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Nacional

Mujeres gobernando: Para tejer comunidad Layda Sansores San Román

Cuatro intentos tuvo que hacer para ganar las elecciones de Campeche, estado al que, en menos de un año, ya le imprimió su estilo personal de gobernar

IVONNE MELGAR | 08-07-2022
Layda Sansores, gobernadora de Campeche.
"La política no es capotear ni intentar leer los mensajes que no se dicen abiertamente. Eso le aprendí al presidente Andrés Manuel López Obrador." Layda Sansores, gobernadora de Campeche. Arte: Erick Zepeda/ Foto: Especial.

Como gobernadora de Campeche se reivindica como una mujer libre, rebelde, apasionada, amorosa, valiente.

Y confía en que las morenistas en el poder dejarán un legado porque “cuando una mujer llega ya a estas alturas es porque ya brincó no sé cuántos muros, ya pasamos la prueba del ácido”.

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Gobernadora que "teje comunidad"

Llama a los jóvenes a que no vivan más en las cárceles de privilegio que son las universidades; les pide salir a las calles a participar en la transformación.

Cimbrar el escenario ha sido una constante en la trayectoria pública de Layda Sansores San Román, a quien su padre visualizó como la primera gobernadora mujer de Campeche, cuando ella aún no era consciente de sus atributos políticos.

Además de la elocuencia para comunicar y “tejer comunidad”, palabras con las que nombra el propósito del “Gobierno de todos”, lema de su administración, la mandataria de Morena destaca por su perseverancia, convirtiéndose en ejemplo de que en las lides electorales la cuarta campaña sí puede ser la vencida.

Después de haber participado en 10 elecciones para diputada federal, senadora y titular del Ejecutivo estatal, a los 76 años Layda concretó el augurio del patriarca de la familia, rindiendo protesta el 15 de septiembre de 2021 como gobernadora.

Habían pasado 25 años desde su primera candidatura por el PRD a ese cargo, a invitación de Andrés Manuel López Obrador, presidente del partido en aquel 1997 en que se inició la ruta de un camino político compartido, al dar la batalla en contra de lo que consideraron un fraude electoral frente a cifras que la daban por perdedora por una mínima diferencia de votos.

Y así como en el Congreso, en los años noventa, Layda Sansores hizo temblar al gobierno y al PRI, en el que militó durante 36 años, con su voto en contra de la reforma al IVA en alimentos y medicinas, y en el sexenio anterior sacudió al Senado al interpelar al presidente Peña Nieto en tres ocasiones, hoy la mandataria agita el interés mediático y el tablero nacional con su comparecencia de cada semana: Martes de Jaguar.

Se trata de una transmisión en vivo que, a través de las redes sociales, permite a la gobernadora Sansores fijar la agenda política de los campechanos e incluso la del debate entre la oposición y el gobierno federal, como sucedió recientemente con la difusión de audios de conversaciones que su antecesor Alejandro Moreno, actual dirigente del PRI, sostuvo con diversos personajes.

Pero no todo es escándalo en los Martes del Jaguar, espacio conducido por la gobernadora que, a lo largo de casi dos horas en promedio, conversa con alcaldes, periodistas, integrantes de su gabinete, delegados de dependencias estatales, maestros, estudiantes y ciudadanos en general.

Es un ejercicio derivado de las nuevas formas de la comunicación política que impulsa la autoproclamada Cuarta Transformación, así como un escenario que retrata tanto el estilo personal de gobernar como las banderas y los distintivos del proyecto que despliega en Campeche la exlegisladora que durante 18 años dominó la tribuna del parlamento mexicano desatando crónicas y controversias.

Todo es singular en la producción de Martes del Jaguar: la cumbia que abre el programa con la frase del presidente López Obrador contra la corrupción de “toma tu Champotón”, en referencia a la derrota de los conquistadores españoles frente a los mayas en la bahía de ese nombre y que significa “mala pelea”; el estribillo de la pegajosa canción que habla de que en Campeche “ya se acabó la robadera”; la lección sobre diversas expresiones coloquiales en la lengua madre de la península; la sección de “Son shingaderas” y el infaltable momento musical en que algún grupo o cantautor cierra la transmisión: sea un mariachi, un rapero que al vuelo alude a los citados audios o una banda de charanga, parte del folclor campechano.

Como pez en el agua, la gobernadora fluye en la conducción de esta comparecencia diseñada con una escaleta de por medio, pero sin apuntador ni teleprompter, y en la que improvisa con naturalidad y carisma, en medio de abrazos a los asistentes, llamados de atención, consejos de salud o de la importancia de pagar el predial, pronunciamientos en su calidad de morenista y anuncios de los programas gubernamentales.

Son las tablas de quien cuenta con una biografía política marcada de nacimiento: su abuelo Ulises Sansores fundó el Partido Socialista Agrario y fue alcalde de Champotón, y su padre, el gobernador Carlos Sansores Pérez, dirigió el PRI nacional en el sexenio de López Portillo.

Layda, sin embargo, no se formó ni creció con la idea de ser política. Estudió el nivel superior en la Escuela Normal de Maestros, la licenciatura en Psicología en la UNAM y una maestría en la Universidad de Buenos Aires.

En su juventud temprana, había acompañado a su madre, Elsa María San Román Cambranis, en sus labores de apoyo a los centros de rehabilitación de Campeche, experiencia que alguna vez la hizo imaginarse de monja misionera, mientras leía sobre la vida de Santa Teresita del Niño Jesús.

Nacida el 7 de agosto de 1945, la joven Layda se casó al día siguiente de su titulación y se dedicó a la crianza de sus tres hijos: Layda María, Tania y Alberto Carlos. Cuando cumplió 31 años compartió su interés de trabajar. “Pero de qué”, preguntaron con asombro en la familia.

Inició así, en 1976, su carrera política y de servidora pública en cargos administrativos del entonces gobierno del Distrito Federal, donde en 1986 fue directora de Asuntos Políticos. Este giro hizo crisis en su matrimonio con un hombre al que ella caracteriza como bueno, que le llevaba varios años y a quien le había prometido que nunca trabajaría.

En 1988 se desempeñó como subdelegada de Álvaro Obregón, demarcación a la que volvería tres décadas más tarde en calidad de alcaldesa.

Al incorporarse a la administración pública, Layda era consciente de la predominancia y el liderazgo de su padre, a quien consideraba como una ceiba, árbol que, en la cultura maya, sostiene al universo. Pero también era consciente de que, bajo la sombra de una especie de esa dimensión ni la hierba crece. Por eso buscó su propia ruta. El exgobernador, sin embargo, siempre la convocaba a seguir su mismo trayecto.

En una entrevista, Carlos Sansores declaró que la única descendiente política de la familia era su hija Layda. Aquellas palabras le dieron la confianza de explorar el sueño de su padre, quien la esperaba en Campeche con reuniones que él mismo organizaba para que fuera construyendo la ruta de gobernadora.

En 1991 llegó por primera vez a la Cámara de Diputados por el PRI. Pronto se desmarcó de la cultura de la línea. Y declaraba con soltura ante los medios sus propias consideraciones sobre la situación estatal y nacional, mismas que eran recogidas por la prensa y ante las que el padre, conocedor de los códigos de ese partido y del poder, reaccionaba con asombro.

“Así no vas a ser gobernadora. No te pelees con nadie, a menos que sea necesario”, se quejaba el experimentado político cuando la diputada criticaba la gestión del mandatario estatal Jorge Salomón Azar García.

“Era una disciplina hasta la ignominia”, describe la gobernadora al recordar que su rebeldía persistió hasta convencerse de que el padre tenía razón: no sería gobernadora del PRI. Y de hecho fue candidata al cargo, primero como perredista, en 1997; en 2003, por Convergencia, y en 2015 y 2021 por Morena.

Las diferencias con el exgobernador escalaron cuando ella, como senadora del PRI, en 1995, decide votar en contra de la reforma para incrementar el IVA.

En esa complicada situación, la legisladora confesó sus intenciones a su pareja de hace más de tres décadas, de quien siempre se refiere como “mi legítimo amante”.

“Si ya vas a votar en contra, pues hay que dar las razones en tribuna”, le sugirió Romeo Ruiz Armento, actualmente embajador de México en Guatemala.

Y así fue. El hecho sacudió los cimientos del PRI, sostiene la gobernadora, al reseñar que ante su eventual indisciplina fue llevada a Los Pinos buscando que rectifica. “Entendí qué era el sistema: una presión brutal”.

Le habló a su padre para contarle lo que haría. El exgobernador le respondió con un no rotundo. “Él ya tenía embolia. Y gritaba como podía. Pero en esa llamada telefónica me empezó a hablar hasta fluido”, rememora. Le habló el exdirigente de los priistas de la lealtad y la disciplina. “¿A los que han arriado banderas?”, reviró la senadora. Al darse cuenta de que no podría convencer a su hija, le comentó que cuando hay desacuerdo, toca salirse del pleno. Pero Layda no quería irse al baño ni abstenerse. “Fue una sacudida. Era como caminar hacia el cadalso, porque contradecir una iniciativa en el PRI era el suicidio”.

Meses más tarde, el coordinador de la bancada del PRD en la Cámara Alta, Porfirio Muñoz Ledo, le preguntó sobre los pasillos del recinto: “Layda, ¿qué haces en el PRI? ¡No te das cuenta de que ahí estás muerta! ¿Te sales, sí o no?”.

A punto de subirse al elevador estaba el perredista cuando ella le respondió afirmativamente. Una decisión que asustó a su interlocutor y a ella también.

Al concretarse ese vuelco partidista llegó la primera candidatura al gobierno de Campeche, en cuyo lanzamiento estuvo flanqueada por Cuauhtémoc Cárdenas, futuro gobernante de la Ciudad de México, y López Obrador, dirigente del PRD.

Ya como integrante de la oposición le tocaron tiempos que, a su juicio, permitieron a las mujeres crecer políticamente y a ella actuar tal como era. “Empiezo a ser yo”.

Desinhibida, frontal, directa, encabezó el Movimiento de Resistencia Civil Pacífica en 1997; se sumó a López Obrador en el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo en 1998 y a las protestas en 2006 reclamando su triunfo electoral en las elecciones presidenciales, año en que volvió a la Cámara de Diputados como legisladora de Convergencia (ahora Movimiento Ciudadano).

Como senadora por el PT, entre 2012 y 2018 fue activa impugnadora de las reformas del sexenio pasado y, junto con el coordinador de esa bancada, Manuel Bartlett, férrea crítica de los cambios constitucionales en materia energética.

Con megáfono en mano y bocinas a la espalda, se hizo famosa su mentada al canciller Luis Videgaray en una de sus comparecencias y los reclamos al presidente Peña Nieto por el destino de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Se hicieron famosas sus gestiones para proteger a los trabajadores del Senado, conseguir la prestación de un comedor y las tradicionales posadas navideñas a las que llegaba con regalos y bailaba hasta el final, como lo hizo en su campaña a gobernadora y en el Amlofest de 2018.

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“Llegará ra ra, cuando Campeche se escuche claro como rugido de jaguar”, sonaba la batucada en los mítines en que la candidata ofrecía que ese animal que simboliza a la cultura maya sería el sello de su gobierno.

Sostiene haber aprendido del presidente López Obrador que la política no es capotear ni intentar leer los mensajes que no se dicen abiertamente. “Es mi ejemplo, mi inspiración, mi guía, mi libro. Lo quiero muchísimo”.

Cuando habla de su gobierno, la mandataria recurre a la metáfora del fuego. Aspira a que el del suyo tenga una llama alta y grande.

Espera fortalecer la vocación turística de esta tierra de mar, duplicar las 30 mil hectáreas de riesgo del estado y que los jóvenes “no vivan más en las cárceles de privilegio que son las universidades”: que salgan a las calles a participar en la transformación.

Retoma la reivindicación presidencial de que el sur también existe, confía en que el Tren Maya será un motor que cambiará la suerte de Campeche.

Se emociona cuando recuerda las últimas palabras que en 1970 pronunció públicamente su padre, siendo presidente del PRI, en ocasión de la primera mujer que sería gobernadora en México, la colimense Griselda Álvarez, postulada por el partido durante la gestión del campechano: “Bienvenidas las mujeres al gobierno de los hombres. Bienvenidas las mujeres a gobernar a los hombres”.

Y es que después vendría la embolia de Carlos Sansores, por lo que ese mensaje cerró el capítulo del político, en 1979.

Layda califica de bellísimo aquel discurso de su padre, pero aclara que ella no ha llegado a gobernar a los hombres. “Quisiera ser una guía, una más para construir el cambio”.

Con su programa de Las Caravanas del Jaguar, la gobernadora visita los 12 municipios de Campeche, cruza en ríos para reunirse con los pescadores, gestiona ante la Comisión Federal de Electricidad la construcción de una subestación y tuitea constantes llamados a los jóvenes, a quien invita a que se consideren sus sobrinos y le llamen “la tía Layda”.

Confiesa que, para esta última campaña vencedora, le dolió separarse de sus nietas que radican en la Ciudad de México. Pero no oculta que disfruta de su encargo, el cual ejerce con desparpajada ternura, una característica del México mesoamericano en el que creció.

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Capital del estado, el encanto de una ciudad amurallada

De la Redacción

A lo largo de la historia, las murallas, fuertes y baluartes de Campeche la protegieron de los piratas y ahora son uno de los principales atractivos de la ciudad, cuyo valor fue reconocido por la Unesco al quedar inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial, el 4 de diciembre de 1999.

En años recientes, la capital estatal fue rescatada para dar nueva vida a sus recintos amurallados y barrios tradicionales, enmarcando una cultura colmada en tradiciones, color, fiestas y en su gente. Estos son algunos de sus principales atractivos turísticos.

1. Centro Histórico

En sus calles y callejones se siente la presencia de los conquistadores españoles, de los invasores piratas, de las luchas civiles del siglo XIX. La zona es una amalgama de construcciones de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, con edificaciones con arquitectura militar, civil y religiosa, así como de complejos de oficinas y casas habitación del siglo XX, ubicadas en áreas ganadas al mar.

2. Puerta de mar

Durante dos siglos fue la entrada y salida para aquellos que utilizaban el único medio de comunicación en aquel entonces: la navegación. En los años de 1800 se le anexaron dos crujías y un portal que sirvió para alojar a los centinelas que la custodiaban similar al cuerpo de guardia existente en el polvorín. En 1957 fue reconstruida.

3. Puerta de tierra

Es una construcción que permitía defender el acceso a la ciudad desde cualquier ángulo. El muro está delimitado por un foso y cuenta con troneras desde las que se disparaban armas de fuego. Cuenta con habitaciones anexas las cuales eran ocupadas por el guardia y la tropa en turno.

4. Fuerte de San Miguel

Construido en el cerro de Buena Vista, con una superficie de 3,858 metros cuadrados, hacia finales del siglo XVIII. Inglaterra había ocupado Florida y lo que hoy es Belice, lo que despertaba el temor de ocupar tierras peninsulares. Jamás ocurrió el ataque; sin embargo, no se puso a prueba sino 50 años después, cuando el general Santa Ana instaló su cuartel atacando Campeche en 1842. Actualmente alberga el Museo de Arte Maya con piezas tan destacadas como las máscaras de jade de Calakmul.

5. Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción

En 1605, el cabildo de la villa acudió ante el obispo de Yucatán, don Diego Vázquez de Mercado, para exponerle que la iglesia parroquial, además de estar en malas condiciones, resultaba pequeña. Unos años después, el gobernador y el obispo acordaron construir una nueva. A fines de 1610 se suspendió la obra por falta de recursos.

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Una mandataria cercana a la gente

Arturo Moo Cahuich recuerda cómo en las caminatas de la gobernadora de Campeche la gente se le acerca para tomarse una foto o para hacerle planteamientos de sus preocupaciones.

Por Adrián Virgen/ Corresponsal

CAMPECHE, Cam.— Al escuchar el nombre de Layda Sansores San Román inmediatamente se viene a la mente la imagen de la mujer política, de lucha; físicamente una mujer pelirroja, aguerrida, siempre combativa, defendiendo las causas nobles en bien de los más desprotegidos; pero, pocos realmente conocen a Layda Elena Sansores San Román como persona.

Arturo Moo Cahuich actualmente senador de Campeche por Morena, en los años de los 60 fue un colaborador muy cercano de Carlos Sansores Pérez, político conocido como El Negro Sansores; fue gobernador en el año de 1967 cuando Layda tenía 22 años de edad. En esa época Arturo con apenas 18 años de edad, conoció a la actual gobernadora del Estado de Campeche.

“A la actual gobernadora la conozco desde la época de juventud y tuve oportunidad de conocer a Layda y a toda la familia; entonces hablamos de los años 60 y posteriormente vi cómo colaboró de manera dinámica y altruista a lado de Doña Elsita, su mamá; entonces esa colaboración altruista para elaborar desayunos escolares y luego cuando cambian en 1973 al Distrito Federal, donde fue electo don Carlos para ser el coordinador parlamentario de la Cámara de Diputados; entonces esa labor altruista continuó en el 26 Distrito electoral”.

Es el común denominador del círculo amigos de la gobernadora campechana la conocen como una persona de temple, carácter y al mismo tiempo sensible: “Bueno, pero a eso les falta agregar visionaria; Layda tiene visión en la política, obvio hija de gobernador que también trascendió como decimos, en los genes viene el temple, el carácter y la visión”, dijo Moo Cahuich.

En 1991 caminó por todo el territorio Campechano como candidata a diputada federal aunque era plurinominal; en 1994 también pero ahora como candidata como senadora. En 1997 Layda compitió para la gubernatura por el PRD, sin embargo, el 19 de octubre de ese mismo año hubo un enfrentamiento después de las elecciones, pues los campechanos la apoyaron ante un posible fraude electoral en el que se dijo que Layda Sansores San Román había ganado la contienda.

Según Moo Cahuich fue famosa por confrontar al expresidente Peña Nieto, secretarios de Gobernación, por confrontar a García Luna.

 “Es una figura no sólo local sino internacional”, asentó.   Ganó el largometraje de Presunto Culpable y además cuando el fraude electoral fue figura internacional porque trascendió el fraude de Campeche en Francia, Europa, en Europa cuando andaba de viaje la resistencia civil aparece en los titulares de Francia.

La gente del pueblo la quiere y en sus giras se lo demuestran: “En las caminatas se nota el afecto y voy a decirlo a ejemplificar lo más rápido; un mitin tarda 30 minutos o menos y salir del presídium tarda más de 30 o 45 minutos porque quieren el video, la selfie, la caricia, el abrazo, el planteamiento y todo eso que lleva tiempo".

 

Atender 100% de la demanda educativa, el gran reto

El gobierno de Campeche, a través de la Secretaría de Educación, brinda en dos mil 27 escuelas de enseñanza básica atención en planteles públicos al 92.5% de las niñas, niños y adolescentes, entre los 3 y los 14 años.

Durante el ciclo escolar 2020-2021, 190 mil 838 alumnos cursaron estudios de educación básica.

      Esto significa que 1 de cada 5 campechanos asiste a una escuela en este nivel, lo que permite dar una idea de la gran tarea que atiende el sector educativo.

     En el ciclo escolar 2020-2021, el indicador de cobertura del nivel preescolar fue de 70.1%, en primaria de 94.3% y en secundaria de 89.9 por ciento.

     Por otro lado, es de gran relevancia analizar el indicador de eficiencia terminal, ya que permite conocer la proporción de alumnos que logra finalizar cada nivel o tipo educativo respecto del total de quienes iniciaron sus estudios tantos ciclos atrás, como lo indica una trayectoria ideal. Para el ciclo 2019-2020 dicho indicador para el nivel primaria fue de 92.7%, y para el nivel secundaria de 87.1 por ciento.

De la Redacción

Seguridad con visión humana

CAMPECHE, Cam.— Han pasado 10 meses desde que Layda Elena Sansores San Román tomó protesta como la primera mujer gobernadora de Campeche y desde su inicio prometió que su gobierno priorizaría el bienestar de los pobres y se acabará la robadera.

Por ello, en la Secretaría de Protección Ciudadana su compromiso fue cambiar la percepción de los elementos con la ciudadanía, situación que provocó cambios en esta dependencia.

Según autoridades locales, esta dependencia estaba totalmente mermada, pues asegura que los elementos no tenían capacitación.

Marcela Muñoz, titular de la dependencia, explicó:  “Recibimos una policía mermada; nos dimos a la tarea de irnos capacitando en el modelo que queremos aterrizar en Campeche que es el de policía y justicia cívica”, expresó.

Para realmente realizar un cambio de raíz tenían que comenzar por los elementos a los que se les cambió de uniforme, pues ya hacían sus patrullajes hasta con 45 grados centígrados y con ropa del uniforme inadecuada.

Además, igualaron el salario entre los elementos estatales y municipales ya que un elemento antes de que iniciara esta administración llegaba a ganar 6 mil pesos mensuales trabajando 24 horas y sólo 12 de descanso.

Después de igualar los salarios y mantener a los elementos en armonía, comenzó la capacitación para toda la corporación policiaca.

La violencia familiar es uno de los temas más importantes que tiene la gobernadora Layda Sansores y Marcela Muñoz, sobre todo por la poca credibilidad de la ciudadanía con los elementos policiacos además de las autoridades correspondientes.

Para este proyecto se sumaron 105 mujeres de la policía estatal y otras mujeres más de las policías municipales, para que así las víctimas pudieran hablar directamente a una mujer policía para que así tuviera más confianza al comentar su situación y ayudarle a denunciar o resolver su problema. 

Adrián Virgen

 

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