Maradona, el rey 'culichi'

Diego conquistó Culiacán, por su cercanía con la gente y por lo hecho como DT de los Dorados, que mañana juegan la final

Maradona firma una réplica de la playera que usó en México 1986. Foto: Héctor Linares

CULIACÁN.

Es casi la medianoche en Culiacán. Tras el primer partido de la final del Ascenso MX, ya son pocos los aficionados que se mantienen en la explanada del estadio con el deseo de ver a Diego Armando Maradona, aunque sólo uno de ellos sale con el premio mayor.

Acompañado por su cuerpo de seguridad, la leyenda argentina sube a la camioneta y algo le detiene antes de cerrar la puerta “sí, es la mía”, dice emocionado mientras estira una playera de la selección de Argentina con el 10, una réplica de la que usó en el Mundial de México 1986. Sin dudar, el mago de la pierna zurda usa la mano derecha para firmar el souvenir, que desde ese momento triplicó su valor.

Es lo que vende”, dice un resignado Alfonso Sosa, DT del San Luis, tras la discusión que tuvo con Maradona en los últimos minutos del partido que perdió su equipo 1-0.

Diego no estará en la banca en su partido más importante como técnico del equipo sinaloense, pero, para su auxiliar Luis Islas, eso no será problema, ya que la presencia del Pelusa se siente a la distancia.

Lo que genera Diego no lo genera nadie”, asegura Islas, compañero de Maradona en México 1986. “A mí encantaría que esté el domingo, pero es parte del futbol. Esta situación ya la hemos vivido antes y él va a estar ahí con nosotros siempre”, agrega el auxiliar.

Maradona es aclamado hasta en el momento que se va expulsado. Una edición especial de la playera de los Dorados con el 10 y el nombre de Diego en la espalda se agotó en unos días.

Conquistó a una ciudad beisbolera y su imagen comparte los aparadores con souvenirs de los Tomateros de Culiacán.

Mientras cierra la puerta de la lujosa camioneta, tras firmar la playera albiceleste, se escucha a lo lejos la canción La Mano de Dios, que cantan a coro elementos de la barra de los Dorados.

Maradó, Maradó, nació la mano de Dios, Maradó, Maradó. Llenó de alegría en el pueblo, regó de gloria este suelo”.

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