‘La vida sigue a pesar del cáncer’: Débora Montesinos

En 2011 tuvo su primera mastectomía radical. En 2017, el cáncer volvió y se llevó su otro seno, sin embargo, la periodista califica la enfermedad como una experiencia educativa

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Débora recomienda invertir en buenas vendas de compresión para quienes padecen linfedema, ya que algunas muy baratas pueden dañar más el brazo. Foto: Especial

Dos mastectomías radicales, 16 quimioterapias, 17 vacunas inteligentes y 55 radioterapias. Así resume Débora Montesinos su tratamiento contra el cáncer de mama, al que tuvo que enfrentarse en dos ocasiones, vivencias que, en lugar de malas, considera enriquecedoras.

Sí entendí que esas experiencias, que son poco gratas, también son muy ricas. Cuando tú sabes que el cáncer está asociado a la muerte, por ejemplo, entonces, valoras más la vida que tienes. Y cada día que despiertas —no es una frase hecha— es de dar gracias, porque es un regalo”, cuenta a Excélsior.

El 15 de septiembre de 2011, Débora entró a quirófano por un supuesto granuloma. Esperaba que la operación fuera ambulatoria, sin embargo, seis horas después, despertó sin el seno izquierdo.

Yo regreso de la anestesia y, en mi habitación del hospital, lo que veo es a mi mamá llorando, y pues también lloré un poco. Pero le dije a mi mamá: ‘voy a salir de ésta’”, recuerda.

Desde el principio, ella decidió no asumir el papel de víctima y, en cambio, tomar los aprendizajes que le dejaba su enfermedad.

Pero no fue un camino fácil. A los golpes físicos se sumaron algunos sentimentales y laborales. El padre de sus hijos la dejó después de la segunda quimioterapia. Y, como periodista en una empresa transnacional, su jefa amenazó con reportarla por abandono de trabajo. Sin embargo, ella eligió el perdón para sanar.

Mantener el ritmo y la normalidad, dentro de lo que cabe, fue parte de su recuperación.

Mis hermanas me decían: ‘No importa que los niños pierdan un año de escuela, nosotros aquí te apoyamos, vente’, y yo les decía: ‘No, la vida sigue’”, narra.

Después, yo pensaba que había aprendido todo y, en 2017, tuve la segunda experiencia y mi actitud fue decir: ‘pues creo que no aprendí entonces tan bien, porque la vida me la está dando otra vez. Y quizá el asunto no era no haber aprendido, sino no practicarlo”, relata Débora.

Para ella, una de las enseñanzas más grandes del cáncer fue aprender a, como mujer, no dejarse al último.

Pensamos que la vida se acaba cuando te quitan un seno, por ejemplo. Porque estamos en una cultura donde la apariencia es todo… cuando no, lo importante es el ser humano que hay en ti”, asevera.

Débora decidió no reconstruir su pecho, pues implicaba tres cirugías más, con todo y el riesgo que conllevan.

Pero no me hace falta, yo no dejo de ser Débora por no tener senos. Yo sigo siendo yo… y tengo muchos motivos, cada día, para agradecer”, resalta.

“TUS AXILAS YA NO EXISTEN”

Tras su primera cirugía, Débora desarrolló linfedema, una hinchazón causada por la acumulación de líquido linfático en los tejidos. “El doctor que me hizo la primera cirugía sí me dijo que había un riesgo de desarrollar linfedema. Y eso es porque, al momento de que te quitan el seno también jalan, por así decirlo, ganglios linfáticos.

No tienes por dónde sacar el líquido que tenemos en el cuerpo…. para la parte superior del cuerpo, generalmente son los ganglios del cuello y los de las axilas. Pero al momento que tienes una mastectomía radical, tus axilas desaparecen”, explica.

Su primer cirujano le recomendó usar mangas de compresión especiales para evitar que la piel del brazo se expandiera. Sin embargo, en el Centro Médico Siglo XXI le dijeron que no era necesario, por lo que se desencadenó el efecto secundario.

Te dicen que no laves trastes, que quieras tanto a tu brazo como si se tratara de un bebé, que no puedes cargar más de kilo y medio de peso por brazo, y pues yo quisiera que me contestaran: ¿Cuántas mamás en México hacemos eso?”

Pero lo que nunca me dijeron, y que en realidad yo siento que fue lo me detonó el linfedema, fue el uso de las laptops. Yo vivía, y sigo viviendo, pegada a mi laptop, porque es mi herramienta de trabajo”, asegura Débora, quien explica que las computadoras portátiles también emiten calor, sobre todo en un uso intensivo.

Vendajes de compresión especiales, conformados por capas suaves en torno a la piel y capas más duras, de hule, son los que ayudan a combatir la inflación en casos extremos, como el Débora.

Ella, finalmente, recomienda a las personas este padecimiento derivado del cáncer, invertir en su salud y comprar las mejores vendas para combatirlo, ya que la compresión debe ser trabajada y exacta.

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