6 poemas para compartir en Año Nuevo

Con el final de 2024, aprovechamos para compartir algunos poemas de escritores reconocidos reflexionando sobre el cierre e inicio de año. 

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6 poemas para compartir en Año Nuevo

Tomando de pretexto el cierre de otro año, compartimos una serie de poemas que abordan la temática del cierre o inicio de un nuevo ciclo en diversas esferas de la vida, de la mano de grandes autores de las letras universales.

Reflexiones en verso de personajes como Julio Cortázar, Rudyard Kipling (autor de "El Libro de la Selva"), Salvador Novo, Pablo Neruda y Octavio Paz, son parte de esta lista que sirve igualmante para compartir o simplemente leer personalmente y buscar reflexiones de esta época con estas líneas. 

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Seis poemas sobre el Año Nuevo

Un año más, de Salvador Novo

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salvador novo

Un año más sus pasos apresura;

un año más nos une y nos separa;

un año más su término declara

y un año más sus límites augura.

Un año más diluye su amargura;

un año más sus dones nos depara;

un año más, que con justicia avara

meció una cuna, abrió una sepultura.

¡Oh! dulce amigo, cuya mano clara

en cifra de cariño y de ternura

la mía tantas veces estrechara!

un año más el vínculo asegura

de su noble amistad, alta y preclara.

¡Dios se lo otorgue lleno de ventura!

Happy New Year, de Julio Cortázar

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Julio Cortázar

Mira, no pido mucho,

solamente tu mano, tenerla

como un sapito que duerme así contento.

Necesito esa puerta que me dabas

para entrar a tu mundo, ese trocito

de azúcar verde, de redondo alegre.

¿No me prestas tu mano en esta noche

de fin de año de lechuzas roncas?

No puedes, por razones técnicas.

Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,

el durazno sedoso de la palma

y el dorso, ese país de azules árboles.

Así la tomo y la sostengo,

como si de ello dependiera

muchísimo del mundo,

la sucesión de las cuatro estaciones,

el canto de los gallos, el amor de los hombres.

Propósitos de año nuevo, de Rudyard Kipling 

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Rudyard Kipling

1. He decidido que durante todo el año

aparcaré mis vicios en el estante.

Seguiré un camino más piadoso y sobrio

y amaré a mis vecinos como a mí mismo,

excepto los dos o tres de siempre

a los que detesto tanto como ellos me odian.

2. He decidido que jugar a los naipes es malo,

sobre todo con cartas como las que me suelen tocar.

Puede desplumar una cuenta bancaria sana,

así que renuncio a estos placeres terrenales

excepto —y aquí no veo pecado alguno—

cuando otros reclamen ‘mi presencia’.

3. He decidido que votos como estos, aunque

formulados con ligereza, son difíciles de mantener.

Por tanto los acometeré poco a poco,

no sea que mis recaídas acaben por hundirme.

Un voto al año me sacará del paso

y comenzaré con el Número Dos.

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Oda al primer día del año (fragmento), de Pablo Neruda

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Pablo Neruda

Lo distinguimos

como

si fuera

un caballito

diferente de todos

los caballos.

Adornamos

su frente

con una cinta,

le ponemos

al cuello cascabeles colorados,

y a medianoche

vamos a recibirlo

como si fuera

explorador que baja de una estrella.

Como el pan se parece

al pan de ayer,

como un anillo a todos los anillos:

los días

parpadean

claros, tintineante, fugitivos,

y se recuestan en la noche oscura.

Veo el último

día

de este

año

en un ferrocarril, hacia las lluvias

del distante archipiélago morado,

y el hombre

de la máquina,

complicada como un reloj del cielo,

agachando los ojos

a la infinita

pauta de los rieles,

a las brillantes manivelas,

a los veloces vínculos del fuego.

Oh conductor de trenes

desbocados

hacia estaciones

negras de la noche.

Este final

del año

sin mujer y sin hijos,

no es igual al de ayer, al de mañana?

Desde las vías

y las maestranzas

el primer día, la primera aurora

de un año que comienza

tiene el mismo oxidado

color de tren de hierro:

y saludan

los seres del camino,

las vacas, las aldeas,

en el vapor del alba,

sin saber

que se trata

de la puerta del año,

de un día

sacudido

por campanas,

adornado con plumas y claveles (...)

Año Nuevo, de Rubén Dario

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A las doce de la noche, por las puertas de la gloria 

y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, 

sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, 

San Silvestre. 

Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara, 

de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión; 

y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para 

Salomón. 

Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina, 

y su capa raras piedras de una ilustre Visapur; 

y colgada sobre el pecho resplandece la divina 

Cruz del Sur. 

Primero de enero (fragmento), de Octavio Paz

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Las puertas del año se abren,

como las del lenguaje,

hacia lo desconocido.

Anoche me dijiste:

mañana

habrá que trazar unos signos,

dibujar un paisaje, tejer una trama

sobre la doble página

del papel y del día.

Mañana habrá que inventar,

de nuevo,

la realidad de este mundo.

Ya tarde abrí los ojos.

Por el segundo de un segundo

sentí lo que el azteca,

acechando

desde el peñón del promontorio,

por las rendijas de los horizontes,

el incierto regreso del tiempo.

No, el año había regresado.

Llenaba todo el cuarto

y casi lo palpaban mis miradas.

El tiempo, sin nuestra ayuda,

había puesto,

en un orden idéntico al de ayer,

casas en la calle vacía,

nieve sobre las casas,

silencio sobre la nieve.

Tú estabas a mi lado,

aún dormida.

El día te había inventado

pero tú no aceptabas todavía

tu invención en este día.

Quizá tampoco la mía.

Tú estabas en otro día (...)