Reunión Excélsior-El Vaticano: Encuentro en el corazón de la Santa Sede

Portada del periódico Excelsior con el papa Pío XI y Rafael Alducin.

Luego de una larga carrera dentro del servicio católico, el italiano Ambrogio Damiano Achille Ratti se desempeñó como bibliotecario en la biblioteca del Vaticano. Luego, fue enviado a cumplir misiones en Polonia.

Tras la muerte del papa Benedicto XV, el 2 de febrero de 1922, Ambrogio Achille fue elegido como nuevo Sumo Pontífice, adoptando el nombre de Pío XI.

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Poco más de un año después de ocupar el cargo, recibió al fundador del periódico Excélsior, Rafael Alducin, quien se encontraba en un viaje de trabajo por Europa, con el propósito de atraer nuevos negocios para su empresa periodística.

Dentro del itinerario visitó las principales ciudades del Viejo Mundo, entre ellas, la capital italiana, Roma, sede central de la Iglesia católica en todo el mundo.

El Sumo Pontífice concedió una audiencia especial al periodista mexicano, lo cual se considera una gran distinción, ya que pocas personas alcanzan tan distinguido honor”, consignó Jueves de Excélsior sobre la entrevista exclusiva de Alducin con el Papa.

thumb — Página del periódico Excélsior de 1925.

FE MEXICANA, POLÍTICA, EL DÍA DE LAS MADRES… LOS TEMAS TRATADOS EN LA REUNIÓN

Durante la reunión, se tocaron varios temas de interés relacionados con la fe católica mexicana, al mismo tiempo, el también gerente del diario detalló al Pontífice la situación política y social por la que atravesaba nuestro país, a lo que este último se mostró interesado en todo momento.

En el espacio de diálogo se habló sobre el Día de las Madres, celebrado por primera vez un año atrás gracias al impulso de Excélsior; Pío XI reconoció su entusiasmo por las madres mexicanas, quienes principalmente inculcan los valores católicos a los niños. Los pormenores de la entrevista exclusiva se dieron a conocer en estas páginas el 20 de abril de 1923.

Dijo el Soberano Pontífice al señor Alducin, que a pesar de que la Santa Sede no mantiene relaciones oficiales con la nación mexicana, a causa de que existe la separación entre la Iglesia y el Estado, el pensamiento y las oraciones de Su Santidad, no abandonaban ni por momento a los católicos de México”, puede leerse en la nota publicada en El Periódico de la Vida Nacional.

El 10 de mayo de 1925, el jerarca eclesiástico envió a México su aprobación y bendición para la celebración del Día de las Madres de ese año. A través de una carta, el delegado apostólico en México, Serafín Cimino, dio a conocer que el Vaticano apoyaba realizar un homenaje a las progenitoras.

NACIÓN CONVULSA

La visita del dirigente editorial al Estado más pequeño del mundo se dio en medio de unas debilitadas relaciones del Estado mexicano con El Vaticano debido a la reciente confirmación de la laicidad en la Constitución de 1917.

Sin embargo, el tono periodístico de la conversación dejó ver la relevancia de esta casa editorial a nivel mundial.

Apenas tres años atrás, se había dado por terminada una de las pandemias más mortíferas que ha azotado a la humanidad: la gripe española o la gran gripe, cobró millones de víctimas alrededor del mundo.

Por otro lado, en México el régimen del entonces presidente Álvaro Obregón trataba de consolidar un gobierno legítimo luego años de inestabilidad política y social tras la lucha armada de la Revolución Mexicana.

Además, había sido expulsado el arzobispo de Bulgaria, Ernesto Philippi, por instrucciones del presidente Obregón, se dictó la expulsión del funcionario religioso, luego de que el 11 de enero de 1923 había participado en la ceremonia de colocación de la primera piedra del Cristo monumental en el cerro del Cubilete en Guanajuato.

Según la disposición emitida a nombre del entonces secretario de gobernación, Plutarco Elías Calles, el referido delegado apostólico habría violado el artículo 24 de la Constitución, que establecía la libre celebración del culto religioso dentro de templos establecidos para dicho fin.

Por ello, cada día se alejaban más las posibilidades de sostener un acercamiento diplomático con el clero.