Logo de Excélsior                                                        
Expresiones

Gustavo Vázquez  Lozano: el hombre detrás del villano

El escritor entrega, tras ocho años de investigación, la primera novela biográfica del temido militar y político mexicano Victoriano Huerta

Virginia Bautista | 07-04-2024
militar y político Victoriano Huerta
Huerta fue presidente de México del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914. Foto: Cortesía Gustavo Vázquez

Considerado el villano mayor en la galería de los presidentes de México, conocido como El Chacal o El Usurpador, el militar y político Victoriano Huerta (1850-1916) es “un ser humano complejo y es fundamental conocer su vida y el porque de sus decisiones para juzgarlo”, afirma el escritor Gustavo Vázquez Lozano.

El autor de la primera novela biográfica inspirada en quien fue presidente de México del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914, El indio Victoriano (Debate), comenta que, tras ocho años de investigación, descubrió con sorpresa que en su juventud Huerta fue “un buen astrónomo, un excelente matemático, un geógrafo brillante, alpinista y cartógrafo; además, fue uno de los mejores militares de México, pues nunca perdió una batalla.

Cuando empecé a escribir el libro de Huerta decidí quitarme cualquier noción de que era el malo. Pensé que me iba a encontrar con alguien que se regodea en su villanía, en su maldad. Y, conforme avanzaba, no me daba para esta especie de Darth Vader”, agrega en entrevista.

El narrador detalla que fue difícil recabar información sobre uno de los autores de la Decena Trágica, que llevó a la muerte del presidente Francisco I. Madero. “De su infancia no hay nada. Para reconstruir su juventud y los primeros años de su madurez fue extremadamente complicado, porque las fuentes son muy escasas y dispersas. Fue como armar un rompecabezas”.

Añade que, desde niño, Huerta decía que quería ser general de división, no un soldado, un general. “Incluso, a sus 21 años, cuando estudiaba en El Colegio Militar, trata de hacer un golpe de Estado de mentiritas. Se adueñan del Palacio Nacional él y sus amigos cadetes y llama al presidente. Era como entre jugarreta y en serio. Fue en 1872.

De joven era un militar de banqueta; es decir, de aquellos que no están al frente de una batalla, sino haciendo trabajos. Primero, muy modestos, como remodelar el fuerte de Guadalupe en Puebla, donde fue la batalla del 5 de mayo. Luego, hacer mapas y recorrer todo Veracruz, ayudar a configurar el límite entre los estados. Y, posteriormente, lo comisionan para observar el tránsito de Venus, que ocurrió dos veces en su juventud”, indica.

El novelista y cuentista explica que el hecho de que Huerta “asumiera la tarea de andar a pie, en burro y en caballo desde el sur de Veracruz hasta el norte de Sonora, me habla de una persona con una determinación increíble. Yo veo a un hombre muy ambicioso, en el buen y en el mal sentido de la expresión, con objetivos altísimos.

“Cuando Porfirio Díaz lo llama por fin, cuando tenía 40 años, a combatir su primera rebelión en Guerrero, veo en las cartas, en las fuentes y en los periódicos de la época que lo acusan de brutal en la represión. A los ojos de Díaz, eso era eficiencia, pues es un militar, sigue órdenes y las cumple bien”.

El también ensayista admite que el general jalisciense se sentía menos porque le decían el ‘indio Victoriano’, debido a su origen huichol, y porque sus compañeros lo calificaban de “militar de adorno”, antes de que entrara a combate.

Ha habido polémica en torno a su origen indígena. Muchos me han dicho que no lo era, que incluso era español. En esto veo un racismo latente todavía. Es imposible comprobar esto, porque en las Fe de Bautizo ya no se detallaba la raza”.

Gustavo Vázquez destaca que, a propósito del golpe huertista a Madero, se debe tomar en cuenta el contexto histórico. “En 1913, Madero era un presidente agotado, desprestigiado, que había perdido el apoyo y que se le estaba yendo el país de las manos; incluso, ya tenía conflictos internacionales.

Huerta ve el caos que se avecina, la destrucción del país, y decide traicionar a Madero, pero no a México. Y tiene éxito porque los militares lo apoyan, también las potencias extranjeras y el Congreso, que vota por mayoría su ascenso a la presidencia”, apunta.

El autor destaca el exilio de película que tuvo Huerta. “Estando en Barcelona, lo contactan unos espías alemanes para ofrecerle que regrese a México con el poderío alemán detrás, con submarinos para hundir los barcos americanos que estaban vigilando nuestras costas y con dinero para declararle la guerra a Estados Unidos y mantenerlo fuera de la Primera Guerra Mundial. A cambio, él recibiría los estados perdidos, Texas y Nuevo México.

Huerta acepta el plan. En Nueva York empieza a planear la conspiración; pero el FBI, que tenía otro nombre, oye sus llamadas telefónicas. Lo dejan seguir con su conspiración. Ya está todo listo en Chihuahua, los hombres, las armas, el dinero, y Huerta viene en tren hacia el sur. Y en la estación de Newman, en El Paso, detienen el tren, lo bajan y lo arrestan”, concluye.

 

Aquí podrás acceder a noticias en tiempo real

Conoce lo más viral en Facebook Trending 

Lee a los columnistas de Excélsior Opinión

 

clm

 

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales