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Ultraderecha se mete de lleno a España

Con el ingreso del partido Vox al Parlamento, el país hispano se suma a la ola radical que gobierna en Europa

Patricia Godoy / Corresponsal | 17-12-2018
Ciudadanos españoles ondearon banderas de su país para expresar su apoyo al partido Vox, durante un mitin con los líderes de la agrupación política, en la Plaza de Colón, en Madrid, el 1 de diciembre pasado. Fotos: AP/Archivo

BARCELONA.

La excepción terminó. Hasta hace unos días, España formaba parte de ese escaso grupo de países europeos en los que la extrema derecha no había conseguido entrar en sus parlamentos.

Esa singularidad española frente al extremismo conservador finalizó en el lugar más inesperado: Andalucía, la región más poblada del país (8.4 millones de habitantes) y que había sido el bastión histórico de la socialdemocracia española, donde el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) gobernó durante 36 años.

Las elecciones regionales andaluzas del 2 de diciembre dejaron boquiabierto a buena parte de este país: Vox, un pequeño y joven partido de extrema derecha sin un claro programa político, consiguió entrar en un Parlamento regional con el apoyo de 11% de los votos andaluces, que le dieron 12 escaños, de 109. Hoy Vox tiene la llave de un gobierno que concentraría todo el espectro conservador español (Ciudadanos, PP y Vox). Un terremoto político que nadie, ni encuestas, ni analistas, fue capaz de predecir.

Ahora, España ya es miembro de pleno derecho de esa “Unión Europea”, de países donde la extrema derecha –con su discurso nacionalista, xenófobo, machista y excluyente– tiene presencia parlamentaria: Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Austria, Grecia, Finlandia, Hungría, Polonia... y así en casi todos los países del Viejo Continente, excepto Portugal e Irlanda, los últimos irreductibles.

CRISIS DE CREDIBILIDAD

¿Qué ha pasado para que el apoyo a la nueva formación ultraespañola aumentara?, se preguntó Xavier Casals, historiador y especialista en extrema derecha. “El cataclismo no obedece a una única causa. Vox se benefició del hartazgo de 36 años de un gobierno socialista que parecía imbatible”, dijo.

En ese mismo sentido, Pol Morillas, director del Think Tank español CIDOB, afirmó a la prensa española que este súbito auge de Vox “se debe a una crisis de la credibilidad política”.

Para Pablo Simón, politólogo y profesor en la universidad Carlos III de Madrid, el contexto internacional también es un factor que explica el avance ultraderechista que representa Vox:  “Permeó la idea de que la extrema derecha puede ser una opción”.

El periodista Carlos Mármol reflexionó en el diario La Vanguardia que Vox “no sólo atrajo electorado conservador, también votantes procedentes de capas populares”.Una situación similar a la del Frente Nacional en Francia y ahí, en el descontento, surgiría, según Mármol, una parte importante de los casi 400 mil votos que captó Vox en los pasados comicios regionales.

En sentido contrario se expresan desde Vox. Su secretario general, Javier Ortega Smith, niega que el voto recibido por Vox sea “de protesta”, dijo en una reciente entrevista de radio. “Es un voto ideológico, de ideas”, defendió.

Aunque sus portavoces se resisten a aceptar que el partido  sea de extrema derecha (“Somos un partido de la extrema necesidad”, alegaron) su escaso programa político los contradice: reclamos tradicionales ultraconservadores y tres discursos principales centrados en furibundo antifeminismo, abierto racismo y antieuropeísmo.

En Vox están, además, en contra del aborto, de los derechos para el colectivo LGTBI, del nacionalismo catalán, y en contra de las leyes para revisar los crímenes impunes de la dictadura franquista.

DISCURSO COMÚN

Los planteamientos de la agrupación son, en general, muy similares a los de la extrema derecha europea adaptadas a las coyunturas locales de cada país. “Por un lado, todos comparten un discurso populista antiélites y, por otro, la reacción cultural de defensa de la nación, los valores conservadores, frente a amenazas como la inmigración, los movimientos feministas, LGTBI, y, en el caso de España, la amenaza interna del secesionismo (catalán)”, explicó Ignacio Jurado, politólogo de la Universidad de York.

Pol Morillas indicó que lo que cambia entre uno y otro país es el encaje político de la extrema derecha: “Mientras que en países como Alemania o Francia, los movimientos de extrema derecha se han convertido en fuerzas de oposición principal pero no forman parte del gobierno, en otros como Austria o Finlandia se formalizan como fuerza de gobierno”.

Empujados por el conocido America First, de Donald Trump, y por “los italianos primero” del vicepresidente italiano, Matteo Salvini. En solitario o en coalición. Con un discurso simple y sin complejos de “nosotros frente a los otros”. Y al abrigo de una crisis económica de la que no se acaba de ver la salida. La ultraderecha sigue su avance en toda Europa.

VOTO EN AUMENTO

La gran incógnita ahora es si la irrupción de Vox se trasladará al Parlamento nacional. Nadie se atreve a responder con rotundidad, aunque hay voces como la del profesor Casals que afirman que dado que las elecciones andaluces mostraron que Vox “no sólo aglutina un voto útil, sino que es decisivo para forjar o condicionar gobiernos. Su tendencia de voto aumentará”.

Ése es el principal temor que alberga estos días el Presidente de España, el socialista Pedro Sánchez, ya que, si no logra aprobar sus presupuestos para 2019, se verá obligado a convocar unas elecciones en las que, muy probablemente, perdería el gobierno.

Fiel a su tradición histórica fruto de 40 años de retrasos acumulados por la dictadura franquista, los cambios sociopolíticos aquí suelen llegar tarde. España ya no es una excepción política en Europa en lo que respecta al auge de la ultraderecha xenófoba, nacionalista y antifeminista. Tardó en hacerse visible, pero ya está aquí. Hay quien dice que nunca se fueron.

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