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Expresiones

El cuerpo, ese lienzo enigmático en ‘Cuerpos pintados, rituales salvajes’

En este libro de Body Painting participaron 17 artistas visuales, 18 modelos y siete fotógrafos, agrupados por Patricio Robles Gil y Federico Reyes Heroles

Virginia Bautista | 28-11-2019

CIUDAD DE MÉXICO.

Cuando la desnudez cede ante la creación, el cuerpo humano puede ser un firmamento azul lleno de estrellas, una cara de lechuza, el mar, un ave con plumaje color obsidiana, el lomo de un jaguar, un árbol forrado de hojas, un pedazo de tierra, un tronco o simplemente un juego geométrico.

Las 55 fotografías que integran el libro Cuerpos pintados, rituales salvajes, que se acaba de publicar en español, son una muestra del trabajo realizado por 17 artistas plásticos, 18 modelos y siete fotógrafos, quienes —creativos y osados— utilizaron la piel como lienzo, rompieron los tabúes y los límites que se asocian con la desnudez y pintaron el cuerpo para reinventarse.

El fotógrafo Patricio Robles Gil y el escritor Federico Reyes Heroles narran en este volumen, a través de la imagen y la palabra, una historia contemporánea de resurrección del primitivo y milenario ritual de pintar el cuerpo, “que resguarda el poder de transformarnos”.

Como “bello, conmovedor y novedoso para los creadores y los modelos”, define Reyes Heroles el encuentro que se llevó a cabo hace diez años, el 12 de noviembre de 2009, en la Hacienda Tekik de Regil en Mérida, como parte del Noveno Congreso Mundial de Tierras Silvestres (WILD 9), que Robles Gil organizó en México.

Convencido de que “hemos fracasado en las batallas ambientales, pues el plástico está inundándolo todo, e incluso la Organización de las Naciones Unidas anunció que perdimos un millón de especies”, Patricio Robles apeló a este ejercicio de cuerpos pintados con inspiración en la naturaleza para invitar a la reflexión.

Uno de mis compromisos fue hacer de WILD 9 una experiencia memorable que guiara a las nuevas generaciones, y que tuviera acciones y compromisos concretos de conservación. Pocas actividades pueden inspirar más que el arte. Y la búsqueda de un lenguaje que seduzca al incrédulo y que provoque una reacción en el espectador resultó sumamente sanadora”, comenta el artista de la lente.

Detalla que fueron tres años de planeación, convocatoria y búsqueda de recursos económicos para esta iniciativa. “El congreso duró una semana, se presentaron tres libros y se montaron ocho exposiciones fotográficas. Pero la ceremonia de pintar cuerpos en Tekik de Regil —que por cierto significa ‘el lugar de la sangre’ en maya— fue lo más especial. También fue inolvidable ver a esas esculturas vivientes corriendo o moviéndose por los jardines de la vieja hacienda”, evoca.

Entre los artistas plásticos invitados se encontraban Fernando González Gortázar, Carmen Parra, Roberto Turnbull, Eustaquio Cortina, Susana Cedarholm, Sofía Creel y Beatriz Simon, entre otros.

Y, además de él, participaron los fotógrafos Jack Dykinga, Steve Maka, Thomas Mangelsen, Michael Nichols, Ignacio Urquiza y Xi Zhinong, quienes captaron para la posteridad todo el proceso creativo.

Estaba frustrado, adolorido. Pero a partir de ese ejercicio cambié. Me fui hacia la escultura y ya no hay dolor”, agrega Robles Gil.

 

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El célebre lienzo desnudo

 

Comencemos por la piel, ese gran misterio con el que convivimos cada día, pero de cuya existencia nos olvidamos”, invita Federico Reyes Heroles. “Ella nos define, nos contiene, alterarla es modificar la identidad. Hay una piel que es pública y otra que es privada. Por eso, el hecho de mostrarla toda e intervenirla tiene mucho de especial.

La piel fue la primera superficie utilizada para la expresión pictórica. Alterarla ha tenido un significado vital para el ser humano. Los registros son milenarios. Pero esa necesidad sigue viva en pleno siglo XXI”, asegura.

El novelista y ensayista dice que esto quedó comprobado en esa sesión de la exhacienda henequenera que inspiró el libro Cuerpos pintados, rituales salvajes, en la que los artistas y modelos “lograron ver y mostrar el cuerpo sin vergüenza, al grado de que la desnudez fue desapareciendo y dio paso a la creación”.

El también analista político aclara que “no es natural pintar un cuerpo, desde el sudor mismo se sale de los cánones en los que trabajan los creadores. El lienzo es fijo y la piel humana no. En aquella ocasión sólo había un profesional del body painting, llevaba un diseño previo muy específico, pero, para la mayoría de los artistas plásticos, era la primera vez que se atrevían a tocar el cuerpo como si fuera lienzo.

 

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Intervenir el cuerpo de una persona demanda de un ambiente muy particular, de confianza, para lograr un diálogo gestual, corporal, donde es vital la disposición del modelo. Y, aquí, cada uno de los pintores logró un diálogo con su modelo. Patricio impuso una mística: pensar en función de una ceremonia”, recuerda.

El autor de las novelas Ante los ojos de Desirée, El Abismo y Sensé explica que en la actualidad las sesiones de body painting se han vuelto muy populares. “Las personas se desnudan en las calles, museos o plazas públicas en muchos países y eso hace que se rompan las reglas.

Ya no asombra que se desnuden, porque se supone que eso es una obra de arte; pero no, porque para esto debe haber un ritual. ¿Pintar el cuerpo para qué? Esa es la pregunta. No hacerse un tatuaje que ya a nadie sorprende, sino lograr un verdadero impacto a través de los colores”, apunta.

El narrador aún recuerda al modelo pintado de ave que, al correr por los jardines, “realmente fue pájaro por algunos segundos”.

 

 

 

 

 

 

cva

 

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