Y llegaron los soviéticos; cruzaron el telón de acero
Nada volvería a ser igual en los Juegos Olímpicos, por fin la URSS aceptaba participar y su presencia elevaba un rasgo competitivo en disciplinas como gimnasia y halterofilia

CIUDAD DE MÉXICO.
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas era ese país que quería abolir la realidad con un efecto totalitarista. Sus esquizofrénicas relaciones con casi todo el mundo habían conseguido levantar un enorme telón en diferentes relaciones, los deportes no estaban excluidos.
De ahí que la URSS haya aparecido por primera vez en unos Juegos Olímpicos hasta Helsinki 1952, en el pórtico de la Guerra Fría.
A los ojos exteriores, los rusos eran esos personajes robóticos, que se calentaban con el vodka y que vivían en condiciones extrañas, pero, conociéndolos de cerca, sólo querían lo mismo que todos, vivir en paz y seguros.
Para sustituir los Juegos a los que no iban por estar simplemente distanciados con el Comité Olímpico Internacional, inventaron las Espartaquiadas, eventos deportivos que muchas veces tenían mayores disciplinas y atletas que los Olímpicos de verano. De esa manera, la URSS no se aislaba del mundo, sino que el mundo no los comprendía.

Emil Zatopek fue una de las figuras en Helsinki al ganar la carrera de los 5 mil metros.
Fue hasta 1951 cuando crearon el comité soviético olímpico para aceptar la invitación a Helsinki, aunque con condiciones rígidas como las de Iósif Stalin, que negó el recorrido de la antorcha por sus fronteras al estar en desacuerdo con el concepto que tenía el mundo de su país.
Al mismo tiempo, ya en Helsinki, con 296 enviados para la ocasión, dio la negativa de que sus atletas pernoctaran en la Villa Olímpica, pues pensaba que sus representantes pudieran tomar ideas ajenas a su estilo de vida que los llevaran a emprender una lucha contra el gobierno. Por ello, se retiraron a Metsälä, una zona boscosa a cinco kilómetros al norte del sitio en el que se encontraba el resto de los competidores.

Estados Unidos ganó los Juegos Olímpicos en medio de la Guerra Fría que sostenía con la URSS.
La presencia rusa se sintió de inmediato. Su abanderado, Yakov Kutsenko, un asiduo a ganar en halterofilia en las Espartaquiadas, se quedó a la vera, sin embargo, otros se revelaron en la gimnasia, dando muestras de su verdadero poder, algo que iniciará en ese momento como una tradición olímpica.
Su fuerza y lucidez se presentó de inmediato. La URSS quedó segunda en el medallero mientras Estados Unidos, su gran enemigo en el mapa deportivo y geopolotíco, fue primero.
Los rusos por fin se permitían un contacto con el mundo a pesar de que las distancias entre el Este y el Occidente parecían insalvables.
AMU
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