Así fue la tragedia más grande sufrida en altamar: casi 10 mil muertos

Este desastre, opacado por el colapso general del Tercer Reich y la magnitud del conflicto global, se mantiene como la mayor tragedia naval registrada

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La noche del 30 de enero de 1945 marcó un episodio fatídico en la historia marítima. En medio de la Segunda Guerra Mundial, el transatlántico alemán Wilhelm Gustloff fue torpedeado por un submarino soviético en el mar Báltico, provocando la muerte de 9 mil 343 personas, entre ellas aproximadamente 5 mil niños. Este desastre, opacado por el colapso general del Tercer Reich y la magnitud del conflicto global, se mantiene como la mayor tragedia naval registrada, superando ampliamente la del Titanic.

El Wilhelm Gustloff era originalmente un lujoso crucero lanzado en 1937 como parte del programa nazi Kraft durch Freude (Fuerza a través de la Alegría), diseñado para ofrecer viajes recreativos a los trabajadores alemanes. Sin embargo, con el estallido de la guerra, fue requisado por la Kriegsmarine (Marina alemana) y convertido en un barco hospital, aunque más tarde fue utilizado para transportar tropas.

Para enero de 1945, la guerra estaba en sus etapas finales y Alemania se encontraba en retirada. La ofensiva del Ejército Rojo avanzaba rápidamente en Prusia Oriental, desatando un éxodo masivo de civiles y militares alemanes que buscaban escapar de las atrocidades de la invasión soviética. En este contexto, el Wilhelm Gustloff fue destinado a evacuar a miles de refugiados, principalmente mujeres, niños y soldados heridos.

El 30 de enero, el barco zarpó desde Gotenhafen (hoy Gdynia, Polonia) con más de 10 mil 500 personas a bordo, una cifra que superaba con creces su capacidad original de mil 900 pasajeros. Su destino era Kiel, en Alemania, pero su travesía sería interrumpida trágicamente.

En la noche, a pesar de las bajas temperaturas y la densa oscuridad del invierno báltico, el submarino soviético S-13, comandado por Alexander Marinesko, localizó al Wilhelm Gustloff. El capitán soviético, tras acechar a su objetivo, ordenó el lanzamiento de tres torpedos que impactaron el casco del barco con una precisión letal.

Los torpedos golpearon la proa y el centro del barco, destruyendo compartimentos vitales y provocando un rápido hundimiento. El caos se apoderó de la embarcación: los pasajeros, muchos de ellos sin chalecos salvavidas y atrapados en los pasillos abarrotados, luchaban desesperadamente por sobrevivir en un mar helado con temperaturas de -18 °C.

El rescate fue prácticamente imposible. De los más de 10 mil 500 ocupantes, solo mil 239 lograron ser rescatados con vida. La mayoría de los que cayeron al agua sucumbieron a la hipotermia en cuestión de minutos. El número de muertos superó los 9 mil 300, convirtiendo la tragedia en la mayor pérdida de vidas humanas en un solo incidente marítimo.

A pesar de la magnitud del desastre, el hundimiento del Wilhelm Gustloff fue eclipsado por la inminente caída del Tercer Reich. Para la Unión Soviética, el ataque fue considerado una victoria militar, mientras que la Alemania nazi, al borde del colapso, no pudo darle mayor difusión.

El comandante Marinesko no recibió en su momento un gran reconocimiento por la acción, ya que era visto con recelo por sus superiores debido a problemas disciplinarios. Sin embargo, décadas después, en 1990, fue nombrado Héroe de la Unión Soviética de manera póstuma.

El hundimiento del Wilhelm Gustloff sigue siendo un episodio poco conocido, a pesar de haber cobrado más vidas que el Titanic y el Lusitania combinados. Historiadores han debatido si el ataque constituyó un crimen de guerra, dado que el barco transportaba miles de refugiados civiles, aunque la presencia de personal militar alemán a bordo lo convirtió en un objetivo legítimo.

En la actualidad, los restos del Wilhelm Gustloff permanecen en el fondo del mar Báltico, a una profundidad de 44 metros, considerados un sitio de sepultura de guerra. Las exploraciones submarinas han revelado el impacto devastador de los torpedos y el estado en el que quedó la embarcación tras el ataque.

A 80 años de la tragedia, el hundimiento del Wilhelm Gustloff sigue siendo un símbolo del horror de la guerra y el sufrimiento de los civiles en conflictos armados. Su historia, aunque eclipsada por otras tragedias de la Segunda Guerra Mundial, merece ser recordada como la mayor catástrofe marítima de la historia.