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Nacional

Descobijan a reboceros; se pierde tradición por falta de difusión

El rebozo es una pieza tradicional de la vestimenta mexicana hecha de algodón, lana o seda; se fabrica prácticamente en todo el país en telar de cintura o de pedal, algunos van bordados

Erika de la Luz Márquez | 15-09-2017
Las manos de Ramón, el maestro rebocero de La Piedad, fabrican esta artesanía que es parte de la vestimenta tradicional mexicana.

CIUDAD DE MÉXICO.

Actualmente la producción artesanal del rebozo se encuentra en crisis. La industrialización, la falta de difusión del producto, los altos costos de la materia prima, la preferencia por otro tipo de prendas y el desinterés de las nuevas generaciones por continuar en el oficio, colocan a este arte en peligro de extinción.

Desde el nacimiento hasta la muerte, el rebozo acompaña a las mujeres mexicanas de todas las clases sociales, sus colores vivos se pueden ver en una madre cuando arrulla a su bebé, como instrumento de trabajo para cargar objetos, en una ejecutiva que lo usa como accesorio, en mujeres que acuden a una ceremonia religiosa, en una boda como velo, incluso como mortaja.

El rebozo se fabrica prácticamente en todo México, desde Chiapas hasta Baja California, lo que lo ha vuelto un símbolo de la cultura, pero en cada región tiene símbolos diferentes como el color y el entretejido de los hilos que identifican su origen y comunidad que lo utiliza.

Los centros reboceros más conocidos son: Santa María del Río en San Luis Potosí conocido como “la cuna del rebozo”, famoso por sus rebozos de seda; Tenancingo, Tenango y Tejupilco en el Estado de México, donde se realizan de algodón; La Piedad y Tangancícuaro en Michoacán; Tepexi de la seda y Tepeji del Río en Puebla; Moroleón y Valle de Santiago en Guanajuato; y Chilapa en Guerrero.

En algunas regiones de Chiapas, se tejen plumas en los huipiles y rebozos de boda, pues dice la tradición que así la mujer será hogareña como la gallina y no abandonará su hogar.

El rebozo está arraigado en la cultura mexicana y ha quedado en la memoria musical con las canciones:

“…Tápame con tu rebozo, llorona, porque me muero de frío…” La llorona

“…La patita, de canasta y con rebozo de bolita, va al mercado…” La patita

“…Cuándo me traes a mi Negra, que la quiero ver aquí, con su rebozo de seda, que le traje de Tepic…” El son de la Negra

O en dichos populares como:

“Puede más un rebozo que un caballo brioso”

“Si se atora en mi rebozo, la culpa es del rapacejo”

“Te enredas en cualquier parte como los rebozos”

A través de la historia, las adelitas en la Revolución Mexicana portaron rebozos, la pintora Frida Kahlo, la cantante Lila Downs, la exprimera dama Margarita Zavala han utilizado el rebozo como parte de su vestimenta.

En Michoacán, los artesanos de rebozo dicen que cuando tejen el rebozo tejen sentimientos, recuerdos y costumbres. Enlazan con amor a las familias; proporcionan afecto, calor y seguridad.

“Es algo más que una tela ornamental con nudos y flecos en las puntas; es cuna que arrulla, un abrazo cálido de amor maternal, abrigo que cobija, sombra que refresca, manto de fe, vestimenta que corona y elegancia que distingue”, dijo Pedro, un rebocero michoacano.

Es un símbolo de identidad nacional en el que los artesanos mexicanos, por largo tiempo han logrado plasmar la creatividad y sentimiento del arte popular.

“México siempre se ha dado a conocer por su traje tradicional, por su vestimenta, lo que involucra parte de uno mismo, por ejemplo en Cajonos, nosotros usamos el rebozo blanco para el sol, para el frío; y tener un rebozo es sentirme zapoteca, sentirme oaxaqueña, sentirme mexicana porque el rebozo nos da identidad a todas las mujeres”, comentó con ímpetu Natividad Zárate, artesana de rebozos en la región de Cajonos, Oaxaca.

Al igual que muchas artesanías, el rebozo encuentra en los talleres familiares el sitio idóneo para su minuciosa elaboración, constituyéndose como una tradición y orgullo heredar los secretos del oficio, de generación en generación.

La elaboración de un rebozo puede tardar de una semana hasta un mes, dependiendo si es elaborado en telar de cintura, de pedal o bordado, y puede ser de algodón, lana o de seda.

“Hay comunidades donde todavía van a recolectar la materia prima como el algodón, crían el borrego para la lana, crían el gusano para la seda, incluso hay quienes tiñen con vegetales las telas para dar esos colores tan hermosos a los rebozos”, señala Irene Gómez, investigadora de Museo Nacional de Artes Populares.

FABRICACIÓN

Los centros reboceros más conocidos son:

  • Santa María del Río, en San Luis Potosí
  • Tenancingo, Estado de México
  • Tenango, Estado de México
  • Tejupilco, Estado de México
  • La Piedad, Michoacán
  • Tangancícuaro, Michoacán
  • Tepexi de la seda, Puebla
  • Tepeji del Río, Puebla
  • Moroleón, Guanajuato
  • Valle de Santiago, Guanajuato
  • Chilapa, Guerrero

Mantienen la tradición en La Piedad

MORELIA, Mich.— A los 7 años ya tejía un rebozo completo y a los 13 uno de los más finos; hoy, a sus 87 años, don Ramón es uno de los pocos reboceros de La Piedad que aún mantienen vivo este oficio-artesanía en su taller.

De los casi 50 talleres artesanales que existían hace unos 60 años, a lo mucho prevalecen cinco, asegura Ramón Zambrano. Antes, en cada casa las mujeres y hombres desarrollaban esta actividad, ahora ya son pocos los que mantienen el tejido de estas prendas como un negocio y a la vez como forma de preservar la tradición de la elaboración de los mundialmente conocidos rebozos de La Piedad.

“La Piedad era 100% rebocera, eran como 48 talleres y había en las casas gente que hacía sus rebozos, tenían sus telarcitos para trabajar ellos solos, así empezó aquí la rebocería. Ahorita nada más quedan como 4 o 5, ya los demás ya no, ya se han acabado muchos talleres”.

El taller de don Ramón: Rebocería Zambrano, tiene 61 años; fue su padre Ramón Zambrano Zamora, quien le enseñó cómo hacer la prenda ahora considerada incluso de lujo. Dejó el oficio para emigrar a Estados Unidos y trabajar en el campo más de tres años, pero tras ahorrar dinero regresó a La Piedad donde reabrió el taller de su papá.

Desde entonces, junto con su esposa Ana María Ramírez, han mantenido viva la herencia, “mi esposa y yo empezamos con un telarcito, y mi papá nos dio surtido de hilos y empezamos a trabajar y a trabajar, y hasta ahorita, a la fecha, tenemos el taller de rebocería, aquí con mi esposa tenemos 61 años”.

Así como su papá le enseñó el arte de la rebocería, don Ramón transmite la enseñanza a sus hijos y nietos.

A su hijo Ramón Zambrano Ramírez y a su nieto Ramón, les inspira saber que esta prenda la han utilizado figuras reconocidas como María Félix y la actriz michoacana, Stella Inda.

“Siempre hubo mucha producción de rebozos y cuando más se vendió fue cuando Stella Inda filmó El Rebozo de Soledad”, cuenta con entusiasmo la cabeza de este negocio.

Herencia

Aunque conservan lo clásico: rebozos económicos y de lujo, también buscan innovar con la introducción de colores nuevos y productos; además de rebozos elaboran chalinas, moños y bolsas; adicional son los vestidos cuando algunos diseñadores se los solicitan, “antes eran colores muy tristes, negros, cafés, azul marino ahora metemos turquesas, palos de rosa, rojo, colores más vivos y llaman más la atención. Hemos innovado en los colores y combinaciones porque tenemos que darle el gusto a la gente, aparte hacemos también bolsas del mismo rebozo, no nos estamos quedando solamente con la misma prenda, muchos diseñadores se nos acercan para hacer vestidos”.

La producción semanal de la Rebocería Zambrano es de mil 100 a mil 500 piezas a la semana, cantidad que no han dejado de hacer a pesar de que consideran que en el año hay cuatro meses un poco malos en las ventas: enero, febrero, marzo y abril; el resto se recuperan, “tenemos que seguir produciendo, tenemos que amortiguar los sueldos de los trabajadores, los gastos de las materias primas, no podemos detenernos porque sabemos que en futuros meses nos podemos reponer”.

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