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'El primer día es lo más horrible': interna de Santa Martha

Claudia aprendió a valorar la libertad, luego de ser encarcelada por el delito de secuestro; el cultivo le ha ayudado a olvidarse un poco de el encierro en el que vive

Efrén Argüelles | 01-10-2019
Son nueve años los que lleva Claudia en la cárcel.
Son nueve años los que lleva Claudia en la cárcel.

CIUDAD DE MÉXICO.

Con el rostro desencajado, hundida en sus propios pensamientos, Claudia acepta hablar desde el interior del penal de Santa Martha Acatitla, lugar en el que espera una sentencia por una acusación de secuestro.

Son nueve años los que lleva Claudia conviviendo con mil ciento noventa y siete internas. Algunas de ellas también esperan sentencia, otras están purgando condenas por los delitos que cometieron.

Claudia nos confía cómo vivió las primeras horas dentro del penal.

El primer día es lo más horrible que he vivido. Llegas a dormir en el piso con cobijas sucias, llenas de animales y como con 14 personas que no conoces”.

Las limitaciones con las que vive en la actualidad le han hecho añorar los aspectos de la vida que antes daba por sentados: dormir en una cama limpia, comer alimentos con una vajilla, beber agua en un vaso de cristal. Aquí se alimenta con utensilios de plástico, mismos que debe lavar y cuidar para reutilizarlos.

Pero no todo es negativo. En el Reclusorio Femenil Santa Martha, ubicado en Iztapalapa, al oriente de la Ciudad de México, fue abierto un campo de cultivo, así como una granja con animales.

El objetivo es sensibilizar a las internas y emplearlas en labores productivas. Claudia nos comparte cómo pasa los días en este espacio, mismo que le hace sentirse por momentos fuera de la cárcel.

Mi vida ha cambiado de la manera en que este lugar no es una maldición”, asegura “y en particular la hortaliza es el área en la que podemos olvidar el entorno en el que vivimos porque aquí aprendemos a sembrar, a cuidar de las plantas y animales, es un entorno distinto. Es como salir un poco de la cárcel”.

Claudia comparte el mismo techo con criminales profesionales, así como con delincuentes novatas y mujeres que incluso podrían ser inocentes. Todas confinadas entre muros y rejas, ante las miradas de los custodios.

Claudia confesó que está arrepentida de haber actuado por ambición. Los recuerdos la invaden todos los días.

De mi familia extraño a mis hijos, la convivencia con ellos, verlos crecer. Y a mi mamá. Aquí aprendemos a valorar la vida, la libertad y la familia.

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