Ypiranga, el día final; cuando se acabó el sueño porfirista
El general liberal José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, Porfirio Díaz, partiría derrotado el 31 de mayo de 1911 a bordo del vapor alemán Ypiranga, rumbo al exilio en Europa, más precisamente en Francia, donde murió el 2 de julio de 1915

Porfirio Díaz gobernó casi invicto, salvo el cuatrienio en el que uno de sus representantes, Manuel González, le cuidó la silla presidencial. Poco más de treinta años en el poder, y después de pacificar al país, propiciar el crecimiento económico a través de la inversión extranjera, su larga administración llegó a su fin en medio de lo que fuera la primera revolución social y armada de América Latina durante el siglo XX.
Pero su régimen se desmoronó a gran velocidad entre noviembre de 1910 y mayo de 1911.
El general liberal José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, Porfirio Díaz, partiría derrotado el 31 de mayo a bordo del barco Ypiranga, rumbo al exilio en Europa, más precisamente en Francia, donde murió el 2 de julio de 1915. La familia Díaz viajó hacia Veracruz ese mayo y el 31 partieron hacia el puerto de Le Havre, en Francia.
El movimiento armado, auspiciado por la decadencia y la falta de depuración política del sistema porfiriano, así como por la grave desigualdad social que se propició con el auge económico, terminó de tajo con una administración en apariencia sólida y evidenció la fragilidad e ineficacia de su cuerpo militarizado.
Así hablaba Porfirio Díaz; hoy puedes escuchar su voz
Porfirio Díaz gobernó México presentó su renuncia el 25 de mayo de 1911, presionado por la revolución iniciada en noviembre de 1910.
De acuerdo con información de Museo Legislativo, el 26 de mayo abandonó la ciudad de México en tren rumbo a la ciudad de Veracruz. Escoltado por el general Victoriano Huerta, llegó al puerto el mismo día por la tarde. No sin antes librar la ultima batalla militar en los límites del estado de Veracruz, en donde el convoy fue atacado por revolucionarios.
“Durante los días que estuvo en el Puerto de Veracruz fue objeto de múltiples muestras de respeto y atenciones muy delicadas. Se alojó en la casa de los señores Pearson. Una comisión del Ayuntamiento de Veracruz integrada por los regidores licenciado Guillermo Cabrera, Fernando Silíceo, Natalio Bibarri, Ricardo Velasco y el secretario de la corporación, señor José Luis Prado, fue a visitar y saludar al general Díaz. El comandante militar de la plaza, general Joaquín Mass, presentó a la comisión de concejales”, refiere Veracruz Antiguo.
La revolución, iniciada el 20 de noviembre de 1910, se extendió rápidamente sobre ciudades y poblaciones importantes, tanto en el sur como el norte del país. Bajo la bandera maderista que buscaba democratizar la vida política del país y mejorar las condiciones de vida de la población –de acuerdo a los preceptos enunciados en el Plan de San Luis– los levantamientos armados se sucedieron uno tras otro y las fuerzas maderistas ganaron terreno rápidamente a la milicia porfiriana.
Antes de cumplirse los primeros seis meses de 1911, las huestes revolucionarias asestaron el jaque mate al agonizante gobierno de Díaz: el 10 de mayo de aquel año la fuerzas maderistas encabezadas por Pascual Orozco y Francisco Villa tomaron Ciudad Juárez.
Porfirio Díaz “Tuvo prestigio hasta su muerte”
Con la toma de aquella ciudad, el gobierno de Díaz se vio obligado a entablar el diálogo con el maderismo, lo que eventualmente derivó en la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, documento que se firmó el 21 de mayo de 1911.
En dichos acuerdos se estipuló el cese al fuego y la irrevocable renuncia a la presidencia de la República de Porfirio Díaz, así como el interinato de Francisco León de la Barra, el cual fungió como Secretario de Relaciones de la administración porfiriana, y quien estaría obligado a convocar a un periodo extraordinario de elecciones en los términos que establecía la Constitución de 1857.
Finalmente, el 25 de mayo de 1911, en el Pleno de la Cámara de Diputados federal y de conformidad con los acuerdos de Ciudad Juárez, el longevo presidente presentó su renuncia, dejando en su lugar a su Secretario de Relaciones Exteriores.
El 31 de mayo de 1911, seis meses después de haberse iniciado el movimiento armado, Díaz partió al exilio.
Una vez arriba del barco, Díaz pronunció las siguientes palabras:
Veracruzanos:
“Al abandonar este rincón querido del suelo mexicano, llevo la inmensa satisfacción de haber recibido hospitalidad en este noble pueblo y esto me satisface doblemente porque he sido su representante en el Congreso de la Unión. Al retirarme guardo este recuerdo en lo más íntimo de mi corazón y no se apartará de él mientras yo viva”.
Consciente de que su renuncia a la presidencia implicaba el exilio, antes de firmar los acuerdos de Ciudad Juárez, planeó su salida de México para que ésta resultara lo más rápida y discreta posible.
Díaz pasaría los últimos cuatro años de su vida desterrado en Europa, hasta su muerte en París el 2 de julio de 1915.
La llegada a Europa y sus climas extremadamente fríos hicieron estragos en la salud del ex dictador. Pasó algún tiempo en países como España, Alemania y Suiza, siempre buscando una temperatura más propicia. Se mantuvo en contacto con los acontecimientos del México revolucionario, en espera de alguna oportunidad para regresar, lo que nunca se concretó por la evolución de los hechos armados a partir de 1914.
Según su tataranieto, el escritor Carlos Tello, Díaz estuvo abrumado y deprimido durante los meses de exilio debido a que le agobiaba la idea del regreso de la inestabilidad política a su patria, así como por el sentimiento de ingratitud por parte de sus compatriotas, que no reconocieron su contribución al progreso y la prosperidad de México, de acuerdo con memórica.

EL EDITOR RECOMIENDA



