Migrantes, los “fantasmas” que sostienen la economía nocturna del Reino Unido
Pese a ser indispensables para la economía británica, algunos extranjeros que laboran de noche reciben el salario mínimo, padecen problemas de salud mental y enfrentan más obstáculos para obtener la residencia o visado

Trabajar de noche no es bueno, te deteriora la salud”, afirma Roxana Panozo Alba, una boliviana que limpia oficinas en las madrugadas londinenses. Los inmigrantes como ella representan una proporción creciente de los trabajadores nocturnos, fundamentales para la economía británica.
Somos fantasmas”, afirma, por su parte, Leandro Cristovao, un angoleño que envasa alimentos en un almacén de la capital de Reino Unido mientras la gente duerme.
De los nueve millones de trabajadores nocturnos, los extranjeros pasaron en una década de 1.5 a 2 millones, según datos de 2022 de la Oficina Nacional de Estadísticas.
En el sector de la salud, más de un tercio de los trabajadores nocturnos son migrantes.

Gran parte del trabajo nocturno lo realizan migrantes en sectores injustamente calificados como de ‘baja cualificación’”, explica Julius-Cezar Macarie, profesor de sociología en el University College Cork.
Su trabajo es absolutamente esencial, ya que permiten que esta sociedad funcione las 24 horas del día”, añade el investigador.
El gobierno laborista británico está endureciendo su política hacia los extranjeros poco cualificados, en un contexto de aumento del sentimiento antinmigración.
Panozo Alba, de 46 años, limpia baños, cocinas, salas de conferencias y oficinas en edificios londinenses desde las 22:00 hasta las 07:00 del día siguiente, cobrando el salario mínimo por hora en Londres (13.85 libras, unos 335 pesos mexicanos).
Trabajo de noche porque tengo familia y tengo que hacer a la fuerza ese horario. Hasta que ya crezcan mis niños y estar un poquito mejor”, afirma Roxana, que lleva ocho años realizando estas labores.
Explica que ha estado de baja tres veces por estrés. “El estrés se manifiesta en muchas cosas. Puede ser pérdida de pelo, un hongo en la cabeza, temblar, no poder hacer tu necesidad”, señala.
Omatule Ameh, de 39 años, trabaja de noche cuidando a niños con discapacidad en el sudeste de Inglaterra. Llegó desde Nigeria en 2023 con un visado de trabajador social.
Durante el día cuida de sus dos hijos pequeños, mientras su esposa trabaja en la misma institución especializada. A veces duerme sólo tres horas.
Judith Munyonga, zimbabuense de 44 años, trabaja de 19:00 a 07:00, cuatro días por semana, cuidando a pacientes con lesiones de la médula espinal en Hertfordshire, al norte de Londres.
Ambos profesionales dicen estar preocupados por la decisión del gobierno de poner fin a la concesión de visados para trabajadores sociales y por el aumento de los discursos antiinmigración.
El mes pasado, el gobierno anunció que triplicaría el plazo para que algunos trabajadores sociales “poco cualificados” puedan solicitar la residencia permanente, pasando de cinco a 15 años.
El gobierno laborista también suprimió la disposición que permitía a los trabajadores sociales traer a sus familias a Reino Unido.
Sandeep seca el mostrador de un café londinense abierto 24 horas. Son casi las 7 de la mañana y está a punto de terminar su turno de 12 horas.
Este nepalí de 21 años trabaja allí como cocinero desde hace dos años. Licenciado en informática, empezó cuando era estudiante y continúa ante la falta de oportunidades en el sector tecnológico.
Es realmente difícil encontrar trabajo en este momento”, explica, añadiendo que no tiene otra opción que trabajar de noche. Dejó su país en 2023. “No hay nada allí para jóvenes como nosotros”, dice.
Si no encuentra un empleo mejor remunerado que el actual, tendrá que regresar a Nepal dentro de un año, cuando expire su visado. El gobierno ha aumentado el salario mínimo requerido para los visados de trabajo de extranjeros.
El angoleño Leandro Cristovao, de 36 años, envasa alimentos durante la madrugada destinados a restaurantes, escuelas y hoteles británicos.
Cuando empezó, tenía “pesadillas” y se despertaba sobresaltado durante el día, temiendo llegar tarde al trabajo.
Casi me convertí en un fantasma”, cuenta, en el almacén del sur de Londres donde trabaja.
Su jefe, Martin Dykes, explica que su empresa, Nature’s Choice, sufrió tras el Brexit y que le preocupan las nuevas restricciones de visados, dada la dificultad para encontrar trabajadores locales dispuestos a trabajar en horarios nocturnos.
Mientras ellos duermen, nosotros estamos aquí”, replica Leandro Cristovao, señalando los rascacielos residenciales detrás de él, con todas las luces apagadas.
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