Logo de Excélsior                                                        
Trending

Los excesos del jefe de jefes... y otros textos imperdibles

A través de crónicas y narrativas literarias, estas historias revelan los excesos, las luchas y los desafíos que enfrentan personas comunes en el México de ayer y hoy

Pedro Díaz G. | 18-10-2023

En las páginas de esta colección de crónicas periodísticas de Excélsior digital, nos adentramos en historias que oscilan entre lo conmovedor y lo desconcertante. Desde la transformación de Zumpango, un pueblo olvidado que se convirtió en refugio de delincuentes, hasta el escalofriante final de Sergio Oros Sánchez, conocido como 'la escoria de Reynosa', quien pereció en un brutal enfrentamiento a golpes.

A través de estas crónicas, exploramos la complejidad de la justicia y la ley en casos como el de 'El Pichi', quien regresó a prisión, cuestionando cuántos crímenes puede perdonar la sociedad. También nos sumergimos en los recuerdos de aquellos que presenciaron la caída de Edgar Valdez Villarreal, alias 'La Barbie', un jefe de jefes del narcotráfico en México.

Desde el drama personal de un choque a bordo de un Uber, que dejó una madre fallecida y una familia en duelo, hasta la crónica de una casilla electoral donde se forja el destino de un país, estas historias nos invitan a reflexionar sobre la complejidad de la vida y la muerte en México.

Diego, un niño de 9 años en el 2014 hizo temblar al sistema educativo con sus groserías. 

Estas historias revelan los excesos, las luchas y los desafíos que enfrentan personas comunes y personajes extraordinarios en la búsqueda de justicia, identidad y redención en un país marcado por la violencia y la esperanza.

Donde todo lo posible reclama pertenecer. El lugar de las crónicas, refugio de mil historias. Bitácora de aventuras; o un viaje más allá de los sentidos. Acompáñame a este recorrido por el más sorprendente testimonio de nuestros días. Bienvenido. 

Cronológicamente, los textos que te presentamos comienzan el 17 de diciembre de 2009, cuando cayó abatido uno de los narcotraficantes más temidos. 

1. Los excesos del jefe de jefes

Murió el jefe de jefes.

Arturo Beltrán Leyva. O “El Barbas”; o “El Ingeniero”; o “La Muerte”.

O el capo que trajo de cabeza a los cuerpos de inteligencia de diversos países; fue abatido en Cuernavaca. Informa la Marina que no dio oportunidad a la negociación; que disparó hasta el hartazgo hasta que su historia se desplomó en el gimnasio del complejo de departamentos donde se alojaba; pretendió armar una última defensa, agazapado.

No le resultó: los fogonazos de sus verdugos fueron esta vez más certeros. El hombre fuerte del cártel de Sinaloa fue muerto gracias a un operativo terrestre montado por la Marina Armada de México. El saldo: siete narcotraficantes y un maestre muertos; tres marinos y un civil heridos.

La noticia fue publicada en los cinco continentes, más o menos en el mismo tono: la muerte de Beltrán Leyva, sobre quien se ofrecía una recompensa de 2.4 millones de dólares, es una victoria para el presidente Felipe Calderón, quien lanzó una cruzada contra las drogas al finalizar 2006.

Lejos de la euforia y de la metralla avasalladora de los erre quinces, de la tupida reacción de los a-cás cuarenta-y-siete, comienza a tejerse la leyenda de Arturo Beltrán entre la misma duda que envolvió la ejecución de Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos:

¿En verdad está muerto?

Los marinos, irreverentes ante La Muerte, cubrirían el cuerpo de billetes; ensangrentados.

 

(Seguir leyendo Los excesos del jefe de jefes

 

 

2. IN MEMORIAM: Soraya Jiménez, fuerza arrolladora

 

Hoy 28 de marzo de 2013, nos dijo adiós. La recordaremos por siempre. 

En el 2002, dos años después de que Soraya Jiménez se convirtio en leyenda en los Juegos Olímpicos de Sydney, uno de los periodistas enviados tuvo un primer acercamiento escrito a lo que sería el capítulo de la atleta para el libro de los Medallistas Olímpicos Mexicanos. Este es el recuento de aquella noche del 2000, cuando esta mujer se vistió de oro puro.

 

Soraya, fuerza arrolladora. (Seguir leyendo)

 

3. Diego, el niño ultra grosero que cerró su escuela por bullying

El 30 de agosto de 2014, un pequeño era tan terrible en la escuela, que los padres de sus compañeros no pudieron más. 

 

Diego tiene nueve años y ha hecho muchas travesuras, pero dos de sus comportamientos más contundentes, en la escuela primaria José María Mata, en la colonia del Valle, fueron así:

      Un día se acercó a una de las pequeñas más calladas de la escuela y le dijo: ‘Te voy a bajar los calzones y te voy a violar’. La niña, temerosa, no se lo comentó a sus padres. Simplemente les pidió no regresar a la escuela. Y en dos semanas no volvió. Cuando ellos se enteraron de la razón, la cambiaron de grupo.

      En otra ocasión, lunes por la mañana, en la ceremonia de honores a la bandera, se bajó los pantalones, se mostró ante sus compañeros y les gritó: '¡Quién me la va a mamar!'

      Y hay más: 

      Como esa vez en la que, yendo en cuarto, les perdió el respeto a los de quinto y sexto y los afilió a su lista de acosados. No sólo les amenazaba con quitarles el lunch o su dinero; lo hacía. 

      O como el día en que escupió y pateó a un maestro, gritándole en la cara: '¿Y qué me va a hacer?, ¿llevarme a la dirección?, ¿llamar a mi mamá? Si ni va a venir —decía—. No me pueden hacer nada'.

      Una reciente: en el baño quiso obligar forcejeando a que otro niño metiera la cabeza al excusado.
 
      Y no olvidar el intento de ahorcamiento sobre una pequeña, cuya madre interpuso una denuncia ante la PGJDF.
 
      Diego es más que un niño tremendo.
 
      No. De ninguna manera vivirían este martirio un año más.

      ...Las quejas con la directora, los papeles ingresados a la SEP, al DIF y a otras instancias, la comunicación ya interrumpida con Diana, la madre de Diego… Nada había funcionado.

      Por ello fue que padres de familia con una hija en el plantel, decidieron, la noche del martes, que a la mañana siguiente cerrarían la escuela. Era el último recurso. Asumirían todas sus consecuencias. 

 

 

 

4. Así murió Sergio Oros Sánchez, 'la escoria de Reynosa'... a golpes

 

En mayo de 2016 una noticia impactó de manera especial las páginas de los diarios. Tenía apenas unos días en la cárcel por violar y matar a su hijastra de cuatro años. Así nos conmovió en las páginas de Excélsior digital:

 

 

“Amar a una persona es lindo, pero qe la misma persona también te ame a ti, eso, eso lo es TODo<3”

Sergio Oros Sánchez, en Twitter/ 12, enero, 2013

 

"Eztoi bien aburrido en mi kaza...."

Así se estrena Sergio Oros Sánchez en julio de 2011 en su cuenta de Twitter. Solo hará tres posteos. 

Los cuatro puntos suspensivos, las zetas, la i latina y la ka son lo de menos. El maldito aburrimiento.

El calor de Reynosa es insoportable. Ya asoma la canícula, los cuarenta días más calientes del año, esos que enloquecen y hacen delirar hasta a los puercos.

En esta época la temperatura se eleva a más de 40 grados y la sensación térmica es aún mayor. La gente acá crece torva, airada y fiera.

Parece que nada sucede en ese pueblo este julio de 2011. Sería hasta sensato morir de aburrimiento.

Pero saliendo de San Fernando un comando secuestra a cuatro autobuses de las líneas ADO, Futura y dos de Transpaís, con todo el cupo de pasajeros a bordo. Sí, allá van los 72 muertos de San Fernando.

Y cuando acaba el mes se incendian tres pipas de combustibles en la carretera Reynosa-Rio Bravo Tamaulipas.

 

En este territorio de caminos ajados sobrevivir es una proeza diaria.

‘Eztoi bien aburrido en mi kaza....’, escribe Sergio Oros a sus 16 años.

Maldito ocio.

 

(Seguir leyendo: Así murió Sergio Oros Sánchez, 'la escoria de Reynosa'... a golpes)

 

5. ‘Mi mamá no merecía morir así’, en un choque a bordo de un Uber

El 22 de agosto de 2016 se acercó a nosotros una joven que con todo el dolor del corazón nos compartió su tragedia. 

 

"Mi mamá es una trabajadora aferrada, le encanta su trabajo. Es intérprete traductora trilingüe, habla inglés, francés, español, y si hubiera sabido más zapoteco lo hubiera integrado también. Ella es de carácter muy determinado. El mundo siempre le quedó muy chiquito. Fuimos a vivir a París porque mi mamá decía que era la ciudad luz y entonces decidió que era la ciudad para ella… Es una persona muy alegre. Le gusta tanto estar haciendo cosas, que al cabo de un rato está bien cansada”.

La voz de Hrindanaxi  Villagomez Sánchez se escucha agotada, la desazón no le deja, por momentos, completar las frases. Hasta ahora al hablar de Luz María, su madre, lo ha hecho en presente. Como si estuviera aquí. 

Pero no. Y aunque quisiera no recordarlo, la joven expresa, como en un apagado murmullo: 

...“Mi mamá no merecía morir así”.

 

(Seguir leyendo ‘Mi mamá no merecía morir así’, en un choque a bordo de un Uber)

 

 

6. ¿Te has preguntado cómo nació Ciudad Nezahualcóyotl? 


En unas cuantas décadas un grupo de familias al oriente de la capital del país logró lo que parecía imposible: doblegar a la naturaleza

En unas cuantas décadas un grupo de familias al oriente de la capital del país logró lo que parecía imposible: doblegar a la naturaleza. Ni un árbol pintaba de verde el ocre panorama de los linderos del Lago de Texcoco; ahí, una nueva comunidad se estableció para enfrentar a las adversidades, y el éxodo de provincia entonces tuvo rumbo fijo: Ciudad Nezahualcóyotl, en el estado de México.

Donde ayer fueron lodazales, tolvaneras; carencias y abandono, hoy es un punto fijo en la mirada de los inversionistas, y motivo de orgullo para quienes crecieron ahí.

(Seguir Leyendo Te has preguntado cómo nació Ciudad Nezahualcóyotl)

 

 

7. La triste historia de 'El Pirata de Culiacán'

 

La muerte en diciembre de 2017 de un adolescente con escasa preparación generó toda una serie de reflexiones, en torno a la juventud mexicana; ¿de esto se trata? 

 

Hace unos días Juan Luis Lagunes departía como siempre, borracho, enmedio de amigos y bellas mujeres. Su vida transcurría entre su personalidad dicharachera, el alcohol, las drogas y el sexo, además de las videocámaras donde registraba cada una de sus andanzas, para transmitirlo todo, pues fue así, haciendo apología de la violencia, sintiéndose narco sin serlo, disfrazándose de bufón, como se hizo famoso. 

No en vano tenía en su cuenta de Facebook la friolera cantidad de un millón cien mil seguidores. Súmele los de Twitter y los de Instagram.

Era huérfano y vivía con su abuela en Villa Juárez, Navolato, antes de escapársele para aventurarse en Culiacán, y comenzar lavando coches. 

Una botella de Buchanan’s pegada al cogote lo hizo famoso. Sus barbaridades, a punto del coma etílico, trascendieron las redes sociales y su fama brincó fronteras.

 

(Seguir leyendo La triste historia de "El pirata de Culiacán")

 

8. El Pichi volvió a prisión; ¿cuántos crímenes perdona la ley?

 

Pedro Reyes Magdaleno, un vigilante de la Comisión Federal de Electricidad, encontró un final trágico un lunes cualquiera que prometía ser tan ordinario como cualquier otro. No tenía por qué ser su última guardia, su último aliento en las calles de Coyoacán. Pero la teoría del caos, aquella que sugiere que el batir de alas de una mariposa puede desatar un huracán al otro lado del mundo, encuentra en la historia de Pedro un corolario oscuro y tristemente humano. En su caso, las alas eran decisiones tomadas y no tomadas, que desataron no un huracán, sino un vendaval de violencia que arrasó con su vida.

Este relato de mayo de 2018 inicia en el punto donde los destinos se cruzan de la forma más brutal y definitiva: con Pedro cumpliendo su deber y con Ángel Vargas Baena, conocido como El Pichi, llevando su desprecio por la vida al extremo. Aquí se exploran los errores concatenados de la justicia mexicana, que permitieron que un criminal reiterado caminara libre y, eventualmente, se encontrara frente a frente con Reyes en una confrontación con un costo irreversible. Es una narración que busca justicia y memoria para un hombre que, en su última confrontación, nos dejó una historia de valentía y las consecuencias de la negligencia institucional.

 

Pedro Reyes Magdaleno no debió morir. 

No ese 10 de julio de 2017, cuando como todos los días cuidaba las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad. 

Si el aleteo de una mariposa puede causar un huracán, como postula la teoría del caos, los maremotos que los seres humanos son capaces de generar con cada una de sus elecciones cotidianas, son de dimensiones indescriptibles. 

Es cierto que el azar cuenta, en estos casos. Aquello de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada: en Avenida Santa Ana y Ejido Churubusco, Colonia Ejido San Francisco Culhuacán, en la delegación Coyoacán, por ejemplo, aquel lunes por la mañana.

Pero alguien no hizo bien su trabajo en una oficina de impartición de justicia en México, y no una, sino varias veces, en 2004, en 2016... 

Por eso, cuando Pedro Reyes --casi dos décadas trabajando en la corporación-- cumple con sus labores de vigilancia en la CFE, no debía toparse de frente con El Pichi, porque si algo tiene Ángel Vargas Baena es un inagotable desprecio por la vida.

Minutos antes, junto con un cómplice, interceptaron en calles de la delegación Iztapalapa al gerente de la sucursal, a quien trasladaron a las instalaciones y lo obligaron a abrir uno de los cajeros, de donde sustrajeron 180 mil pesos.

El robo no será limpio.

Saca el valor Pedro Reyes, policía segundo del destacamento 3 del Sector 64, y enfrenta a los delincuentes. Forcejea con uno de ellos. 

En su huída Vargas Baena dispara en el costado izquierdo de la cabeza al oficial, y mientras se desangra los asaltantes suben a una camioneta y la abandonan en la colonia Avante.

Grave, Pedro Reyes es trasladado en helicóptero al hospital. 

Es inútil. Muere por la gravedad de las lesiones. 

Nada detiene a El Pichi, quien se agazapa unas semanas hasta cometer otro delito. Trae la bala tan nerviosa como la boca. Pero los videos capturados ese día lo muestran de camisa blanca y pantalón de vestir color gris.

Un grupo de policías en Valle de Aragón confesó en 2008 el miedo que les imponía ese hombre corpulento ante las constantes amenazas de muerte.

Dos ingresos tuvo a prisión El Pichi. Y en ambos procesos terminó libre.

¿Por qué? Lo deben saber las frágiles leyes mexicanas, vulneradas, omisas. 

Pedro Reyes Magdaleno no debío morir. 

No esa mañana de lunes a manos de El Pichi.

 

(Seguir leyendo El Pichi volvió a prisión; ¿cuántos crímenes perdona la ley?)

 

9. Un día eres joven, y al otro la tierra cruje bajo tus pies

Lo que nunca imaginamos que volvería a suceder, lo hizo, en 2017 volvió a temblar en la misma fatífica fecha, lo que al año de haber sucedido nos generó la curiosidad por empalmar los dos acontecimientos, en una crónica desde el fondo de los recuerdos. 

 

 

Sencillo no es mirar atrás y reflejarse en aquellos días que marcaron nuestra existencia, pero son sacudidas tan intensas que cada detalle permanece en la memoria, nítido, imborrable 

Son las tres de la mañana del primero de octubre de 1985. 

Han pasado trece días desde el terremoto. 

Los soldados te indican que puedes pasar; que ha sido autorizado tu ingreso a la zona cero. 

Solo, sin acompañante alguno. Tienes prohibido hablar en voz alta y acelerar el pequeño auto, un Mirage del 79 que ronronea entre calles llenas de escombros. Avanzarás en ralentí por lo que quedó de la colonia Roma, cicatrices abiertas por doquier.

Hay aroma a muerte, a devastación. El polvo se te mete por los poros.

Eres parte de las brigadas de auxilio que desde hace varios días se concentran en lo que antes fue la Glorieta Miravalle y desde 1980 la Plaza de las Cibeles, lugar que se ha convertido en un punto de recolección de víveres, cuando lo primordial es salvar la vida de los heridos, rescatar a los muertos. Sobrevivir y ayudar.

Dentro de la zona delimitada por el Ejército Mexicano y a la que nadie puede entrar de acuerdo con los protocolos del Plan DN-III, hay dos grupos de vecinos que no han querido abandonar sus edificios, y, organizados, nadie los pudo sacar. Ni el miedo. 

Llevan días refugiados en una gran parte de la colonia en la que ni de tarde o de noche se escucha rumor alguno. Pueblo abandonado, golpeado por la fuerza natural de esta Tierra que palpita. Ruinas sobre ruinas. 

Reacios a salir, se instalaron en tiendas de campaña en solares aledaños, o tomaron los lotes baldíos a la espera de soluciones por parte de las autoridades.

Tu encomienda será llevarles cobijas y algunos productos de despensa. Solo tú, y con la mayor discreción posible, pues entre la destrucción hay materiales encimados que amenazan con colapsar. 

Tomarás la calle de Durango. Lento el paso, los ojos y los oídos aguzados. 

Nada hay en el lúgubre camino, y la oscuridad la rompen las luces del auto al que has colocado una gran cruz amarilla en el cristal trasero, para identificar que eres parte del voluntariado. A tus 24 años, nunca habías escuchado tan nítidamente la perturbante palidez del silencio.

Y más aún, nunca nadie te presentó al pavor. 

Cuando das vuelta en Tonalá observas en lo alto de dos edificios cómo una enorme estructura de metal cruza de lado a lado de la acera, a unos 30 metros. Piensas que si se viniera abajo en segundos tu vida seria un número más de esta tragedia.

A unos ciento cincuenta metros adelante de aquella trabe, la oyes caer. Es un sonido seco, estruendoso, que se multiplica como en ecos. Es sólo uno de los estertores del terremoto. La fragilidad de una ciudad avasallada. Sí, la viga cayó sin hacerte daño. 

Te encuentras con los vecinos, entregas las cobijas, compartes impresiones, y te preguntan por los de afuera como si vivieran en un mundo distinto. Reiteran que no se irán de ahí, que defenderán con sus vidas lo que les pertenece y está sepultado en lo que quedó de sus edificios. 

Regresas a la Plaza de la Cibeles. Ronronea el Renault; suspiras.

Se conforta tu corazón solidario. Eres uno más entre los miles que se han entregado a las labores de rescate. 

Vuelves de esa puerta al infierno en la que se convirtió esta zona de la ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, cuando en el mundo se creía que la capital del país había desaparecido.  

Un día eras joven, y al otro la tierra crujió bajo tus pies. 

 

(Seguir leyendo Un día eres joven, y al otro la tierra cruje bajo tus pies

 

 

«pdg»


 

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales