¿Qué hacer en caso de vivir hostigamiento? Existen salidas legales

Una jurista, Dulce María Colín Ojeda, experta en justicia de género, nos explica cómo actuar ante el hostigamiento sexual y qué dice la ley

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Mujer en oficina con postura de angustia frente a una computadora portátil, en un entorno laboral. La silueta representa el impacto psicológico del hostigamiento sexual, un tipo de violencia de género que afecta a miles en México, especialmente en ambientes laborales o académicos donde existe una relación jerárquica.

En México, más del 70% de las mujeres de 15 años o más han sido víctimas de algún tipo de violencia. La cifra es contundente. Pero detrás de ese número hay historias reales, muchas de ellas silenciadas por el miedo, la culpa o el desconocimiento de los caminos legales disponibles. ¿Qué puede hacer una mujer —o cualquier persona— cuando se enfrenta al hostigamiento sexual? ¿Cómo reconocerlo? ¿Es posible frenarlo con herramientas jurídicas? Para responder a estas preguntas conversamos con la licenciada Dulce María Colín Ojeda, una jurista con casi dos décadas de experiencia en el Poder Judicial de la Federación y especializada en temas de justicia con perspectiva de género.

Secretaria de Tribunal Colegiado de Circuito, egresada con excelencia académica de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Colín Ojeda ha ocupado cargos clave en juzgados penales, laborales, de competencia económica y telecomunicaciones, y ha cursado más de 40 especialidades jurídicas. Su formación incluye diplomados en derechos humanos, amparo, justicia penal, violencia de género y control de convencionalidad. Hoy, desde su posición y con una visión profundamente humana, nos explica cómo la ley puede —y debe— estar al servicio de quienes viven violencia.

Violencia de género, abuso de poder, silencio institucional: estos son los ejes que configuran la realidad del hostigamiento en México.

Un problema que invade la vida entera

“El hostigamiento es una modalidad de violencia de género que ocurre en relaciones de subordinación, como en el ámbito laboral o académico. Se expresa a través de conductas verbales o físicas con connotaciones sexuales, denigrantes, humillantes o que buscan someter a la persona”, explica Colín Ojeda.

La afectación no es menor: “El daño trasciende lo laboral. Muchas mujeres callan por miedo a perder su trabajo, a no ser creídas, a ser juzgadas. Este silencio impacta en su salud mental, su autoestima, su entorno familiar. Muchas, incluso, llegan a quitarse la vida”.

Según datos de la Secretaría del Trabajo, aunque el 39% de la población ocupada en México son mujeres, un número significativo ha vivido ambientes laborales hostiles. En 2020, el 21.9% de las mujeres asalariadas reportaron discriminación. Ambientes laborales hostiles y normalización del acoso son elementos que refuerzan esta problemática.

¿Qué se da más: hostigamiento o abuso sexual?

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre 2015 y 2023 las carpetas de investigación por delitos sexuales aumentaron 184%, pero las de hostigamiento sexual crecieron 344%. En tanto, las de abuso sexual se incrementaron en un 199.8%.

“El hostigamiento, por lo visto, es más común, o al menos se denuncia más. Pero hay que matizar: muchas víctimas de abuso sexual no denuncian. Por miedo, por vergüenza, por desconocimiento. Así que esos números, aunque altos, no reflejan toda la realidad”.

Colín Ojeda recuerda que el hostigamiento tiene un componente jerárquico: “Se da cuando hay una relación de poder, como jefe-empleada o maestro-alumna. En cambio, si ocurre entre pares, hablamos de acoso. Y si hay contacto físico, puede escalar a abuso”. Diferencias entre hostigamiento, acoso y abuso son claves para entender el enfoque jurídico.

Las herramientas legales: están ahí, pero deben conocerse

“La Constitución, en su artículo 20, garantiza derechos a las víctimas: asesoría jurídica, medidas cautelares, atención médica, reparación del daño… Pero no basta con que existan. Se deben aplicar con perspectiva y sensibilidad”, afirma.

Además de la Carta Magna, hay leyes como:

  • La Ley Federal del Trabajo, que en su artículo 3 bis define el hostigamiento y el acoso sexual.
  • La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
  • La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación.
  • La Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres.
  • Protocolos de la Suprema Corte de Justicia para juzgar con perspectiva de género.

“Pero todo eso no sirve si quien recibe la denuncia no está capacitado. El primer filtro es fundamental”, subraya. Capacitación institucional es esencial para que las leyes se apliquen de forma efectiva.

¿Se puede frenar legalmente el hostigamiento?

“Sí. Y la ley lo dice con claridad: el Código Penal Federal sanciona el hostigamiento sexual. El problema es que muchas veces se queda en letra muerta”.

Colín Ojeda insiste en que no basta con que la víctima denuncie: “También debe haber una reeducación del servidor público, del ministerio público, del juez, del abogado defensor… Todos los actores del sistema deben entender que este tipo de violencia no es normal. Y que debe frenarse con todas las herramientas disponibles”.

Letra muerta: así describen muchos las leyes que no se aplican. El desafío es hacerlas operativas y efectivas.

¿Y qué tan efectiva es la justicia en estos casos?

Las cifras son devastadoras. De las 279 mil carpetas por abuso, acoso, hostigamiento sexual y violaciones abiertas entre 2015 y 2021, solo 5,274 concluyeron en sentencia condenatoria. Eso representa un 1.89%. En hostigamiento, apenas el 0.04%.

Además, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) del INEGI, solo el 10% de los delitos se denuncian. Y de esos, más de la mitad no llega a nada.

“Las mujeres —y también los hombres— deben denunciar, resistir el desgaste del proceso y confiar en que, poco a poco, el sistema mejorará. La presión social, la capacitación y la voluntad institucional deben converger”. Sentencias condenatorias mínimas evidencian la crisis de acceso a la justicia.

¿Y cuando se abusa del sistema?

En los últimos años se han documentado casos de falsas denuncias de hostigamiento. “Eso también es violencia”, señala. “Usar el dolor real de muchas mujeres como herramienta para vengarse o extorsionar a alguien daña la lucha de generaciones. No se trata de castigar al hombre por ser hombre. Se trata de lograr condiciones justas para todas las personas”.

También ellos sufren… y callan más

“La ley no distingue género. Si un hombre es hostigado por una jefa, también puede denunciar”, explica. Pero culturalmente es más complejo: “A ellos les cuesta más reconocer que fueron víctimas, por el rol tradicional que se espera de ellos: el fuerte, el dominante. El machismo daña a todos”.

¿Y qué papel juegan las pruebas?

“Las pruebas deben obtenerse legalmente para tener valor. Si se graba un acto de hostigamiento en flagrancia, es válido. Pero si se manipula o provoca, puede ser desechado. También es crucial conservar la cadena de custodia: cada elemento debe documentarse, resguardarse y presentarse correctamente. Si no, el caso puede venirse abajo”.

Pruebas legales válidas son fundamentales para que el proceso judicial tenga éxito.

La justicia tarda… pero no debe cansar

“Un juicio mal llevado puede destruir una vida. Lo importante es resistir el proceso. Denunciar es un acto valiente, pero continuar es un acto de fe”, dice Colín Ojeda, quien ha trabajado como secretaria en tribunales penales federales y conoce de primera mano la complejidad de cada caso.

Un mensaje final: denunciar, resistir y educar

“Hay que denunciar. Hay que educarnos como padres, hermanos, hijos, jefes, maestros. Reeducarnos como sociedad. Y no justificar más con frases como ‘así son los hombres’ o ‘ella se lo buscó’. Debemos confiar en la ley, exigir justicia y no permitir que el miedo siga silenciando a las víctimas”.

“Y a quienes están en el proceso: no se rindan. Que su denuncia sea el inicio del cambio. Como dicen las madres buscadoras: hasta donde tope. Y como decimos los abogados: caiga quien caiga.”

 

 

«pdg»