La maratón suicida; Sherlock Holmes ayuda a cruzar la meta

El italiano Dorando Pietri entra deshidratado al estadio, cae varias veces hasta que finalmente es ayudado por el escritor Arthur Conan Doyle a cruzar la meta sólo para ser descalificado

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John Joseph Hayes fue el ganador oficial, Sir Arthur Conan Doyle fue testigo, Dorando Pietri quedo descalificado, La Reina Alejandra de Inglaterra / Fotos: Especial / Fotoarte: Erick Zepeda

CIUDAD DE MÉXICO.

El maratón es un placer secreto que esconde esa suerte de suicidio. Recorrer 40 kilómetros a pie puede resultar inhumano y si la Reina Alejandra de Inglaterra había dado el mandato de que se le aumentaran 195 metros porque deseaba que la meta estuviera frente a su palco, la situación se complicaba.

Para aquella edición en Londres, el italiano Dorando Pietri se había preparado a consciencia y entraba altivo a la competencia con la cabeza en alto, como suelen hacer los pájaros, porque venía de ganar el campeonato de su país y los 30 kilómetros de París.

La Reina Alejandra llegó aquel día temprano al estadio White City, un inmueble construido especialmente para los Juegos y se aburrió un poco, pensaba que el maratón era otra cosa, hasta que entendió que los competidores tardarían al menos dos horas en llegar.

Pietri sabía que correr es una agotadora terapia de autoayuda. Había sido un asistente de costurero en una fábrica de Correggio, Italia y su vida fementida, hubiera seguido de largo de no ser por su empeño de correr. Así que viajar a Londres para ganar el maratón era algo que estaba en sus planes.

Hizo una carrera decente, con un ritmo semilento hasta que prendió turbinas. En el kilómetro 32 empezó a acelerar. Para el 39 rebasó al sudafricano Charles Hefferon, pero ahí lo alcanzó la fatiga y la deshidratación.

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En Londres. Este fue el cartel de los Olímpicos de Londres. En un principio, habían sido asignados a Nápoles, pero la erupción del volcán Vesubio quitó el presupuesto

Desorientado, al entrar el estadio, Dorando Pietri pierde la brújula y empieza a correr al revés, causando el asombro de los 75 mil espectadores que lo vitorearon, pero que de inmediato pasaron a hacer ese espeso silencio que causa un estadio enmudecido. Los jueces trataron de corregirle y recompusieron el camino de Pietri que sin fuerza en las piernas se desplomó.

La Reina Alejandra por fín se divertía con el maratón y aplaudía extasiada mientras Pietri era levantado por dos jueces, anduvo 10 metros más y se volvió a caer. Era un espectáculo ingobernable, Pietri estaba tan cerca de la meta pero no lograba cruzarla y nadie de los rivales entraba tras él. En el suelo, fue ayudado por enésima ocasión, esta vez por Sir Arthur Conan Doyle, que estaba en la pista haciendo labor de periodista. De la mano del escritor que creó el personaje más famoso de la investigación, Sherlock Holmes, Dorando Pietri pudo cruzar la meta y por fin, con su menuda presencia, aceptar los aplausos del público.

No fue una felicidad completa. En segundo lugar entró John Joseph Hayes haciendo que los Estados Unidos reclamaran que Pietri recibió ayuda y debian descalificarlo.

La Reina, pensando que al encapricharse en aumentar la maratón 195 metros, fue la culpable, le concede una copa de plata y Dorando se convierte en una celebridad que recorrerá competencias en Europa y Estados Unidos.

Hizo dinero que invirtió en un hotel junto a su hermano, pero ambos reñían constantemente y el negocio se fue a la quiebra.

Pietri se mudó a San Remo al término de su fama y se hizo empleado de un taller textil. Trabajaba diario de 9 a 4, pero un día ya no se reportó. Un infartó acabó con sus piernas y su vida a los 56 años.

AMU

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