Taxistas de Roma están indignados... porque les dijeron que manejan como Verstappen de la F1
Los taxistas rechazan la comparación del director de Mercedes F1 con Max Verstappen y defienden su pericia frente al caos vial de la capital italiana.

Y eso que no han visto a los choferes de bus de Indios Verdes sobre la México-Pachuca... una simple pregunta poscarrera en el paddock del Gran Premio de España desató esta semana la furia de cientos de taxistas romanos. El detonante fue un lance en la primera curva de Montmeló: Verstappen, cuatro veces campeón mundial, defendía posición ante Russell y cerró la trazada de forma agresiva.
Los comisarios lo sancionaron con cinco segundos y un punto en su licencia. Consultado sobre el choque entre Max Verstappen y George Russell, el director del equipo Mercedes de Fórmula 1, Toto Wolff, buscó un símil estridente:
“Esto es furia al volante, como los taxistas de Roma o Nápoles”, declaró el austriaco ante un periodista italiano que sugería que los pilotos de su país habían “mejorado mucho”. El periodista intentó matizar, pero Wolff dobló la apuesta: “Hay mucha agresividad en el centro de Roma y Nápoles”.
Para los choferes de la capital italiana, la frase fue gasolina pura.
“Tal vez sea mejor que Wolff se concentre en el rendimiento de su propio equipo”, replicó con ironía Loreno Bittarelli, presidente de 3570, la mayor cooperativa de taxis de la capital italiana. Bittarelli no es el único en ver la temporada 2025 de Mercedes con menos podios de lo habitual; su respuesta, sin embargo, apuntaba sobre todo al orgullo profesional de quienes pasan diez o doce horas diarias entre los baches de la Via Nazionale y las hordas de scooters que zigzaguean sin miedo.

“Roma es una jungla, no un circuito”
Para Alessandro V., taxista veterano entrevistado para el diario Corriere della Sera, comparar su día a día con una vuelta en el autódromo de Barcelona es “un cliché banal”. “Somos los primeros en no querer accidentes; si chocamos, perdemos la jornada laboral”, explicó mientras aguardaba pasajeros en Piazza Fiume. Luego lanzó el reto: “Me gustaría ver a los pilotos de Fórmula 1 maniobrando entre obras, scooters y carritos de golf como nosotros. Roma ahora es una jungla, no un circuito de Fórmula 1”.
Sus colegas asentían. Roberto, con 40 años al volante, añadió que la congestión actual —agravada por obras interminables y la invasión turística de carritos eléctricos de alquiler— ha disparado los tiempos de trayecto: “Ahora se tarda treinta minutos en recorrer dos kilómetros”. Esa cifra parece menor comparada con los 200 km/h que promedian los monoplazas de Verstappen, pero es el tipo de estadística que define la experiencia del pasajero en la capital italiana.
Tráfico, caos y reputación en Roma
Roma registraba en 2024 cerca de una flota de 650.000 automóviles particulares, una de las cifras más altas de Europa occidental. A ello se suman más de 90 mil motocicletas y ciclomotores circulando a diario, según cifras municipales. Las obras de mantenimiento del alcantarillado, la expansión del tranvía y la sustitución de tuberías han convertido varias arterias históricas en calzadas estrechas y polvorientas.
En ese escenario, los taxis —unos 7 mil 800 con licencia— funcionan como “navegadores humanos”, según describe Nicola Di Giacobbe, dirigente del sindicato Filt-CGIL.
“Conducimos como un Mercedes, ya que ahora solo va a 48 km/h, igual que nosotros”, bromeó, antes de reconocer que la movilidad romana “se ha convertido en tierra de nadie” por la falta de control sobre nuevas modalidades como los VTC (los taxis de aplicación) o los patinetes compartidos.

Si en el sur —famoso por la conducción creativa— el comentario pasó sin eco, en la capital encendió un viejo resentimiento. Los taxistas romanos cargan con la fama de tarifar alto y acelerar más de la cuenta, una reputación cimentada en estereotipos.
Más allá de la anécdota
La polémica llegó en un momento delicado para el servicio público romano. La administración municipal, presionada por las quejas de los viajeros y un déficit crónico de licencias, ha prometido 4 mil nuevas placas antes del Jubileo 2025. Los sindicatos de taxistas advierten que el problema no es cuántos coches blancos hay en la calle, sino el “fenómeno de transporte ilegal” que —afirman— agrava la congestión y erosiona ingresos.
“El tráfico es tierra de nadie”, señaló Di Giacobbe, quien relaciona el alza de coches privados y aplicaciones de transporte con “la libertad que tienen las multinacionales para introducir cualquier medio y tema”.
El Ministerio de Infraestructuras, por su parte, prevé presentar en julio un plan nacional de movilidad urbana que busque armonizar flotas, transporte público y micromovilidad. El incidente mediático, lejos de ser anécdota, revitalizó las demandas de los taxistas de Roma para ser incluidos en la mesa de negociación.
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