El otro Maradona, capitán de los Murciélagos

El argentino Silvio Velo es conocido como el Diego de los invidentes por la manera de esquivar rivales en su mundo a oscuras, donde el balón está lleno de cascabeles y sólo el portero mira la luz y los rivales con antifaces. Nació ciego, pobre y con las piernas chuecas, escuchando las narraciones del Boca Juniors del Loco Gatti en el viejo radio de transistores de su padre, un fanático xeneize que obligaba a sus 13 hijos a escuchar los partidos en los años 70. El Chueco Silvio estuvo atento a las narraciones de los goles que inmortalizaron a Diego Maradona ante Inglaterra en México 86 y se prometió ser, algún día, como aquel Barrilete cósmico

Fotos: AFP y especiales
Fotos: AFP y especiales

CIUDAD DE MÉXICO.

Al Chueco Silvio se le hizo un hueco en el estómago cuando se enteró de la partida de Diego. Se le cayó un lagrimón al hombre ciego. Pensaba que por eso sonaba tanto en las calles argentinas aquel estribillo de “Maradó, Maradó” con el que el cantante Rodrigo inmortalizó al Pelusa. El mismo cántico que lo mandó por unos instantes al pasado, justo en Luna Park en octubre de 2005, cuando el mejor futbolista en el mundo de los invidentes conoció a la leyenda argentina.

Una llamada telefónica había despertado los sentidos, casi todos, en Silvio Velo. “Te quiere conocer Maradona”, le dijeron. Tenía cita en el programa La noche del 10 en el que Diego hacía gala como entrevistador ante personajes como Pelé, Zidane, Tyson, el ruso Karpov y los ídolos Leo, Tévez y Palermo.

No duró más de tres minutos. Para Silvio fue una eternidad estar frente a Diego, escuchar su voz y hacer rodar el esférico, aunque fuera apenas unos metros. Fue la noche en la que Diego fue ciego por unos segundos. A los dos les vendaron los ojos, los pusieron frente a frente y el Maradona ciego le dio un pase corto al Maradona eterno.

Silvio Velo es capitán de la selección argentina de futbol para invidentes desde 1991 y en aquel programa invitó a Diego a ser padrino de aquel grupo de ciegos que en 2006 jugarían el mundial en casa.

¿Cómo es Diego?, se le pregunta en la actualidad al todavía capitán de los Murciélagos, apodo de la albiceleste invidente. “No lo sé, aquella noche no pude tocar su rostro ni su cuerpo. No me lo imagino, sólo memoricé su voz”.

 

El recuerdo de aquella noche está resumido en voces, ruidos y sensaciones. Como aquel estribillo de “Maradó, Maradó” que a cada rato mandaba a comerciales en el programa en el que se anunció al cubano Fidel Castro, otrora presidente de la isla y amigo del Diez.

Velo estaba concentrado en Buenos Aires, con la selección de futbolistas ciegos que participará en Tokio 2021, cuando un compañero le comentó lo que decían los comentaristas de la radio: “Diego ha fallecido”.

El Chueco Silvio soltó un lagrimón y volvieron los recuerdos.

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Silvio Velo nació ciego, pobre y con las piernas chuecas, de ahí el apodo de aquel niño en una familia de 13 hermanos, en un rancho de San Pedro, a 170 kilómetros del estadio de La Bombonera. Hijo de un hincha xeneize que ponía a sus vástagos a patear una pelota vieja y escuchar los partidos del Boca setentero en un radio de transistores.

En un mundo de sombras, Silvio se imaginaba los partidos y soñaba con ser el mejor futbolista del mundo. “También a oscuras jugaba a las escondidas y nunca encontré a nadie”. De la misma manera en la que comenzó a jugar en los potreros, sin que hermanos y amigos le pasaran el balón. El Chueco Silvio era feliz, porque corría sin sentido, pero escuchaba las risas y se contagiaba con aquellos gritos de gol.

Su ídolo era el Loco Gatti, aquel portero que siempre se inventaba algo, se sacaba la pelota y salía jugando. “¿De qué color es la camiseta del Boca Juniors? ¡Azul y oro! ¿Cómo sé los colores si nací ciego? Para mí son palabras, pero son los colores de mi equipo. ¿Cómo es La Bombonera? Es mucho ruido, son cánticos. Se cimbran las tribunas”.

Silvio ya dominaba la pelota a los 15 años, cuando los goles de Diego a Inglaterra en México 86 le dieron la vuelta al mundo. En el rancho de San Pedro, en el viejo radio de transistores en los que tantas veces oyó las crónicas del Loco Gatti, el jovencito escuchó las hazañas de su nuevo ídolo, en la voz del comentarista Víctor Hugo Morales.

 

Recuerdo el gol de La Mano de Dios, un tanto pícaro, de aquellos que se hacen en los potreros. Decía el hombre de la radio que el portero inglés (Peter Shilton) era un gigante, pero que aquella tarde en el estadio Azteca, Diego saltó como nunca para tocar la pelota con la mano zurda y poner el 1-0”.

Después, lo que todos conocemos en la voz del comentarista uruguayo radicado en Argentina y lo de “Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?...”.

Aquella tarde, a siete mil 388 kilómetros de aquel gol en el estadio Azteca, el Chueco Silvio se prometió ser el mejor futbolista en el mundo de los ciegos. Años más tarde, el chamaco pobre y de piernas chuecas se convertiría en el Maradona ciego.

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Silvio Velo tiene 49 años, 29 de ser capitán de la selección argentina de futbol para ciegos y campeón del mundo en 2006. Se prepara para asistir a Tokio 2021. A pesar de su veteranía, se le sigue considerando el mejor en el cosmos de los ciegos y se ha ganado el mote del Maradona ciego.

Atiende al reportero vía telefónica, le cuenta todo lo escrito en esta nota y le platica aquella final del 3 de diciembre de 2006 en una canchita de Buenos Aires en el CENARD, cuando un gol suyo, a ocho minutos del final, le dio la Copa del Mundo a Argentina sobre Brasil, en el IV Mundial de Futbol para ciegos.

El futbol para quienes tienen una discapacidad visual se juega con un balón lleno de cascabeles, son dos tiempos de 25 minutos y el portero es el único que no está ciego. “El defensa brasileño Joao había fallado un penal y a mí me tocó mandar la pelota al ángulo”. En tono de broma, dice: “Lo vi un poquito agachado al portero y rematé”.

Confiesa que el apodo del Maradona ciego se lo ganó, precisamente por la manera en esquivar a tanto rival, como lo hizo Diego ante Argentina en el estadio Azteca. De hecho, Silvio tuvo el privilegio que su gol también fuera narrado por Víctor Hugo Morales, quien fuera invitado a la final entre argentinos y brasileños.

Entonces, ¿por qué no?, nos atrevemos a imaginar el gol del Chueco Silvio y la narración del creador de Barrilete cósmico: “…ahí la tiene Silvio Velo. Lo marcan dos, pisa la pelota el Chueco Silvio. Arranca por la derecha el genio del futbol de los ciegos y deja al tercero, y va a tocar para un compañero. ¡Siempre Silvio. ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta. Goooooool. Goooooool. ¡Quiero llorar! ¡Dios santo, viva el futbol! ¡Golaaazooo! ¡Silviooooo! ¡El Maradona ciegoooo! Es para llorar, perdónenme.  El Chueco Velo en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos. Barrilete ciego. ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto brasileño, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 1, Brasil 0.

El Chueco Silvio. Maradona ciego. Gracias, Dios, por el futbol, por Silvio Velo, por estas lágrimas, por este Argentina 1, Brasil 0”.

EN AQUELLA NOCHE DEL 10

El argentino Diego Armando Maradona recibió en octubre de 2005, en su programa de tv La noche del 10, a Silvio Velo y al equipo de seleccionados argentinos de futbol para ciegos. Los Murciélagos le pidieron al Pelusa que fuera padrino de la albiceleste especial que buscaría el título mundial en 2006. Un año después, en Buenos Aires, Argentina derrotó a Brasil en la final y levantó la Copa del Mundo. El Chueco Silvio anotó el único tanto del partido.

 

cva

 

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