La España deshabitada; ciudades fantasmas

Gran parte del territorio del centro rural de ese país se ha convertido en el espacio más despoblado de Europa, fuera de la zona ártica de Escandinavia; sus pueblos enfrentan un nulo relevo generacional

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LOS OLMOS.

En la plaza de este pueblito de las montañas de Teruel (Aragón, norte de España) tres abuelos toman el tibio sol del final de la tarde, sentados a la puerta de una antigua casona. Son parte de los 127 habitantes de un pueblo dedicado tradicionalmente al cultivo del cereal y que hoy, como 900 municipios rurales de España, mueren lentamente: sólo tienen entre dos y cuatro habitantes por kilómetro cuadrado. Son, según los geógrafos, un desierto demográfico sin aparentes posibilidades de regeneración.

Los Olmos de Manzanera, como más de la mitad de los pueblos en este país, está en riesgo de desaparecer por la despoblación. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), en su informe Población y despoblación en España 2016, de los 8,125 municipios que existen, 4,955 tienen menos de mil habitantes; ocupan 40% del territorio y sólo tienen 3% de la población.

EN PROCESO

DE EXTINCIÓN

En la calle Trinquete de esta minúscula población la realidad confirma las frías estadísticas: el desierto demográfico se hace evidente. ¿127 habitantes? Parecen muchos si lo contrastamos con lo que se observa en sus calles.

Los pocos vecinos que van y vienen miran con curiosidad a los forasteros y responden a los saludos de cortesía, pero no parecen muy interesados en conversar con extraños. Matan un tiempo que parece detenido en este pueblo situado a 1,146 metros de altitud y en el que, en invierno, la temperatura baja de los cero grados.

Un reciente estudio titulado La sostenibilidad demográfica de la España vacía, realizado por el profesor Joaquín Recaño, investigador de la Universitat Autònoma de Barcelona, muestra una radiografía de las zonas rurales como Los Olmos. Sus conclusiones resultan demoledoras: 4,200 municipios españoles (casi la mitad) tienen problemas graves por la falta de habitantes, 1,840 son “espacios rurales en riesgo de despoblación irreversible” y se pueden considerar pueblos “en proceso de extinción”.

Su ubicación geográfica dificulta la cobertura telefónica. Para alcanzar la señal para hablar por celular, una señora está subida en una loma, a las afueras del pueblo. En ese mismo momento, tres mujeres de más de setenta años caminan lentas y se apoyan en sus bastones de madera en busca de los últimos rayos de sol.

En lugares como éste se demuestra de forma muy clara el envejecimiento de la población española rural; también se observa el nulo relevo generacional, la baja natalidad y la escasez de oportunidades laborales. Estas son, según los demógrafos, las principales causas que han convertido gran parte del territorio del centro rural de España en el espacio más despoblado de Europa, fuera de la zona ártica de Escandinavia.

LAPONIA ESPAÑOLA

En un pueblo muy parecido a Los Olmos, el periodista valenciano Paco Cerdà fue en busca de un reportaje y acabó escribiendo un libro: Los últimos. Voces de la Laponia española (Ed. Pepitas de Calabaza, 2017). Un viaje de 2,500 kilómetros “al corazón humano de la despoblación española”.

Cerdà recorrió la Serranía Celtibérica, un territorio de 10 provincias (Guadalajara, Teruel, Rioja, Burgos, Cuenca, Zaragoza, Burgos, Soria, Valencia y Castellón) que agrupa a 1,355 municipios, una tierra “donde el silencio cabalga montañas y las voces infantiles quedaron afónicas”, según describe en su libro.

La llamada Laponia española, tiene dos veces el tamaño de países europeos como Bélgica, pero sólo reúne a menos de medio millón de habitantes en su interior. Esto la convierte en la zona más despoblada de la Vieja Europa.

A pesar de la escasa población, Cerdà constató que sus habitantes enfrentan una serie de desigualdades y dificultades cotidianas. No obstante, cuenta a Excélsior, este territorio “se ha convertido en reserva espiritual de valores en crisis en lugares urbanos superpoblados como la utopia, el silencio, la lucha contra el capitalismo y la resistencia de personas que no se resignan a vivir en manada”.

El periodista valenciano reconoce que a muchas de las personas con las que habló en la España vacía les gustaría tener “mejores carreteras y más escuelas”, pero no han optado por “bajar los brazos e irse obligados a vivir a la ciudad”.

HEROICA RESISTENCIA

Virginia Mendoza es una periodista española que nació en Terrinches, un pueblito de Ciudad Real con 748 habitantes. Sus papás emigraron de ahí cuando ella tenía siete años y pasó mucho tiempo sin volver.

Ahora, escribió un libro de crónicas titulado Quién te cerrará los ojos. Historias de arraigo y soledad en la España rural (Libros del K.O., 2017). “Es un retrato de una España rural, construido a partir de historias de personas que viven solas, sin vecinos; que son el último habitante del pueblo”, explica a Excélsior.

Pedro Páramo de Juan Rulfo fue un libro que estuvo en la mente de esta periodista cuando emprendió su viaje por la España deshabitada para contar las historias y los paisajes rurales de gente que sigue luchando por sus pueblos: “Son personas que mantienen un vínculo emocional muy fuerte con la tierra”.

Mendoza destaca que la mayoría de los protagonistas de este libro quieren morir en el lugar donde nacieron. Y así lo escribe: “Lo heroico de la resistencia rural es su enfrentamiento directo y solitario contra la muerte”.

La periodista dedicó meses a recorrer un territorio desolador y deshabitado y confiesa que lo que más le sorprendió fue “la hospitalidad extrema” de sus habitantes. Cuando llegó al final del viaje su conclusión fue clara: “la España rural no está muerta. Hay mucha gente haciendo cosas por ella”.

CAMBIO RADICAL

Para el profesor Recaño, la despoblación española no es un fenómeno nuevo, pero ha vuelto con fuerza en los últimos años. ¿Cómo enfrentarlo? Si se quiere que estos pueblos sobrevivan, según Recaño, tiene que haber un cambio radical en las políticas públicas con inversiones que favorezcan el arraigo en los pueblos de territorio despoblados.

Paco Cerdà lo describe de manera similar: “Si no se interviene, pronto tendremos media España superpoblada (las costas) y otra media vacía (el interior del país)”.

Durante su investigación, Cerdà entrevistó a especialistas que le describieron un negrísimo panorama para este universo rural: “La situación es apocalíptica, pero el escenario al que estamos abocados es aún peor”, le contó el geógrafo Francisco Burillo.

El periodista dice que no se atreve a “pontificar” sobre el futuro de este territorio, pero su deseo es que no se cumplan las predicciones. “No nos podemos permitir que en una gran parte del territorio español desaparezcan sus tradiciones y su cultura… sería un crimen etnológico”.

ARRAIGO Y RESISTENCIA

Desde lo alto del pueblo de Los Olmos, en la puerta de la iglesia Santa Bárbara, con su torre un poco torcida, destaca un precioso valle con grandes olmos alineados en el cauce del arroyo de Las Fuentes.

Este paisaje –geográfico y humano– forma parte del patio trasero rural y medio abandonado de la España que trata de salir de la crisis económica centrada en el desarrollo de sus zonas turísticas costeras y de sus entornos urbanos.

El sonido lejano de un gavilán interrumpe el silencio que domina este universo rural cuando se transita por la estrecha carretera por la que se sale de este pueblo de Teruel. Queda atrás la España vacía de clima extremo, población envejecida y sin oportunidades laborales; pero también caracterizada por el heroísmo, el arraigo, la resistencia y la dignidad de sus habitantes que luchan contra el presente a la espera de conseguir un futuro.