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Después de medio siglo nació una guacamaya en Los Tuxtlas

Logra la UNAM el nacimiento del primer polluelo silvestre de guacamaya roja en los Tuxtlas, Ver

UNAM GLOBAL | 17-10-2018

CIUDAD DE MÉXICO. 

I.

En México quedan menos de 200 guacamayas rojas en libertad

La UNAM labora en un proyecto para rescatar la guacamaya roja en los Tuxtlas, Veracruz, donde hasta el momento han liberado 189

“Antes sí hubo guacamayas, me contaron unos señores que sí las conocieron en libertad, pero ellos ya no existen, aunque dejaron platicado que sí las vieron”, narró Abraham Ramírez, habitante de Catemaco, Veracruz.

Las culturas prehispánicas consideraban a las guacamayas como animales sagrados representantes de los dioses. Veían en ellas características que les recordaban al proveedor de energía que era el Sol. Su plumaje rojo emulaba el fuego, el amarillo al Sol y el azul al cielo, era como contemplar un amanecer.

En la actualidad, estas aves se encuentran en peligro de extinción debido a su persecución para el mercado de mascotas. En México, habitaban desde Tamaulipas hasta Chiapas, pero hoy existen menos de 200 aves en la Selva Lacandona, señaló en entrevista Patricia Escalante, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM.

Otra de las razonas por las que ha disminuido considerablemente su población es la pérdida de su hábitat debido a la tala indiscriminada. Así, cada vez quedan menos selvas tropicales en México, Centroamérica, y en general, en el mundo.

El problema es grave, y a pesar de estar catalogadas como especie en peligro de extinción por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), continúa  su comercio ilegal. “Aunque se hacen esfuerzos, no es una garantía salvarlas”.

La reintroducción 

 

La UNAM, la reserva ecológica Nanciyaga (ubicada en la selva de Los Tuxtlas), la Asociación Bosque Antiguo y el Parque Ecológico Xcaret crearon un proyecto conjunto con el propósito de rescatar esta especie.

En Xcaret se encuentra la colonia reproductiva, donde estudiantes de servicio social de la UNAM ayudan y crean grupos de guacamayas de un año de edad, para después liberarlas en la reserva Nanciyaga de Los Tuxtlas.

En 2014 se liberó a las primeras aves rojas, desde entonces se han puesto en libertad siete grupos con un total de 189 ejemplares, de las cuales han logrado adaptarse 155. “Hemos tenido algunas bajas pero esto es normal”.

En libertad 

Entrenar y liberar a las guacamayas para que aprendan a vivir en libertad es la parte crítica, pero una vez que se encuentran en su medio ambiente son felices, dijo Areli Arias Montero, veterinaria egresada de la UNAM, quien labora en el proyecto.

“Están ejerciendo su biología que es para lo que nacieron, volar, tienen la libertad de ir a donde quieran y comer donde quieran, creo que sí son felices, y sobre todo, volver a su hábitat y volver a estar en un lugar donde no hay rejas ni jaulas, es algo muy bonito”.

Para ponerlas en libertad, Arias Montero narró que realizan un entrenamiento que consiste en perseguirlas con redes para que generarles aversión hacia las personas, y así no se dejen atrapar. Además, las acostumbran a que no estén en el suelo y así no las alcancen los depredadores.

Esta actividad también les sirve para hacer condición física y para empezar a practicar el vuelo, que es lo que realmente van a hacer cuando sean libres.

En cuanto a la alimentación, Esteban Cortez, trabajador en la reserva ecológica Nanciyaga, explicó que las atienden por la mañana y tarde. Les brindan diferentes frutas, desde plátano, manzana, betabel, guayaba, entre otras, y además, les agregan frutos silvestres para que cuando las liberen los reconozcan y se alimenten de ellos.

Estas frutas las colocan junto con bandejas de agua en los comederos, que son unas tablas de madera vestidas con un camuflaje de ramas y suben a los árboles por medio de unas poleas. En Nanciyaga tienen cuatro comederos en diferentes áreas, que van desde los 10 hasta los 15 metros, donde las guacamayas pueden alimentarse en libertad.

La importancia 

Este proyecto es fundamental para rescatar no sólo a las guacamayas, sino también su hábitat, y con ello, conseguir que otras especies se conserven.

“Ver a las guacamayas libres es muy bonito, nos trae bastante ambiente y lujo para el pueblo y para todos. Son aves que ya se habían ido y regresaron. Esperamos que se ambienten otra vez,” apuntó Abraham Ramírez.

II. 

 

 

La última vez que se avistaron guacamayas rojas en la selva de los Tuxtlas fue en los 70. Hoy, después de 50 años nace el primer polluelo en libertad, producto de un plan de rescate de la UNAM junto con la Reserva Ecológica Nanciyaga, la Asociación Bosque Antiguo y el Parque Ecológico Xcaret.

De acuerdo con Patricia Escalante, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, no tiene sentido liberar guacamayas en la zona si entre ellas no se reproducen. “Tarde o temprano se acabarían de nuevo”.

El hecho de que haya nacido un polluelo brinda una gran esperanza tanto para el proyecto como para la conservación de la especie, añadió orgullosa la universitaria.

A decir de Carlos Manuel Rodríguez Mouriño, subdirector de la Reserva Ecológica Nanciyaga, se trata de un trabajo cotidiano de siete días a la semana durante todos los años. “Es un esfuerzo de un equipo de jóvenes de servicio social, tesistas y biólogos expertos en guacamayas”.

Hasta la fecha, se han establecido cuatro sitios de liberación: Reserva Ecológica La Otra Opción, Reserva Ecológica Nanciyaga (sitio operativo del proyecto), Reserva Ejidal Benito Juárez y Reserva Ejidal Dos Amates.

Incentivar la reproducción 

Para incentivar la reproducción de las guacamayas liberadas, el equipo de trabajo de Patricia Escalante instaló en las copas de los árboles cajas-nido hechas de madera. La idea es que las aves las utilicen para poner sus huevos.

En la Ciudad de México, Omar Gómez decidió realizar su tesis sobre estrategias para incentivar la reproducción de la guacamaya. Así, comenzó su labor en la selva, donde trepó a las copas de los árboles para instalar 12 cajas. “Al principio me daba miedo llegar tan alto, pero ya me acostumbré y hoy hasta me gusta”.

Su tarea consistió en subir una vez al mes para revisar nido por nido, y así averiguar si había una buena noticia y encontraban huevos.

Desde el principio, las guacamayas se metían a las cajas nido, pero seguramente estaban “echando novio”, contó entre risas la bióloga de la UNAM. “Tenían mucho que aprender todavía”.

La temporada de reproducción inicia desde el mes de marzo y puede alargarse hasta agosto, para el mes de mayo “considerábamos que ya no se iba a dar ningún polluelo, porque ya había pasado mucho tiempo y no encontrábamos nada”, relató Omar.

Una esperanza

Llegó la sorpresa, las guacamayas pusieron en junio. “Cuando subí y vi los huevos en uno de los nidos, fue muy emocionante y emotivo, porque ya habíamos descartado toda idea, ya era más subir por trámite y cumplir los requisitos de los monitoreos”, destacó el joven.

Patricia Escalante relató emocionada que encontraron cinco huevos. “Pensamos: ‘ay son muchos, no creo que se den todos’”. De hecho, es muy difícil que en la naturaleza una pareja de aves logre tantas crías, regularmente sobrevive una.

Este nido resulta especial, porque además de ser el primero de las guacamayas liberadas, detectaron que es cuidado por tres adultos. “Son dos hembras las que pusieron los huevos acompañadas por el mismo macho”.

Para habitar el nido, las guacamayas esperaron que se desocupara porque en la temporada anterior tuvo por inquilinos a unos zopilotes. “Seguramente aprendieron de ellos cómo cuidar a sus crías”, explicó Escalante.

A través de una cámara instalada sobre el nido, los biólogos han seguido su evolución y al parecer va muy bien. “Las hemos dejado que las críen solitas, no hemos intervenido, y lo han defendido de posibles depredadores”.

Si al polluelo lo crían sólo sus padres comenzará una nueva generación completamente silvestre que no esté apegada con los humanos, concluyó la académica universitaria.

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*Este contenido es publicado con autorización de UNAMGlobal

 

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