Más allá del Salón de la Fama: cómo la terapia cambió la vida de Alex Rodríguez

El expelotero de Yankees acepta no llegar al recinto de los inmortales y revela cómo la terapia se volvió clave para procesar culpas

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Alex Rodríguez acepta que no estará en el Salón de la FamaFacebook/AROD

Alex Rodríguez no está en el Salón de la Fama. Lo sabe desde hace años. Mucho antes de aparecer en las papeletas, ya convivía con esa posibilidad.

Durante décadas, su carrera estuvo diseñada para llegar ahí. Cada contrato, cada swing, cada cifra apuntaba al mismo sitio. Los números siguen siendo abrumadores. 696 jonrones. 2,086 carreras impulsadas. Los premios, los equipos, los reflectores.

El freno llegó en 2014. La suspensión lo sacó del calendario y del ruido diario del beisbol. Por primera vez no tuvo que responder con un bat, se tuvo que quedar quieto. A-Rod recibió una suspensión de 211 encuentros, la mayor en la historia de MLB por uso de sustancias prohibidas.

Ese tiempo no lo usó para negociar su legado. Lo usó para entenderlo.

Hoy tengo una vida que no tuve durante los primeros 40 años”, dijo a The Athletic. “Si llegara al Salón de la Fama, curiosamente, me sentiría vacío por dentro”.

El exantesalista y shortstop, uno de los bateadores más productivos en la historia de las Grandes Ligas, habló desde la aceptación.

Rodríguez es quinto lugar histórico en jonrones con 696, cuarto en carreras impulsadas con 2086, 14 veces All-Star y tres veces MVP. Números que, en otra época, garantizaban placa de bronce en Cooperstown. Pero su carrera también quedó marcada por el uso de sustancias prohibidas y por el caso Biogenesis que derivó en una suspensión completa en 2014. Esa fractura no fue solo profesional. Fue personal.

El ángulo no es el rechazo del Salón de la Fama. El ángulo es lo que ocurre después, cuando el ruido se apaga y el atleta se queda solo con aquello que no sucedió.La terapia como segunda carrera

Durante décadas, el deporte profesional vendió la idea de fortaleza emocional como sinónimo de silencio. Aguantar. Competir. Ganar. Perder sin hablar. Hoy, incluso después del retiro, muchos atletas descubren que la factura llega tarde.

Rodríguez lo dice sin rodeos. Se define como un “narcisista en recuperación”. Reconoce el rechazo de parte de los aficionados, especialmente en Nueva York, y no intenta suavizarlo. La diferencia es que ahora entiende por qué existe.

Ver las cosas de otra manera y analizar mi pasado, definitivamente no como una víctima, sino comprendiendo algunos de mis comportamientos y asegurándome de aprender de ellos”, explicó.

Ese proceso comenzó de lleno durante su suspensión en 2014. Tiempo, silencio y distancia del beisbol. Ahí apareció el Dr. David Schnarch, terapeuta de trauma y psicólogo clínico, quien trabajó con Rodríguez hasta su fallecimiento en 2020.

Rodríguez, criado en Miami, pasó largas estancias en Evergreen, Colorado, lejos del sol y del reflector, enfrentándose a la versión de sí mismo que había evitado durante años.

Pensé: ‘¿Qué demonios hago aquí?’”, recordó. “Pero cuanto más insistía, más me empezó a afectar positivamente”.

Entre aplausos y abucheos

Mencionar a Alex Rodríguez entre algunos aficionados de los Yankees todavía provoca gestos de desaprobación. No siempre se recuerda su papel en el título de 2009, la última Serie Mundial del club. Las críticas por no responder en momentos clave y el contexto de las sustancias siguen pesando más que los batazos.

Rodríguez no se sorprende. La introspección también sirve para entender al otro lado.

Sus hijas, Natasha y Ella, han visto entrevistas antiguas de su padre. No reconocen a ese hombre. Para ellas, ese personaje no existe. Ese contraste, admite, es uno de los mayores indicadores de cambio.

Ese proceso quedó expuesto en la docuserie de HBO “Alex vs. A-Rod”, estrenada hace unas semanas. No es una pieza de redención. Es un retrato incómodo.

Los directores Gotham Chopra y Erik LeDrew aceptaron el proyecto con dos condiciones claras. Sinceridad y rendición de cuentas.

¿Va a hablar con franqueza? ¿Va a hacerse responsable de sus errores?”, preguntó Chopra antes de iniciar.

Rodríguez aceptó. Incluso consultó el proyecto con sus hijas. La única petición fue que fuera “crudo y real”.

La serie revisa más de 30 años bajo la luz pública. Desde ser la primera selección del Draft de 1993 con 17 años, hasta su vida personal ampliamente documentada, incluyendo relaciones con figuras del espectáculo. También aborda una herida más antigua. El abandono de su padre cuando tenía 10 años. Una historia que, según los directores, explica mucho de lo que vino después.El retiro, la paz y lo que no fue

A los 50 años, Rodríguez aparece en la papeleta del Salón de la Fama para la clase de 2026. Habla del tema con la misma serenidad con la que recuerda su decisión de no volver para buscar los 700 jonrones.

Me llamaron tres equipos y tardé menos de cinco minutos en decir que no”, contó. “Llegar a 696 y terminar con los Yankees es mejor que llegar a 700 con cualquier otro equipo”.

Su familia no estuvo de acuerdo. Él sí.

Entonces, si el Salón de la Fama fue un precio, es mi responsabilidad”, dijo.

Hoy, Rodríguez es copropietario de los Timberwolves y las Minnesota Lynx, equipos de la NBA y la WNBA además de analista de MLB en Fox. Pero su cambio más profundo no está en la agenda empresarial ni en la televisión. Está en la forma en que convive con lo que no obtuvo.

En un deporte que mide la grandeza con placas y estadísticas, Alex Rodríguez propone otra vara. La de la salud mental, incluso cuando el juego ya terminó.