El tatuaje de Luciano Spalletti que incomoda en la Juventus

Luciano Spalletti vuelve a ser protagonista en el futbol italiano, y no precisamente por un título o una táctica innovadora. El entrenador que llevó al Nápoles a romper una sequía de 33 años sin campeonar en la Serie A fue anunciado como nuevo técnico de la Juventus, el eterno rival del conjunto del sur. Sin embargo, más allá del impacto deportivo, lo que ha generado controversia es el símbolo que el estratega lleva marcado en la piel: un tatuaje del Nápoles, grabado para conmemorar aquel histórico título de 2023.

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El acuerdo entre Spalletti y la 'Vecchia Signora' se extenderá hasta junio de 2026, con opción de ampliarse por dos años más si logra clasificar al equipo a la Champions League. Según información del periodista Fabrizio Romano, el técnico toscano percibirá alrededor de tres millones de euros por temporada, más una serie de bonos por objetivos cumplidos. Su llegada se produce tras el despido de Igor Tudor, quien fue cesado por los malos resultados del equipo.

EL TATUAJE DEL NÁPOLES, UN RECUERDO INCÓMODO EN TURÍN

En mayo de 2023, Spalletti decidió inmortalizar su vínculo con el Nápoles tatuándose el escudo del club, la bandera de Italia y el número “3”, en honor al tercer Scudetto de la institución. En su momento, el estratega explicó que aquel tatuaje representaba un compromiso eterno con la afición napolitana, resumido en una frase que ahora cobra un nuevo sentido: “Un Scudetto es para siempre”.

La ironía no pasó desapercibida. En marzo de 2025, el propio Spalletti aseguró públicamente que jamás dirigiría a otro club en Italia tras su paso por el Nápoles. Menos de un año después, la realidad lo coloca al frente de la Juventus, en un movimiento que muchos en el sur interpretan como una traición y en Turín observan con una mezcla de escepticismo y esperanza.

DE ÍDOLO DEL SUR A NUEVO DESAFÍO BIANCONERO

Su nombramiento ha generado un terremoto emocional entre los aficionados napolitanos, mientras que la Juventus lo recibe como el hombre encargado de devolverle grandeza a un club en reconstrucción. En Nápoles, su nombre evoca orgullo y nostalgia; en Turín, despierta expectativa y presión.

El tatuaje del Scudetto, que alguna vez fue símbolo de fidelidad, hoy se ha convertido en un recordatorio de cómo el destino puede dar giros inesperados en el futbol. Spalletti, con el escudo del Nápoles grabado en su brazo, intentará ahora escribir una nueva historia con los colores bianconeri. Y aunque cambie de banquillo, hay algo que ni siquiera la Juventus podrá borrar: aquel pedazo de piel que siempre pertenecerá a Nápoles.

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