México 70: El invitado incómodo
En Inglaterra 66 Bobby Charlton le anotó a México una belleza digna de museo, jugadas extraordinarias que presentó, con su singular calva, en México 70

CIUDAD DE MÉXICO.
En México 70, los buenos aficionados estaban conscientes de que Inglaterra era una suerte de invitado incómodo. Había dos motivos para ello: la arrogancia del director técnico Alf Ramsey y Bobby Charlton, un viejo conocido de los anfitriones, quienes habían padecido sus extraordinarias jugadas, tan llamativas como su singular calva, con escasos y rebeldes cabellos dorados.
Ramsey tenía vuelto loco al personal del hotel en el que Inglaterra se hospedó en Guadalajara, pero también a su gente. Para evitar a toda costa la Venganza de Moctezuma, el entrenador hizo llevar a territorio mexicano galones de jugo de naranja importado y sometió a sus jugadores a un tratamiento de pastillas de sodio para contrarrestar los efectos del caluroso verano.
No fue todo. Ramsey mandó traer un autobús de fabricación británica que el chofer del equipo inglés fue a recoger a Nueva Orleans, a donde había sido enviado desde Southampton. “¿Cree usted que aún no hemos descubierto la rueda o el motor de combustión interna?”, rezó algún titular, relata el escritor Garry Jenkins.
Con el consentido cuadro de Pelé en el mismo grupo y el sentimiento “antiinglés” provocado por su antipático entrenador, la afición tapatía llevó “serenata” al equipo de la Rosa la noche previa al encuentro entre los dos últimos campeones del mundo, un auténtico campamento al coro de “¡Brasil, Brasil!”
El desquite popular no pudo más que incomodar un poco el descanso de los jugadores ingleses, que tuvieron que cambiar de habitaciones. A la hora de la verdad, la tarde del 7 de junio de 1970, dos magníficas selecciones se vieron las caras con un sofisticado nivel táctico, un duelo de ajedrez sobre el rectángulo verde. Según Bobby Charlton, el cerebro del medio campo inglés, los entrenadores podrían utilizar el video de ese partido para estudiar y enseñar todos los movimientos.
Decir que Bobby Charlton trae el futbol en las venas es tan auténtico como asegurar que el balón es redondo. Nacido en Ashington, una zona minera entre Escocia y el balompié, su abuelo fue portero en la Tercera División y su hermano Jack, defensa central mundialista del 66 y del 70, militó siempre en el Leeds, donde tres tíos suyos hicieron carrera. Bobby optó por el Manchester United, donde fue uno de los nueve sobrevivientes del
accidente aéreo del 6 de febrero de 1958, en Múnich, y pieza clave en la reconstrucción de los Red Devils tras la tragedia.
Fino conductor, tenía una pegada privilegiada. Así recetó a México cuatro años antes, en la Copa del Mundo inglesa, con un avance desde la media cancha, con la defensa en pleno repliegue, abriéndole las opciones. Bobby Charlton optó por un potente y colocado disparo, una belleza digna de museo. Había un antecedente de escándalo, cuando en un amistoso en Wembley, en 1961, Charlton se despachó con un triplete para un 8-0 de los ingleses ante los Ratones Verdes.
A Charlton, un caballero con el balón, se le respetaba.
Dicen que un futbolista ruso comentó: “Cubrirlo es como tratar de agarrar un pez con la mano”.
El malo de la película fue Ramsey, quien salió por la puerta de atrás en el 70 no sin antes cometer su penúltima barrabasada: sustituir a Bobby Charlton en los cuartos de final contra Alemania Federal, instancia en la que los teutones cobraron revancha por la final perdida de Inglaterra 1966.
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