Logo de Excélsior                                                        
Nacional

Vuelven a la escuela con alegría y cautela; educación básica

El encierro de 17 meses terminó para millones de niños que retomaron sus clases presenciales y acataron las medidas sanitarias con entusiasmo

Abraham Nava | 31-08-2021
Los estudiantes asistieron con todas las medidas de sanidad a las escuelas para evitar conta-gios de coronavirus.

CIUDAD DE MÉXICO.

Las escuelas de nivel básico en México retomaron un poco de normalidad después de 17 meses cerradas a causa de la pandemia.

Entre la incertidumbre y la preocupación de los papás, pero también con su apoyo, millones de niños de planteles públicos y privados dejaron el encierro emocionados por hacer amigos, conocer a sus maestros y pisar los salones de clase, muchos por primera vez. En la mayoría de los casos cumplieron los protocolos sanitarios con responsabilidad y alegría, sobre todo en kínder y primaria, a pesar de la falta de información en algunas escuelas o el retraso para abrirlas. En recorridos, se constató que la asistencia a los planteles no alcanzó 50% de la matrícula.

Hubo quien a pesar de haber estado grave por covid-19, el miedo de volver a contagiarse no superó sus ganas por retomar las clases presenciales. La vuelta a los salones también detonó la economía que se mueve alrededor de los planteles: la señora de los dulces, la papelería de la esquina…

Fueron contados los estados donde las escuelas siguieron cerradas, ya sea porque la CNTE así lo decidió, por la vandalización y abandono en los planteles o causas de fuerza mayor, como daños por huracanes.

Desde su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró el inicio del ciclo escolar 2021-2022 y tuvo enlaces con una docena de gobernadores que le reportaron un balance sobre el tan anunciado regreso a las aulas.

Superan covid-19 y ahora vuelven a las aulas

Mamá y docente a la vez, Liliana dice que como padres se debe asumir la responsabilidad de enviar sanos a sus hijos y que los profesores deben estar muy al pendiente de signos de enfermedad entre sus alumnos.

Aún no daban las siete de la mañana, cuando en el departamento de un quinto piso de un edificio en la colonia Morelos, en la Ciudad de México, Renata terminaba de desayunar. Eran los últimos momentos antes de volver a la rutina que se interrumpió el 20 de marzo de 2020, cuando se ordenó suspender las clases para evitar los contagios por coronavirus.

En realidad, ni Renata ni su mamá están convencidas de regresar, pero no tienen muchas opciones. Liliana, mamá de Renata, es maestra de Educación Física en la misma escuela primaria en la que estudia su hija; tiene otro hijo de 14 años, quien empezó el tercer grado de secundaria, pero lo hará distancia; al no poder estudiar y cuidar a su hermana pequeña, Liliana ha tomado la decisión de muchas madres solteras: llevar a su hija a la escuela.

“Yo no tenía este sentimiento de miedo, el cual me surgió el día de ayer (domingo), que ya me percaté que es verdad que regresamos a clases con los alumnos y mis hijos”, dijo a Excélsior mientras terminaba de alistar a Renata. Su miedo viene del recuerdo de que en enero pasado ella y su hijo mayor estuvieron enfermos de covid-19.

“Mi miedo principal es a contagiarme, que se contagie mi hija, yo había propuesto que todo siguiera virtual, pero siendo docente y no teniendo quién la cuide tenemos que regresar, y obviamente no sólo a contagiarme, sino a morir”.

Entre el miedo de la mamá que debe llevar a su hija y la presión que siente como maestra al tener a su cargo a todos los grupos de la primaria ha puesto en las mochilas de ambas los aditamentos mínimos para reducir el riesgo de contagio: gel antibacterial, toallitas húmedas y cubrebocas.

“Los padres de familia sé que esperan, esperamos, primero que nada que cuide a sus hijos, que no se contagien, también es a la inversa, yo como docente espero que los papás los envíen sanos, con todo el adiestramiento del protocolo del cuidado, no nada más es lo deposito en la escuela y ustedes maestros hagan lo que les corresponde”.

Renata, por su parte, se siente tranquila, se imagina que en el nuevo ciclo escolar va a estar separada de sus compañeros por la nueva regla de la sana distancia, en su mochila guarda sus raciones de comida, pues aunque la suya es una escuela de tiempo completo, de momento no dará servicio el comedor.

Ella es una de nueve niños que conforman el 3º A que aseguraron su asistencia para el primer día de clases tras 17 meses y 10 días de suspensión de actividades en su primaria que tiene una plantilla normal de 220 alumnos y de la cual sólo asistieron 54 niñas y niños.

Renata, cuando su mamá y hermano enfermaron, no presentó ningún síntoma de coronavirus, no saben si fue asintomática o nunca le dio. Con su mochila en los hombros, la niña de 8 años les desea lo mejor a quienes junto con ella asistieron al primer día de clases. “Usen su cubrebocas, su careta, cuiden a su familia y a ustedes”.

Sobreviviente de Covid grave

Entre los 25.4 millones de alumnos de educación básica que regresaron ayer lunes 30 de agosto al inicio de clases del ciclo 2021-2022, están los sobrevivientes de los 141 mil 876 casos de contagios acumulados de niñas, niños y adolescentes de cero a 17 años contabilizados por la Secretaría de Salud federal hasta el 23 de agosto.

Además del hermano de Renata, otra de las sobrevivientes es Andrea Guevara, una niña de 11 años, prueba viviente de que covid-19 puede llegar a ser una enfermedad muy agresiva con niñas y niños. Sus síntomas aparecieron el 15 de abril de 2020, tres días después de que iniciara el conteo oficial de casos en personas de cero a 17 años.

Su covid-19 se agravó al punto de llevarla a casi morir. Fue diagnosticada primero con síndrome de Guillain Barré y después con miositis aguda viral causada por un virus, no sabían en ese momento que era el SARS-CoV-2, por eso Andrea no duda en desmentir a quien opine que niñas y niños no padecen gravemente la enfermedad. Aun así, muere de ganas de entrar a primero de secundaria.

“Sí, porque ya no hay la posibilidad de tomar clases en línea y porque extraño a mis amigos y a veces entrar a clases”, dijo entre risas la niña que conoce bien los protocolos de cuidado.

Su padre, Arturo Guevara toma con más reserva la decisión, recuerda lo difícil que fue ver a su hija en medio de un nuevo diagnóstico.

“Ella está que muere de ganas de ir a la escuela, tiene muchas ganas, ya está cansada del encierro por el mismo diagnóstico de la miositis viral, hemos exagerado nosotros el cuidado. Yo creo que el momento para que regresen es la vacunación de los niños, en ese momento con más confianza se puede regresar”, dijo el señor Guevara.

Andrea está por cumplir 12 años en los próximos meses y hasta entonces sería candidata para ser vacunada con Pfizer-Biontech, pero tendría que recurrir a un amparo como los que han promovido padres y menores de edad para asegurar una dosis, pues adolescentes de 12 a 18 años aún no están contemplados en el Plan Nacional de Vacunación.

“Yo me quiero ir a vacunar a Estados Unidos, pero todavía no se puede por mi edad y es difícil”, consideró Andrea.

Por lo pronto, para que no perdiera su lugar fue inscrita en la secundaria, su primera opción, en la alcaldía de Coyoacán y las siguientes dos semanas irán ponderando si Andrea debe o no volver clases.

“Está de miedo, nosotros que ya pasamos por esta situación, es de terror vivir la posibilidad de que se muera uno de nuestros hijos, lo único que les puedo decir a los padres que tomen un acto de consciencia, que lo platiquen en familia y que tomen la decisión que ellos crean prudente”, dice Guevara, padre de Andrea.

Ella piensa en la expectativa que le causa el inicio de la secundaria. “En verdad sólo que sea una escuela que me enseñe bien y hasta ahorita no tengo expectativas de la secundaria”.

Hay que volver a la normalidad

“Más que nada, socializar y también extraño a mis compañeros”, dice Fátima Donají, la mayor de dos hermanas que este lunes acudieron también a su primer día de clases, en este caso en el turno vespertino. Pero hay una cosa más que extraña Donají: “Extraño incluso ir al baño y que me dé miedo porque hay una niña ahí”.

Y es que en la escuela de Donají se cuenta una leyenda que se repite en muchas escuelas del país, que están construidas sobre un cementerio. Covid-19 es un nuevo miedo que Donají deberá enfrentar.

“Del coronavirus mi familia me ha dicho muchísimas cosas, tanto que ya me dio muchísimo miedo, pero tengo que seguir avanzando si no nunca va a poder ser lo mismo que antes, obviamente no podrá ser tal cual, pero en algún punto podré estar mejor “.

La niña sabe de lo que habla, de su familia de cuatro integrantes, papá, mamá, ella y su hermana menor Aylín, Donají fue la única que se salvó cuando hubo un brote de coronavirus en su departamento. Su hermana Aylín sólo tuvo un día de síntomas fuertes, lo más difícil fue estar lejos de su hermana, por eso sabe muy bien las reglas para disminuir los contagios.

“Mantener la sana distancia, que no preste, ni pida nada prestado, nunca quitarme el cubrebocas a menos que sea necesario como para comer”, pero, sobre todo, pide a niñas y niños disfrutar las clases.

Mónica, la mamá de las hermanas, tiene miedo como muchas otras mamás, pero considera que ser consciente en los cuidados es suficiente para volver.

“En el caso de Donají que va para la secundaria el próximo año no me gustaría que su última experiencia fuera como en cuarto y por eso decidí que fuera a la escuela y tenga todo este aprendizaje y esta convivencia con sus compañeros de lo último de la primaria”.

“Aylín, por su parte, ella tiene déficit de atención e hiperactividad, entonces sí es muy necesario para ella el salir, el hacer actividades físicas, entonces pues siento que aunque sí me da un poco de temor, es muy saludable que vayan a la escuela”, señaló Mónica.

Para involucrarse más en el regreso a clases es parte del comité de salud por lo que en el primer día de clases apoyó en el ingreso de las y los compañeros de sus hijas organizándolos para entrar de manera segura.

“Pienso que volver o no si es una decisión muy personal, pero también pienso que no sabemos la pandemia cuánto va a durar, igual puede que pasen dos años, tres años, cuatro años más y tenemos que aprender a vivir con los cuidados que sean, con las medidas que se tengan que tomar para adaptarnos a vivir de esta manera”.

 

 

Visita nuestra Última hora

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales