¿Por qué los tratamientos contra el cáncer siguen siendo inaccesibles?
Desarrollar terapias como la inmunoterapia o las células CAR-T implica millones de dólares

El cáncer es una de las mayores crisis sanitarias del siglo XXI. Cada año, más de 20 millones de personas reciben un diagnóstico y, para 2045, esa cifra podría ascender a 32 millones.
Pero detrás de los avances científicos que prometen cambiar el rumbo de la enfermedad, existe un obstáculo que condiciona su impacto: el costo.
Durante el Seminario Educativo Latinoamericano de Oncología de Pfizer, el oncólogo Luis Alberto Suárez, director médico de Oncología para LatAm de Pfizer explicó que el desarrollo de nuevas terapias oncológicas —como la inmunoterapia, los anticuerpos específicos o las células CAR-T— requiere inversiones multimillonarias y años de investigación.
Aun cuando se logra llegar a las fases finales, no siempre el medicamento logra aprobarse o ser tolerado por los pacientes, lo que implica pérdidas millonarias y retrasa la llegada de tratamientos a países de ingresos medios.
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“El costo de investigación es altísimo. Son millones de dólares por cada molécula. Cuando una droga falla en fase humana, todo ese dinero se pierde y hay que empezar de cero”, señaló el especialista.

La innovación que no llega a todos
El doctor Suárez detalló que cada tipo de cáncer representa un desafío distinto. No existe un solo tumor, sino más de 200, cada uno con un comportamiento celular y un microambiente biológico propio.
Esto obliga a que la investigación se divida en múltiples frentes: mama, pulmón, colon, próstata, leucemias, entre otros.
“Cada tumor es diferente, y eso hace que investigar en cáncer sea costoso y extremadamente complejo”, explicó. “Una cosa es estudiar mama, otra colon, otra leucemia. Todo cambia: la célula, el entorno, la respuesta.”
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En regiones como América Latina, esta complejidad se traduce en una brecha de acceso. Mientras en Estados Unidos o Europa la mortalidad por cáncer ronda el 30%, en América Latina se mantiene cercana al 50%, en parte por el diagnóstico tardío, pero también por la falta de acceso a tratamientos de última generación.

Los nuevos tratamientos y sus barreras
Entre las terapias más prometedoras se encuentra la inmunoterapia, que estimula al sistema inmune para que vuelva a atacar al tumor; y las terapias CAR-T, en las que se extraen linfocitos del propio paciente, se modifican genéticamente en laboratorio y se reinyectan para atacar células cancerosas específicas.
Estos tratamientos han demostrado resultados notables, especialmente en leucemias y mielomas, pero su costo los vuelve prácticamente inaccesibles para la mayoría de los sistemas de salud de la región.
“El tratamiento con células CAR-T requiere muchísima tecnología, infraestructura y personal especializado. Brasil ha sido el primero en implementarlo en Latinoamérica, pero solo en medios privados, porque es carísimo”, explicó Suárez.
A ello se suman los costos logísticos, los controles clínicos y la infraestructura tecnológica necesaria para realizar estudios genéticos o moleculares, que todavía no están disponibles en la mayoría de los hospitales públicos.
Equidad y sostenibilidad: los nuevos retos
La innovación médica plantea un dilema: ¿cómo garantizar el acceso a terapias avanzadas sin colapsar los sistemas de salud?
El doctor Suárez insistió en que, si bien las nuevas tecnologías están transformando el tratamiento del cáncer, su impacto real dependerá de políticas públicas que garanticen equidad y sostenibilidad.
“Las diferencias entre regiones son enormes. No es lo mismo un paciente en Estados Unidos que uno en Latinoamérica. La equidad en el tratamiento y el diagnóstico es uno de los grandes retos de nuestros tiempos.”
Además de la inversión en investigación, el especialista subrayó la necesidad de fortalecer las campañas de prevención y diagnóstico temprano, ya que son las únicas estrategias capaces de reducir los costos a largo plazo y evitar que la mitad de los pacientes mueran por cáncer en la región.
La brecha de la innovación
El futuro de la oncología se dirige hacia terapias personalizadas, basadas en mutaciones y perfiles genéticos específicos. Sin embargo, mientras el desarrollo científico avanza a gran velocidad, el acceso a esos avances sigue marcado por la desigualdad económica.
“Antes, nos decían: ‘es un tumor’. Hoy sabemos exactamente qué pasa dentro de la célula del cáncer. Pero conocer más también nos obliga a buscar más”, dijo el doctor.
Esa búsqueda —molecular, tecnológica y económica— podría definir no solo el rumbo de la medicina, sino también el de la justicia sanitaria global.
bgpa
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