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CDMX tiene récord mundial de hundimientos

Monumentos emblemáticos como el Ángel de la Independencia han perdido 2.33 metros de su nivel original; publicarán el estudio más reciente en libro

Paulina Silva | 18-03-2017
Foto: Karina Tejada/Archivo

CIUDAD DE MÉXICO.

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La Ciudad de México ostenta el récord mundial de hundimientos. Desde 1862 a la fecha acumula hasta 14 metros de depresiones topográficas debido principalmente al bombeo profundo de agua.

Bangkok presenta un metro y medio de depresión en el subsuelo; Bogotá también está cimentada en suelo lacustre, pero ahí apenas está empezando el hundimiento y los valores máximos llegan a los 150 centímetros; Estocolmo presenta únicamente decenas de centímetros a pesar de que tiene un subsuelo muy parecido a la capital del país”, dijo a Excélsior Gabriel Auvinet Guichard, coordinador del Laboratorio de Geoinformática de la UNAM.

Recordó que la Ciudad de México fue fundada en lo que entonces era la gran isla de Tenochtitlán, sin embargo, los españoles encontraron insuficiente este espacio para que fuera la capital de la Nueva España, por lo cual Enrico Martínez –quien cuenta con un monumento a un costado de la Catedral Metropolitana– fue el promotor de desecar los lagos a través de túneles hacia el norte, lo cual también convirtió al subsuelo de la ciudad en único.

Los lagos al secarse dejaron unos sedimentos muy compresibles, que es la famosa arcilla del Valle de México, por cada gramo de sólido puede haber hasta ocho gramos de agua, aunque típicamente es de cuatro o cinco, es decir, hay más agua que sólido y eso hace que el suelo sea compresible, deformable y de baja resistencia”, dijo.

En 1862 el ingeniero Francisco Díaz Covarrubias, presidente de la Comisión del Valle de México, realizó por primera vez un plano topográfico de referencia que posteriormente permitió comparar las elevaciones actuales con las de esa época.

El Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Conagua y la Comisión de Aguas del Estado de México también han dado seguimiento a este fenómeno y cuentan con un registro de la evolución de los hundimientos y la configuración de la ciudad.

“Simoh está integrado por alumnos e investigadores. Tenemos una base de datos con diez mil sondeos sobre la exploración del subsuelo. Nuestro papel es aprovechar esta información que nos otorgan las instituciones, verificarla en cierta medida y elaborar mapas para identificar las zonas con mayor hundimiento”, detalló  Auvinet Guichard.

A través de estos estudios se ha comprobado la modificación que ha sufrido el corredor del Centro Histórico que forman la calle Jesús Carranza, desde su intersección con Libertad y continuando por República de Argentina y avenida Pino Suárez, hasta la esquina con la avenida José María Izazaga, que ha registrado hundimientos que van de los 9.2 hasta los 12 metros, entre los años 1898 y 2010.

Otro tramo con depresión evidente es el que comprende la calzada México-Tacuba desde la Ribera de San Cosme, continuando por Puente de Alvarado, avenida Hidalgo, las calles Tacuba y República de Guatemala, hasta llegar al cruce con Nicolás Bravo con una variación de depresiones que van desde los 3.2 hasta los 13 metros de profundidad, en el mismo periodo.

En algunas de las construcciones y monumentos de la ciudad también se pueden apreciar los hundimientos. Por ejemplo, el Monumento a la Revolución, concluido en 1938, presentaba 7.36 metros de depresión hasta 2014. El Palacio de Bellas Artes, inaugurado el 29 de septiembre de 1934, registra un hundimiento de aproximadamente dos metros. También el Ángel de la Independencia, inaugurado en 1910, ha decaído hasta 2.33 metros. Antes de su corrección geométrica realizada en el siglo XVII, la Catedral Metropolitana tenía 2.5 metros de desnivel.

Los resultados arrojados por el Simoh han ayudado a determinar que el área de la zona metropolitana con mayor acumulación de asentamientos corresponde a la ubicación actual del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), que presenta hundimientos de entre diez y 14 metros, con una velocidad promedio de 15 centímetros al año.

Otra de las zonas que presentan hundimientos son el Peñón del Marqués, sobre la calzada Ignacio Zaragoza, en  la delegación Iztapalapa. No obstante, en dirección al oriente los municipios mexiquenses de Chalco y Nezahualcóyotl también registran hundimientos de diez a 14 metros, pero con una velocidad que casi triplica a la del AICM, de 40 centímetros cada año.

Las aportaciones que realiza el grupo de trabajo del Laboratorio de Geotécnica de la Facultad de Ingeniería de la UNAM también han servido de asesoría para las delegaciones y los ingenieros que realizan grandes proyectos como el Metro. Incluso los investigadores han participado en la construcción del nuevo aeropuerto con un panorama de las condiciones del suelo donde se asentará la nueva terminal aérea.

“Concluimos que el suelo en donde se va a construir presenta mejores condiciones que donde se encuentra el actual aeropuerto”, sostuvo Gabriel Auvinet Guichard.

En septiembre próximo se llevará a cabo un simposio internacional en Seúl, Corea del Sur, sobre hundimientos. Normalmente a este tipo de eventos acuden ingenieros para presentar el caso más espectacular, que siempre corresponde a la Ciudad de México. Los expertos mexicanos son reconocidos a nivel internacional por desarrollar soluciones únicas para mitigar las afectaciones a las construcciones y la infraestructura urbana por estos fenómenos.

“Existen técnicas muy ingeniosas para renivelar los edificios. Por ejemplo, el ingeniero Manuel González Flores, uno de los geotecnistas más reconocidos, inventó los pilotes de control. Con esos sistemas, acompañados de gatos hidráulicos, se han podido enderezar algunos monumentos históricos como el Convento de las Capuchinas, en la Basílica de Guadalupe, y otras edificaciones en la ciudad. Miles de edificios cuentan con este sistema para disminuir inclinaciones o hudimientos”, aseguró.

Este tipo de soluciones implican inversiones millonarias para los arquitectos, aunado a que cada sistema necesita mantenimiento constante. Sin embargo, son una de las mejores formas de mitigar las afectaciones que provoca la extracción de agua, pues 70% de este líquido que abastece a la ciudad proviene del subsuelo y el resto del Sistema Cutzamala, indicó el doctor en Ingeniería.

En próximos días, el grupo de trabajo del Laboratorio de Geotecnia de la UNAM publicará una tercera edición del libro El subsuelo de la Ciudad de México, que actualiza hasta 2017 información recopilada en 1959 por los profesores Raúl J. Marsal y Marcos Mazari para materializar la primera y segunda edición de este título. En estas páginas los investigadores plasmaron los retos y vicisitudes que ha vivido la metrópolis para poder desarrollarse sobre su característico suelo deformable.

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