Premio al intelecto; medalla para las artes

Pierre de Coubertin, fundador de los juegos olímpicos, ganó medalla de oro en literatura con un poema titulado oda al deporte

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Barón Pierre de Coubertin / Fotoarte: Erick Zepeda

CIUDAD DE MÉXICO.

El fundador de los Juegos Olímpicos, Pierre de Coubertin, ganó una medalla de oro sin ser atleta. Para Estocolmo 1912, el Comité Internacional decidió que debido a los preceptos que unían al cuerpo con la mente, no únicamente era previsible premiar a competiciones deportivas, sino también aquellas en las que interviniera el intelecto, por ello, se aceptó la disciplina de las artes. 

Esta especial primera vez no lo fue tanto para algunos que criticaron el sistema de competencia. En artes se competiría por cinco medallas: literatura, arquitectura, escultura, pintura y música. Los trabajos debían ser enviados con anticipación, pues a pesar de que los juegos durarían más de un mes se estimaba que una obra de arte necesitaba su tiempo.

El tema requería una connotación deportiva y existió poco auge de competidores. De hecho, las pruebas de arte sucumbieron en Helsinki 1952 y aunque fueron repartidas medallas, éstas no son tomadas en cuenta.

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Estados Unidos fue líder en el medallero al sumar 25 oros. Suecia ganó en preseas totales con 65. Compitieron 28 países y 2,407 atletas

En Estocolmo ganaron oro en escultura, Walter Winans de Estados Unidos; en pintura, Giovanni Pellegrini; en música, Ricardo Barthelemy; en arquitectura una pareja de suizos, Alphonse Laverriere y Eugene Monod, mientras que en literatura el barón Pierre de Coubertin participó con un poema titulado Oda al deporte con  versos como el siguiente: Oh deporte, eres belleza: oh deporte, eres justicia; oh deporte, eres la felicidad, el cuerpo tiembla al escuchar el júbilo de tu llamado, fue la única en contender.

Entre los jueces que determinaron los premios se encontraban el afamado compositor y director de orquesta ruso, Ígor Stravinski y el ganador del Premio Pulitzer, el dramaturgo, Thornton Wilder, quienes repartieron las medallas de oro y sólo una de plata, para el francés Georges Dubois en escultura.

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Nadie sabía en ese momento que sería la última edición de Juegos Olímpicos porque la Primera Guerra Mundial se avecinaba.

Además, ante la poca expectativa por las artes y los Juegos, se acotó otro problema, en estas ramas participaban trabajos de profesionales, violentando el espíritu amateur olímpico, por lo que varios lo consideraron injusto y el comité organizador creía que de permitir a aficionados hacer los trabajos, rebajaría el nivel de calidad de las obras. 

Nadie sabe en qué parte del mundo o en qué colección de un millonario estrafalario quedaron estas estatuas, documentos y notas musicales que ganaron medallas en siete ediciones olímpicas. Se busca con especial énfasis el poema, El laurel de Grecia del finlandés Aale Maria Tynni y otro del del alemán Rudolf Binding, Instrucciones de un jinete a su amante, por considerarlos obras de arte nacidas a partir de los Juegos Olímpicos de Estocolmo.

AMU

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