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Histórico 1968: ¡Vámonos! Fue la orden del general

Mil 300 soldados, al mando de José Hernández Toledo, dejaron Ciudad Universitaria por órdenes de Marcelino García Barragán, titular de la Sedena; los militares estuvieron en el campus universitario desde el 18 de septiembre

Andrés Becerril | 30-09-2018
A las 12:25 horas del 30 de septiembre de hace 50 años, alrededor de mil 300 soldados desocuparon Ciudad Universitaria, después de permanecer ahí desde las diez de la noche del 18 de septiembre anterior. Luego de la orden de retirada, los militares se tardaron diez minutos en irse.

CIUDAD DE MÉXICO.

A las 12:25 horas del 30 de septiembre de 1968, el Ejército empezó a desocupar la Ciudad Universitaria, después de haber permanecido ahí desde las diez de la noche del 18 de septiembre previo.

“Salieron las tropas”, fue el encabezado de la Segunda Edición de Últimas Noticias de Excélsior, conocida como La Extra, del 30 de septiembre de hoy hace 50 años, y que entonces funcionaba como el tiempo real de la información, como lo pueden ser las plataformas digitales en la actualidad.

La nota del diario vespertino informó que el Ejército inició ese 30 de septiembre de 1968, a las 12:25 horas, la desocupación de las instalaciones de Ciudad Universitaria. Diez minutos después, no quedaba allí ningún soldado.

Las tropas salieron en 25 tanques y varios transportes. Al empezar la desocupación, un grupo de universitarios izaba una Bandera tricolor en el asta de la explanada de la Rectoría y cantaba  el Himno Nacional.

Hubo muestras de alegría de parte de directores, alumnos y trabajadores que estaban presentes. Poco más de mil 300 soldados, al mando del general José Hernández Toledo, se hallaban en Ciudad Universitaria. A las 12:20 horas se terminó de levantar el acta de entrega de las instalaciones.

 

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La salida de los militares fue informada, ese mismo día, por La Extra, como se conocía a la Segunda Edición de Últimas Noticias de Excélsior.

 

Poco después, Hernández Toledo dio la orden: “¡Vámonos!; todos a los vehículos”. Los soldados tomaron sus pertenencias, se formaron y se encaminaron a los transportes. Minutos antes habían entrado en Ciudad Universitaria 500 empleados. Otros trabajadores hacían limpieza.

La nota de los hechos de hoy hace 50 años dice que cerca de las 12:00 horas llegó a Ciudad Universitaria un coronel del Estado Mayor, quien se negó a dar su nombre, y entregó un sobre al general Hernández Toledo, en el que iba la orden de partir, firmada por el general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional. Conformando así la primicia que el mismo Hernández Toledo había ofrecido a Excélsior un día antes.

Luego, Jorge Ampudia, secretario general auxiliar de la UNAM, y el contador Ernesto Patiño Hernández, director general administrativo, tomaron posesión de las instalaciones universitarias.

Los dos funcionarios llevaban la representación del rector de la Universidad, ingeniero Javier Barros Sierra. Éstos, a su vez, entregaron las llaves de Ciudad Universitaria al señor Octavio Roca Marín, director del Patrimonio de la UNAM, quien abrió las puertas de la Rectoría a los empleados.

Personal de la Universidad limpiaba toda la Ciudad Universitaria, la alberca, los frontones, escuelas, facultades y demás lugares.

 

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Ernesto Patiño, alguien identificado como Óscar y Octavio Roca Marín.

 

Toda la propaganda que fue encontrada en Ciudad Universitaria fue llevada al campo militar número 1.

Se informó que esa misma tarde del 30 de septiembre de 1968, el rector Barros Sierra iría a la Universidad. Que se rendiría por parte de todos los directores de las escuelas, facultades e institutos un informe sobre el estado de las instalaciones. En algunas facultades fueron rotos los sellos que colocó el Ejército y empezó la limpieza. Todo el movimiento fue supervisado por Ernesto Patiño y Octavio Roca Marín. En todas las puertas de las facultades se habían colocado sellos que fueron puestos por el Ejército. Los empleados entraron por decenas. Hasta las 13:10 horas habían regresado a sus labores 500 de los mil 500 que laboran.

Ciudad Universitaria quedó limpia. Durante la ocupación fueron repintadas las paredes que tenían letreros alusivos al Movimiento Estudiantil. También fueron quitados los letreros que tenían algunas aulas a las que se les cambió de nombre. Solamente faltaba que los vidrios fueran lavados para que desaparecieran los manifiestos pegados en ellas y las frases confeccionadas con pinturas de diferentes colores.

La nota periodística refiere que cerca de las 13:30 horas, Jorge Ampudia, secretario general auxiliar de la UNAM, fue a la casa del rector Barros Sierra a entregar el acta levantada.

Se trataba de una hoja con el membrete de la Universidad Nacional Autónoma de México en la cual se decía que, por órdenes del secretario de la Defensa Nacional, general Marcelino García Barragán, se entregaba Ciudad Universitaria, que era ocupada por las tropas de paracaidistas al mando del general Hernández Toledo.

El inventario de lo entregado quedó inscrito en siete hojas tamaño oficio. En ellas se mencionaba en qué condiciones estaban las Instalaciones de CU.

Por su parte, Octavio Roca Marín dijo a La Extra que las instalaciones estaban en buen estado, y que se dejó todo cerrado.

 

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La Extra informó que las tropas salieron en 25 tanques y en varios transportes más. Fotos: Archivo/Excélsior

 

A la hora de la desocupación militar, a las 12:30 horas, se reunieron en la Casa del Lago todos los directores de las escuelas, institutos, facultades, centros de investigación, preparatorias, servicios escolares y administrativos, así como los representantes de los Comités de Lucha de los planteles en huelga, en espera de que se desocupara Ciudad Universitaria.

Se informó que había nerviosismo, todos estaban impacientes. Sólo esperaban una llamada telefónica para trasladarse hacia allá. Entre los más nerviosos estaban el licenciado Ernesto Flores Zavala, director de la Facultad de Leyes; doctor Leopoldo Zea, de Filosofía y Letras; Enrique González Pedrero, de Ciencias Políticas y Sociales; Fernando Salmerón, del Instituto de Investigaciones Históricas; (Carlos) Campillo Sainz, de la Facultad de Medicina, y otros.

El mismo día que Ciudad Universitaria fue desalojada, se conoció la información de que la marcha programada del Monumento a la Madre a la Cámara de Diputados se realizó sin incidentes.

La manifestación de varias miles de madres de familia, vestidas de luto, a quienes acompañaron en la marcha estudiantes y pueblo, se inició en el Monumento a la Madre y terminó frente al edificio de la Cámara de Diputados (entonces en la calle de Donceles).

Ahí se celebró un mitin en el que participaron como oradores varias madres y algunos jóvenes. En sus intervenciones protestaron por la persecución de que han sido objeto los jóvenes y pueblo en general y por los actos de terrorismo que se han realizado contra escuelas y otras instituciones.

También hicieron un llamado para que cesará la represión en contra de los estudiantes y sus familias; y demandaron, igualmente, la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, por considerar que los mismos violan la Constitución y los derechos humanos.

Pidieron la libertad de Demetrio Vallejo, Valentín Campa, José Trujillo y otros, a quienes señalaron como defensores de la clase trabajadora. Dolores Sotelo, en nombre de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas, expresó la solidaridad de esa organización con el Movimiento Estudiantil.

La madre del estudiante Luis Lorenzo Ríos Ojeda, muerto durante las acciones represivas en el Politécnico, afirmó que ella continuará la lucha por la que su hijo dio la vida. En el curso del mitin, por medio de megáfonos requirieron la presencia de los diputados, para entregarles dos documentos suscritos por la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas.

En uno de esos documentos se solicitaba la amnistía general para todos los presos políticos, y en el segundo, dirigido al Presidente de la República y a los representantes de los poderes Judicial y Legislativo, se pidió el restablecimiento inmediato del orden y la tranquilidad con base en el respeto irrestricto de todas las garantías constitucionales; que se terminaran con las detenciones en masa y consignaciones ilegales de que estaban siendo víctimas cientos de ciudadanos; y que se pusiera en libertad a todos los presos políticos.

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