Con los guantes por delante en el Gimnasio Lupita

El proyecto Campeones de la Paz invita a los menores de edad a subirse al ring, así como recibir educación ligada a aspectos sicológicos, sexuales, familiares y sociales

El boxeo les enseña disciplina y respeto, valores que se pueden perder fácilmente. Fotos: Luis Enrique Olivares
El boxeo les enseña disciplina y respeto, valores que se pueden perder fácilmente. Fotos: Luis Enrique Olivares

CIUDAD DE MÉXICO.

Ubicado en la siempre presente colonia Tacubaya, una de las demarcaciones con mayor historia y tradición en la Ciudad de México, el proyecto Campeones de la Paz (Capaz) es una iniciativa que rápidamente se dio a conocer entre las calles y los barrios que comprenden ese territorio, pues busca, de una forma innovadora y enriquecedora, alejar a los niños y jóvenes de aquellos vicios, los cuales achacan el corazón y alma de las familias mexicanas, tales como el vandalismo, los juegos de azar y el consumo excesivo del alcohol y de las drogas.

Mediante la práctica y aprendizaje del boxeo, disciplina que siempre ha acompañado a la historia del deporte nacional, es como este proyecto, que forma parte de la fundación Transformación Social (Traso), ha mostrado cómo es que el deporte puede ser utilizado como un detonante de cambio social y estructural de cualquier sector poblacional.

 

 

Capaz inició en septiembre de 2015 y tiene como sede el gimnasio Lupita -bien conocido como semillero de grandes pugilistas tricolores-. Es ahí donde, de lunes a jueves, más de 100 chicos -acomodados en diversos horarios- se ponen los guantes y comienzan a soltar rectos, jabs y combinaciones. También trabajan en su guardia. La postura y la técnica correcta, por supuesto, no se quedan atrás.

Después de una hora de constante exigencia física, necesaria si se planea sobresalir en este deporte, los muchachos finalizan su sesión del día con 60 minutos de educación ligada a aspectos sicológicos, sexuales, ambientales, familiares y sociales.

 

Capaz surge ante la necesidad de querer realizar algo positivo por la sociedad. Nos quisimos enfocar en la familia porque es ahí donde todo empieza para cualquier ser humano. El plan diseñado tiene la idea de que los jóvenes adquieran un empoderamiento emocional, el cual les permita resistir la constante violencia existente en las escuelas y calles de la ciudad”, señaló Margaret Larrinaga, presidenta de Traso.

Y continuó: “El boxeo nos ayuda porque enseña disciplina y respeto, valores fundamentales que se pueden perder fácilmente. De igual forma, con este deporte se genera una mayor autoestima y seguridad en el sentido de que los chicos se sienten capaces de responder ante situaciones peligrosas.

Después de la hora de ejercicio, ellos reciben terapias sicológicas con las que, mediante diversas temáticas aplicadas, van descubriendo sus emociones para después saberlas controlar y externar. Sumado a eso, les damos cursos ligados a derechos humanos, respeto, consciencia con el medio ambiente y equidad de género. El objetivo es que nuestros muchachos sean buenos ciudadanos”.

Sin embargo, en esta iniciativa no sólo participan los jóvenes, sino que también los padres de éstos deben de cumplir con ciertas obligaciones requeridas y específicas:

Si los progenitores no se responsabilizan de sus hijos no importa qué hagamos, el cambio será sumamente complicado. Por esa situación se les pide desde un inicio que acudan a una escuela para adultos en la cual se les instruye en temas de participación ciudadana, de cómo saber establecer límites y de cómo iniciar a sus muchachos en la sexualidad”, dijo Larrinaga.

Además, aclaró que un 66% de quienes entrenan en Traso mejoraron considerablemente sus calificaciones en sus respectivos centros escolares.

Cualquier joven puede formar parte de este grupo. El compromiso y la responsabilidad para acudir con regularidad a las sesiones son los documentos más importantes que se les pide a los interesados, además de una cuota de 200 pesos, al principio de cada año, la cual tiene como fin ser destinada al seguro médico.

Ni siquiera es menester contar con el equipo adecuado para la práctica de la disciplina -tales como guantes, protectores o almohadillas- porque todo el material es prestado sin ningún costo extra.

Recientemente, Capaz fue ganador del congreso Beyond Sport México, que tiene como fin apoyar de forma económica a algún proyecto el cual haga sinergia entre los ámbitos deportivo y social.

Larrinaga, quien es también fundadora de la iniciativa, aseguró que el premio obtenido -25 mil dólares- se destinará a, entre otros aspectos, construir un ring para los alumnos los cuales cuentan con un nivel avanzado de boxeo.

 

Cuna de campeones

El gimnasio Lupita, en sus 55 años de existencia, guarda un sinfín de historias y relatos boxísticos.

A través de sus muros se respira el aire y se siente el sudor de los pugilistas que, a lo largo de la historia, entrenaron ahí; los sacos de golpeo disponibles, que cuentan con una evidente edad avanzada, sufren de ligeras abolladuras y torceduras, producto de las constantes combinaciones efectuadas con los puños.

El dueño del lugar, Alberto Navarrete Torres, confesó que campeones mundiales y mánagers reconocidos  han cruzado la entrada principal del Lupita, entre los que destacan Carlos Zárate, Mike Tyson y Arturo Cuyo Hernández.

Aparte está el caso de Ricardo Finito López, quien con 51 victorias y un polémico empate, terminó su carrera profesional de manera invicta y jamás tuvo el infortunio de que, al término de una pelea, el juez levantara el brazo del otro boxeador.

Él comenzó a entrenar en el Lupita. Nació como púgil en el Lupita. Se formó en el Lupita. Cayó en el Lupita para nunca hacerlo en otros lugares.

 

Los profesores

Dulce y Allan se preparan para la clase del día. Antes de iniciar ésta, platican entre ellos acerca de qué se les enseñará a los niños. Una vez de acuerdo, forman a sus pupilos y les solicitan toda su atención.

Mientras la primera se pone los guantes, el segundo explica el ejercicio: dos golpes rectos de izquierda, seguido de un gancho derecho y otro recto izquierdo.

La profesora muestra cuál es la forma correcta de realizar la tarea. Golpea severamente las almohadillas que su compañero mantiene en las manos. El sonido emanado de éstas retumba en todo el salón. Cuidado con ella. No es ninguna improvisada.

De hecho, Dulce Orihuela ganó en 2017, y con 19 años cumplidos, el título de campeona de peso paja, el cual le fue otorgado por una cadena de gimnasios reconocidos en toda la Ciudad de México.

Su aliado Allan González, que empezó a tener contacto con esta disciplina cuando tenía nueve años -porque sufría de diversos maltratos en la escuela-, ya sostuvo cinco peleas en el terreno profesional, la primera de ellas en julio de 2016. Ahora tiene 21 años.

 

 

Tanya Valiente Ramírez

Tanya Ramírez piensa en boxear a toda hora. No importa si está en su casa, en la escuela o en sus clases de danza. Cursa el quinto año de primaria pero eso no es un impedimento para que ella sepa, a sus 10 años, hacia dónde quiere dirigir el resto de su vida. Tanya quiere ser pugilista.

Afirma que su heroína es Mariana Barby Juárez, porque nunca se rinde. Algunos compañeros varones suyos no se explican el origen de su fuerza, la cual hace que Allan pierda momentáneamente el equilibrio cuando recibe sus embates.

Tanya sepulta: “El boxeo no se trata sólo de golpear a otra persona. También tienes que ser responsable y esforzarte para alcanzar lo que quieres. Si no eres valiente adentro y afuera del ring, la vida te va a noquear”.

 

cva

 

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