medicine, demostró que el glioblastoma cambia su metabolismo con el tiempo. Este "camuflaje metabólico" hace que sea difícil atacarlo con una sola estrategia terapéutica.
3. Evasión del sistema inmunológico
Las células tumorales del GBM pueden evitar la respuesta del sistema inmune. Además, crean microambientes inflamatorios que inhiben la acción de células inmunes, lo cual promueve su supervivencia y crecimiento.
Síntomas tempranos: señales de alerta
Uno de los principales desafíos del glioblastoma es su diagnóstico tardío, ya que sus síntomas iniciales se parecen a los de otras enfermedades neurológicas. Sin embargo, hay signos que pueden generar sospecha:
- Dolores de cabeza persistentes o que empeoran con el tiempo
- Convulsiones recientes, especialmente en adultos mayores
- Cambios en la memoria, personalidad o comportamiento
- Debilidad o pérdida de sensibilidad en un lado del cuerpo
- Náuseas, vómitos o alteraciones visuales sin causa aparente
La presencia combinada de estos síntomas debe motivar una evaluación neurológica urgente, especialmente si son progresivos.

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Avances en investigación sobre el glioblastoma
El panorama actual del glioblastoma es complejo, pero la investigación sigue ofreciendo nuevas luces:
Modelos de predicción basados en inteligencia artificial
Un estudio publicado en Cancers, desarrolló un modelo de predicción de supervivencia utilizando tecnología de transformers multimodales, que combina resonancia magnética, datos clínicos y genómicos.
Esta herramienta permite identificar pacientes con peor pronóstico de manera más precisa, lo que facilita la personalización de tratamientos.
Nuevas terapias combinadas
Otro trabajo de Reino Unido, exploró el uso de pimozida (un antipsicótico) junto con CB-839, un inhibidor del metabolismo de la glutamina.
Esta combinación redujo la resistencia tumoral en modelos preclínicos, abriendo la puerta a terapias que atacan el metabolismo alterado del tumor.
Biopsia líquida para monitoreo no invasivo
La liquid biopsy —análisis de marcadores en sangre como metabolitos y proteínas tumorales— es una de las áreas más prometedoras.
Según el estudio Metabolic remodeling in glioblastoma: a longitudinal multi-omics study, esta técnica permite monitorear la progresión del tumor de manera menos invasiva y más frecuente, lo que podría detectar recurrencias antes de que sean visibles en imágenes.
El glioblastoma es más que un tumor cerebral: es una enfermedad sistémica, dinámica y adaptativa. Su capacidad de invadir estructuras óseas, manipular el sistema inmunológico y transformar su propio metabolismo lo convierten en uno de los cánceres más complejos de tratar.
La investigación científica está avanzando, pero los retos siguen siendo enormes. La detección temprana, el desarrollo de terapias dirigidas y el uso de herramientas de inteligencia artificial son hoy las vías más prometedoras para mejorar la calidad de vida y supervivencia de los pacientes.
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