Uroš Đurđević, un serbio tapatío; muestra amor por México
El goleador del Atlas acaba de tener una hija en Guadalajara que le enraíza más a este país en el que vino a triunfar

A un kilómetro de la Academia Aga, sobre la carretera, un puesto de sombreros texanos reserva uno de mariachi en rojo. Ese mismo aparece en la foto que se tomó el serbio, Uroš Đurđević.
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Como si estuviera diseñado para él, es la primera vez que porta uno. Sonríe porque tiene un motivo más para festejar las fiestas patrias: su hija Mila acaba de nacer y es orgullosamente tapatía.

Su infancia por el contrario fue distinta. Nació en Obrenovac, una ciudad ubicada en la periferia de Belgrado, conocida como Yugoslavia, que atravesaba la Guerra de Kosovo. Las sirenas y los bombardeos era lo que solía escuchar en su infancia.
“Mi único juguete era una pelota. Tenía cinco años y gracias a Dios no perdí a nadie de mi familia. Recuerdo que pasábamos mucho tiempo escondiéndonos y yo jugaba futbol con mi hermano para no pensar en eso”, señala Đurđević, en entrevista con Excélsior.
Recorrer las carreteras de Belgrado a los 14 años fue parte de su rutina por años. La escuelita de futbol estaba a 50 kilómetros de su casa y tomar el autobús era la única opción.
Djuka, como lo suelen llamar sus amigos, es un tipo que ha vivido otras latitudes. Su carácter se ha forjado en el Vitesse de Países Bajos, el Palermo de Italia, el Partizán de Belgrado, el Olympiacos de Grecia o el Sporting de Gijón, de Grupo Orlegi, la razón que lo tiene en México.
“Pasé por muchos países y aprendí bastante en cada uno. Cuando Grupo Orlegi compró al Gijón, empecé a ver la Liga MX porque existía la posibilidad de venir si las cosas no salían bien”, menciona.
Define al futbolista serbio como ganador. Ese ADN, lo convirtió en el primer campeón de goleo en la historia de Atlas con 12 anotaciones en la temporada anterior.
“Cuando pasen los años me daré cuenta lo que hice aquí en Atlas. Es un club con mucha historia, con un proyecto sólido y ser el primer goleador me llena de orgullo, espero dejar algo más en este club porque lo merece”.
Es un papá amoroso y entregado. En sus tiempos libres, lleva a sus otros dos hijos a la escuela, a quienes les gusta ir por tacos los fines de semana para disfrutar los juegos del Atlas.
En el cuerpo lleva tatuado un lobo, su animal preferido. Un cazador meticuloso, pero también un cuidador. Como se define en la vida y en la cancha.
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