Histórico 1968: Oriana vio un país salvaje; periodista italiana, herida en Tlatelolco
El joven que la protegió, quien le sirvió de intérprete, rindió su declaración ante un policía patito, y no ante un agente del Ministerio Público

CIUDAD DE MÉXICO.
Un policía destituido el 9 de febrero de 1959 fue el encargado de tomar la declaración de Manuel Gómez Muñoz, estudiante del Conservatorio Nacional de Música, quien se hizo notar porque protegió a la reconocida periodista italiana Oriana Fallaci en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, y no un agente del Ministerio Público.
De acuerdo con un acta policiaca de la Dirección de Investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales, fechada el 3 de octubre de hace 50 años, y que fue hecha pública por el proyecto Archivos del Autoritarismo Mexicano, presentado por El Colegio de México, a Gómez Muñoz lo interrogó Luis Portillo Sotomayor, comandante del primer grupo de la Policía Judicial.
Nueve años y ocho meses antes, en una nota publicada en Excélsior se conoció la información de que el jefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal, el general Luis Cueto Ramírez —acusado de represor en el contexto del Movimiento Estudiantil—, había hecho una limpia de la corporación a su cargo y había cesado a jefes y agentes del Servicio Secreto, al que pertenecía Portillo Sotomayor.
Manuel Gómez Muñoz le dijo al policía reinstalado que había estudiado Letras Italianas en la Universidad Nacional Autónoma de México y que por eso tenía contacto con el Instituto Italiano de Cultura y que, un día antes, el 1 de octubre de 1968, en una llamada telefónica le solicitaron que sirviera de traductor a una periodista italiana que quería estar en el mitin de los estudiantes en Tlatelolco.
Gómez Muñoz fue retratado por un fotógrafo de la AP en plena balacera en Tlatelolco protegiendo a Oriana Fallaci, secuencia de fotografías que publicó Excélsior en su Magazine de Policía del 14 de octubre de 1968. Él explicó al policía que en el jardín de Santiago Tlatelolco encontró a la chica rubia de ojos azules, delgada y de baja estatura y que iba vestida de pantalón, que era Fallaci. La vio a las cinco de la tarde y seis minutos, 24 minutos antes del inicio del mitin programado hace 50 años.
De inmediato el estudiante de música se identificó con la periodista. Después, Fallaci quiso tener datos de la iglesia de La Plaza de las Tres Culturas, si las pirámides eran originales, el uso que se les daba y quiénes las habían construido.
Igualmente le dijo Fallaci a Gómez Muñoz que tenía muchos deseos de oír a los estudiantes que iban a efectuar el mitin en dicha plaza, pues ella estaba interesada, según dijo, en las inquietudes de la juventud. Y como tenía conocimiento de que los estudiantes mexicanos habían invitando a la prensa internacional a que escuchara y dijera la verdad sobre lo que estaba aconteciendo en México, quería enterarse de todo lo que pudiera, por lo que le suplicó que la acompañara a la tribuna de oradores, que se encontraba en el tercer piso del edificio Chihuahua, frente a la Plaza de las Tres Culturas.
En la declaración, el joven estudiante dijo que “le contesté que por la forma en que se estaban desarrollando los acontecimientos últimamente en México, era peligroso para su seguridad subir a la tribuna, pero la periodista insistió y no tuve más remedio que acceder a la súplica de subir a la tribuna”.
Al llegar al tercer piso del edificio Chihuahua, la periodista se identificó y le dieron acceso. Las personas que se encontraban en los pasillos, declaró Gómez Muñoz, le solicitaron identificación. Les mostró su credencial de alumno del Conservatorio Nacional de Música, “y les expliqué que venía como intérprete de la periodista italiana”.
Fallaci le presentó a dos colegas suyos de la prensa francesa y a otros dos de la prensa alemana. Desde ahí, Gómez Muñoz le tradujo lo que decían algunas pancartas del mitin, a petición de la periodista.
Algunas de las que recordó el estudiante fue “La sangre de nuestros compañeros o de nuestros caídos es la semilla...”, y no pudo recordar el final de esa pancarta. Otra decía simplemente Facultad de Derecho y una más: “Pedimos el diálogo público”.
“Aproximadamente a la media hora de estar en la tribuna irrumpieron por los pasillos del lugar donde nos encontrábamos unas personas vestidas de civil, con pistolas en la mano, las que nos conminaron de inmediato a tirarnos de bruces sobre el suelo, ya que se oía un fuerte tiroteo, habiéndonos tomado por sorpresa tanto a mí como a la periodista que acompañaba; yo de inmediato me aventé al suelo y le traduje en italiano a la periodista la orden que se estaba dando y vi que un individuo vestido de civil agarraba de los cabellos a la periodista italiana obligándola a obedecer la orden.
“Antes de caer al suelo, me pude percatar que los disparos provenían de los pisos superiores de los edificios adyacentes. Una vez en el suelo, tanto la periodista italiana como yo nos cubrimos el rostro con la mano y estuvimos en esa posición un tiempo que no me es posible precisar, debido a la excitación y nerviosidad en que me encontraba, pero creo que transcurrieron aproximadamente 30 minutos; se suspendió momentáneamente la tupida balacera que estábamos escuchando durante todo el tiempo que estuvimos en la posición antes indicada”.
En cuanto se suspendió momentáneamente la balacera, dijo Manuel Gómez en su declaración, “oímos que uno de los que habían irrumpido en la tribuna nos ordenaba arrastrarnos hacia el pasillo sur del edificio, por lo que procedí a traducir nuevamente a la periodista italiana la orden que se estaba dando y de inmediato nos empezamos a arrastrar yendo yo adelante y ella.
“Cuando habíamos avanzado no más de tres metros, volvió nuevamente a arreciar el tiroteo y escuché un grito de dolor que lanzaba la periodista italiana, pidiendo socorro, pues decía que se encontraba herida; en ese momento escuché una voz que daba órdenes diciendo: ‘quédense quietos’. Así me quedé, volteando sobre mis espaldas para ver la suerte que había corrido la periodista italiana.
El joven músico declaró hace 50 años que permanecieron así durante largo tiempo hasta que les dieron la orden de arrastrar a los heridos hasta un departamento que se encontraba en uno de los pisos inferiores; al llegar a la escalera fue necesario tomar en brazos a la periodista, la cual padecía de intenso dolor, ya que una bala la había herido en la espalda y tenía una esquirla en el muslo izquierdo.
“Ya dentro del departamento donde fuimos trasladados se colocó a la periodista sobre una cama, pudiéndome ya enterar del estado en que se encontraba la multicitada periodista. Le pregunté que si no se había dado cuenta de quién la había herido, a lo que dijo que fueron unas balas que provenían de lo alto de los edificios circundantes, pues me manifestó que en la posición en que se encontraba al ser herida únicamente podía ser alcanzada desde lo alto.
“En dicho lugar permanecimos hasta las 22 horas, en que unos camilleros la trasladaron a la parte baja del edificio de donde fue recogida por ambulantes de la Cruz Verde y llevada al Hospital Rubén Leñero, habiéndoseme permitido acompañarla. Ya en el Hospital Rubén Leñero, se me observó que tenía una lesión en la frente, motivo por el cual se me atendió; en dicho lugar la periodista italiana se negó a declarar, aduciendo que había sido víctima de actos de salvajismo, que ni siquiera en Vietnam le había tocado presenciar. Que había estado en muchas partes del mundo y en ningún sitio había sido tratada de la manera en la cual aquí se le trató”.
Según la declaración hecha a un policía y no a un agente del MP, Gómez Muñoz dijo que Oriana Fallaci aseguró que “el Ejército había disparado agrediendo a los estudiantes. Calificó a México de país bárbaro, y dijo también que ni siquiera en la guerra se trataba a los heridos con tan poca humanidad. Un tiempo después me presenté ante el agente del Ministerio Público del Hospital Rubén Leñero para posteriormente rendir la presente declaración. Que es todo lo que tenía que declarar”.
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