La deidad nórdica de los 400 con vallas; un fenómeno de tartán

Karsten Warlhom acaba de romper el récord mundial de los 400 metros con vallas que llevaba imbatido casi tres décadas y sueña con el oro en los JO de Tokio

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La marca anterior fue impuesta antes de que el noruego naciera / Fotos: Twitter @kwarholm y AP

CIUDAD DE MÉXICO.

Edwin Moses, quien dominó a placer durante un decenio los 400 metros con vallas desde mediados de la década de los 70 -rompió cuatro veces el récord mundial y fue bicampeón olímpico y del orbe-, dijo alguna vez que debía “estar concentrado al máximo para los 150 pasos que tengo que hacer durante la vuelta a la pista”.

Semejante revelación explica por qué Moses dejó su mejor marca en 47 segundos con 02 centésimas, un registro que daba cuenta de su ópera prima sobre el tartán.

Decían que tendría que llegar alguien de otro planeta para bajar de los 47 segundos: hasta que apareció Kevin Young, estadunidense como Moses, y en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 surcó el óvalo de Estadio Montjuic con todas las banderas desplegadas para dejar el asunto en 46.78 y de paso llevarse la medalla de oro.

El tiempo y el polvo fueron añejando la marca de Young. Ningún atleta pudo acercarse a semejante cosecha en tres décadas, hasta que este 1 de julio un noruego, Karsten Warholm, se plantó en la mítica pista del estadio Bislett en Oslo y decidió que ya era momento de poner su nombre en los anaqueles de la historia de una buena vez.

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Así, en su primera carrera oficial del año y con los Juegos de Tokio a la vuelta de la esquina, Warholm realizó una carrera perfecta librando las 10 vallas que tenía enfrente y le puso el sello al cronómetro en 46.70 para hacer delirar al graderío, que se encontraba a menos del 50 por ciento de su capacidad por las restricciones de la pandemia.

Nacido hace 25 años en Ulsteinvik, una localidad portuaria a 560 kilómetros de Oslo que no pasa de los 6 mil habitantes, Warholm estaba destinado a hacer cosas grandes como en su lugar de nacimiento, donde la principal actividad económica gravita alrededor de dos astilleros que arman barcos de respetable tamaño.

Se dedicó durante varios años al decatlón, hasta que decidió enfocarse a los 400 con vallas y ahí se convirtió en un fenómeno del tartán, donde ya agregó entre sus credenciales el bicampeonato del mundo.

Warholm, después de que corre su prueba, no queda sofocado como buena parte del pelotón de atletas que llegan a los empellones atrás de él, ni siquiera se despeina; parece más un estudiante universitario que acaba de rendir un examen oral en alguna facultad de derecho.

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Además, al noruego le gusta correr por carriles exteriores para tener menos impacto en el cuerpo durante las curvas, no por los centrales como los grandes velocistas, donde también se le puede considerar como una “rara avis” dentro del “star system”: no anda posteando todos los días en las redes sociales.

Cuando obtienes seguidores”, explicó Warholm alguna vez, “tienes la sensación de que debes darles algo a cambio, y no me gusta eso porque quita bastante tiempo de lo que me gusta hacer”. Y lo que le encanta al nuevo dueño de la marca de los 400 con vallas es armar piezas de Lego. No es todo, para descansar después de todos los viajes en el circuito atlético prefiere irse de vacaciones… a su casa, “les recomiendo que vengan a Noruega para disfrutar de las montañas y el mar”.

Antes de correr una de las dos finales del Campeonato del Mundo hizo una apuesta con su entrenador: si ganaba, lo dejaría ver en el hotel el final de temporada de su serie favorita. Como triunfó, Karsten Warholm se puso a ver el capítulo, pero se quedó dormido literalmente en sus laureles. La marca indeleble de un atleta diferente, de la deidad nórdica de la pista con obstáculos.

AMU

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