Jorge Drexler, por el placer de escribir

En una charla con Excélsior, el cantautor relata la aventura poética que vivió con Natalia Lafourcade con Salvavidas de hielo

thumb
El cantautor uruguayo Jorge Drexler tiene en la mira una visita más a México para el año que viene.

CIUDAD DE MÉXICO.

Tesoros se esconden en las le­tras del charrúa Jorge Drexler.

Una prosa única e inva­luable. Apegada a los pe­ligrosos contextos de una sociedad escapista por ne­cesidad y supervivencia y, al mismo tiempo, desbordan­te de testimonios foráneos a la realidad de su autor: un hombre inmigrante residen­te en Madrid, enamorado de su familia; agasajado por el descanso del trotamundismo y la placentera experiencia de acostar a sus niños y llevarlos a las puertas del colegio.

Cuenta a Excélsior, con mucha y única prioridad, la apasionante convivencia jun­to a Natalia Lafourcade gra­bando Salvavidas de hielo, la canción que simboliza lo efí­mero dentro del hilo conduc­tor de su álbum, del mismo nombre, cinco veces nomi­nado al Grammy Latino. Una letra que no refleja la atmós­fera personal que hoy vive y que hizo notar durante la entrevista.

“Un acto de mucha intimi­dad”, arranca tras una pausa que hizo para dar las buenas noches a sus hijos, “restrin­girse a la realidad es muy res­trictivo, valga la redundancia. Lo dijo Eduardo Galeano: ‘es muy fácil escribir lo que se vive. Lo difícil y lo lindo es vi­vir lo que se escribe’. Me inte­resa más que lo que escribo lo haya sentido, que lo que es­cribo lo haya de verdad pasa­do de manera biográfica.

Cuando uno tiene 54 años, como los tengo yo aho­ra, puede tirar tranquilamen­te de la hemeroteca, al haber pasado por todas las etapas de las relaciones interperso­nales. La canción viene de la imagen del disco, de algo efí­mero”, describe.

Los pensamientos sobre el Grammy tenían que es­perar. Se disculpó. Le atañía narrar la aventura poética y artística que vivió con Nata­lia, encerrados en un estudio donde gestó su álbum más simple y raro hasta la fecha, según sus argumentos.

Salvavidas de hielo fue escrita como una carta de un amor fugaz, con toda el alma de su Uruguay. Hasta que lle­gó la mexicana, que floreció una vez más el folclor latino junto a Los Macorinos. El pro­ceso quedó grabado en un vi­deo que el viernes hará acto de presencia en las redes.

Volvió a ausentarse un par de segundos al auricu­lar. Una vez más los niños le requirieron.

“Fue sobrecogedor el momento final. El resultado para escuchar su noción es muy palpable por las propias cosas internas y el momen­to que suspira emoción. Me emocionó. Además, por pu­ritita verdad no se le agregó a la canción ni una coma, ni un punto ni un metro más.

La melodía la diseñó; se ha vuelto coautora. Porque la melodía que ella trajo nos lle­vó a México, cuando la can­ción era cien por ciento un viaje uruguayo”, relata.

Nadie puede negar que la pluma de Drexler, desde La luz que sabe robar (1992) has­ta Salvavidas de hielo, es par­te de la herencia de la cultura iberoamericana. Por algo lo nombraron embajador Ibe­roamericano de la Cultura. Por algo tiene cinco nomina­ciones al gramófono y tiene un Oscar en su palmarés.

Y con él sucede algo si­milar, no al cien por ciento porque tiene premios impor­tantes en su carrera, que figu­ras literarias como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Carlos Fuentes, cuyo premio Nobel de la Literatura jamás les lle­gó; sin embargo, el vivir para el arte es el regalo más precia­do que tuvieron y que el mun­do les reconoce.

“Se llama el placer de es­cribir. De crear un univer­so más que se incorpora a unas 200 o 300 canciones más, como un hijo más, y que su sola presencia cam­bia al resto. Tu repertorio es un grado de placer y un pre­mio tan alto que relativiza el resto de nombramientos for­males y de premios entrega­dos por diferentes entidades de la Academia.

El que escribe y ha es­crito, ha luchado contra una canción cuerpo a cuerpo y sabe que el premio es tocar en vivo y sentir cómo alguien más la adentra en la piel, en su alma y el centro de su cora­zón”, dijo.

Aún bajo su mirada ple­namente artística, agradece al Grammy que hayan toma­do en cuenta su disco, que da voz a tres mujeres latinas: Mon Laferte, Julieta Venegas y Lafourcade. La otra parte se encuentra en describir la sen­sación del inmigrante, que padece su viacrucis desde Centroamérica hacia Méxi­co; y en las fronteras africanas hacia Europa.

Asistirá a la ceremonia el 15 de noviembre a Las Vegas, eso sí.

Pero no me siento em­bajador sinceramente. Lo acepto porque me honra; sin embargo, no tengo forma­ción diplomática (más bien tiene formación médica). Lo que sí puedo hacer es tra­tar de ser un puente en todo el espacio iberoamerica­no con músicos y conectar culturas”, agrega.

Llegó la hora de dejarlo para que siga disfrutando de su tesoro más preciado, luego de estar de gira por todos la­dos: su familia.

hch