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Función

‘La vida no fue fácil, Macario’; Ignacio López Tarso, el eterno enamorado del teatro, el cine y la T.V

Fue militar, seminarista y bracero, pero halló su vocación actoral como discípulo de Xavier Villaurrutia y Salvador Novo. En 75 años de carrera en cine, teatro, T.V y streaming, tocó el corazón del público con sus papeles en Macario (1960, Foto) y El hombre de papel (1963), entre muchos otros. Disciplinado, lúcido y vital, el retiro era impensable para él. Murió en la CDMX, de un paro cardiaco

NANCY MÉNDEZ C. | 12-03-2023
Foto: Archivo Histórico Excélsior
Foto: Archivo Histórico Excélsior

Desde hace algunos años, Ignacio López Tarso expresó su deseo por llegar al centenario de vida sobre un escenario. Sin embargo, la vela del actor de 98 años, quien se enamoró del teatro de carpa cuando era un niño y que años más tarde protagonizó la emblemática película Macario, finalmente se apagó.

Hombre disciplinado, de memoria precisa ante los libretos, pero también, ante cada acontecimiento de su vida; apasionado del escenario, gran lector y siempre agradecido por el aplauso del público, su mayor alimento artístico, perdió la batalla contra un paro cardiaco luego de su hospitalización desde el 3 de marzo pasado en el Star Médica Roma, debido a una oclusión intestinal y una neumonía que se complicó al padecer la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica o EPOC, diagnosticada hace  años.

El ganador del Ariel de Oro 2007 por su trayectoria, del Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Bellas Artes en 2015 y con una trayectoria de más de 75 años en la que constan más de cien obras de teatro, 54 películas, cinco cortometrajes y 44 relatos televisivos, entre telenovelas y series, murió rodeado por sus seres queridos, sus hijos, sus nietos y bisnietos.

La noticia fue confirmada en su cuenta oficial de Facebook, a las 20:00 horas de este sábado 11 de marzo, por su familia.

Con una enorme tristeza les informamos que hoy por la tarde falleció nuestro querido esposo, papá, abuelo, bisabuelo y primer actor, Ignacio López Tarso.

Les compartimos también que somos una familia afortunada por haber recibido de él y durante todos estos años, sus consejos, abrazos, sonrisas, apoyo, confianza, soporte y, que nos haya dejado hoy, este enorme legado.

Murió en paz y contento, rodeado de su familia y del cariño de todos ustedes. Agradecemos infinitamente todas las muestras de apoyo. Atentamente, Familia López”, expresó el comunicado.

Horas antes, su hijo, Juan Ignacio Aranda, detalló que la afectación respiratoria no había cedido.

Don Ignacio López Tarso, mi padre, está dando la batalla contra una neumonía grave. Su estado de salud en general es delicado. Sigue en terapia intermedia. Tiene insuficiencia renal, cardíaca, pulmonar, etc. Está semiinconsciente. No puede hablar. No puede comer”, afirmó horas antes de su deceso su hijo, con quien el primer actor compartió el escenario en obras como Macario, el ahijado de la muerte, Leonardo y la máquina de volar y Una vida en el teatro, entre otras.

Aranda compartió que en la madrugada del viernes para sábado le puso música de Vivaldi para animarlo.

Reveló que además toda su familia estaba a su lado y pendiente de su salud, asó como del público.

Viene mi hija de San Cristóbal. Están los nietos y sobrinos de Barcelona y Canadá. Estamos aquí con él. Toda su familia, turnándonos para entrar a verlo. Ojalá se restablezca. Ojalá nos dé una sorpresa. Es muy fuerte. Siempre ha sido extraordinariamente fuerte”, destacó su hijo, siempre con la esperanza que se recuperaría, antes de la despedida.

EN PAZ Y AGRADECIDO

Imparable, Ignacio López Tarso quería salir pronto del hospital para reanudar sus proyectos que hoy quedaron inconclusos: un homenaje que le harían en San Luis Potosí, en el cabildo, el próximo 10 de abril y, más tarde, una función de Leonardo y la máquina de volar en el Teatro de la Paz, junto a su hijo Juan Ignacio Aranda; la reanudación de la temporada de la obra Una vida en el teatro, este año en el Teatro San Jerónimo Independencia, también con su hijo y con el productor Daniel Gómez Casanova, una nueva obra que había leído ya y que lo tenía más que entusiasmado, además de un homenaje en Bellas Artes.

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El 15 de enero pasado celebró en su casa, con su familia y los medios de comunicación, incluido Excélsior, su cumpleaños 98. Días antes, ofreció una entrevista a este diario, en el que dijo que estaba bien de salud, con sus capacidades aptas para retomar la actuación en el teatro y con el buen humor y la precisa memoria que lo caracterizó, así como su siempre necesidad de encontrarse con el público.

Estoy totalmente en paz, agradecidísimo por todos estos años de vida (…). Uno se inicia teniendo siempre en mente que hay que llegar al éxito y éste te conduce al mayor conocimiento ante el público y ello, a la fama. 

Lo que te paga el productor, el empresario, es una recompensa, pero la que te da realmente alegría y te llena el corazón de gusto, es el aplauso del público. No hay otra mejor para el actor que esa. Eso es gratificante y hermosísimo, recibir una ovación que sea larga y que te sigan aplaudiendo. Eso es muy emocionante y a mí, a veces, me lleva a las lágrimas de satisfacción, de gusto, que te premien de esa manera. Tras eso hay que ir”, enfatizó en la publicación que conmemoró su aniversario de vida.

Y aunque no le interesó que su vida se plasmará en una bioserie, sí se sentía orgulloso que su hija Susana López Aranda escribiera su trayectoria y vida en el libro Hablemos de teatro, en el que se destacaron sus 65 años de carrera.

Justo el día de su cumpleaños, en su casa, con un pastel sobre la mesa, recibió a los medios de comunicación y compartió con ellos su felicidad por estar en pie, lúcido y lleno de ganas de vivir hasta los 100 años, dijo. Más tarde, al tomarse una foto con los periodistas, comentó al aire: “Me desperté con Excélsior”, en referencia a este diario del que era ávido lector.

Partió un hombre imprescindible en la cultura de nuestro país, que igual interpretó a un pepenador, a un abuelo, a un gallero, a un compositor, un muralista, un hombre de élite o uno nacido en la pobreza. Fue un actor que igual trabajó con directores como Roberto Gavaldón, que con Luis Buñuel que con Ismael Rodríguez y, aún así, siempre fue generoso y humilde con sus compañeros actores, pero, sobre todo, con su público.

Para Ignacio López Tarso, la palabra retiro era impensable, así como la idea de morir sobre el escenario.

Morir en el escenario debe ser incomodísimo, además, ridículo. ¡La gente se reiría con ese momento trágico! No, debe ser terrible. Yo quiero morirme en mi cama, tranquilo, quieto, ojalá que no me duela nada y que me muera cuando deba, pero sin dolores y sin mucho escándalo”, dijo aquel 2015 entre risas.

Acerca de su amor por el teatro, en 2022 expresó a este diario: “¡En el escenario, la presencia del público es el mejor estímulo para el actor! El tener ahí al público y sentir su presencia, aunque esté en silencio, calladitos, quietos, de todos modos, están impresionados y emocionados con lo que pasa en escena; están contigo y con la obra; respiran fuerte, aplauden y se ríen; se oye el latir de los corazones cuando hay absoluto silencio, que te oyen lo que estás diciendo y suena tu voz hasta el último rincón del teatro. Es una sensación muy hermosa el teatro con el público, es lo mejor que le puede pasar a un actor”.

PREVÉN HOMENAJE

La Secretaría de Cultura y el Inbal se sumaron a las condolencias para la familia, con la que, expresaron en un comunicado, se acordará la realización de un homenaje póstumo a su trayectoria.

La directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, precisó: “Habremos de respetar los deseos de su familia y acompañar este tránsito de manera respetuosa y solidaria. Las puertas del Palacio de Bellas Artes están abiertas hoy y siempre para él”.

Sus restos mortales serán velados en una funeraria de San Jerónimo, al sur de la Ciudad de México y se planea que alrededor de las 16:00 horas de hoy domingo, se abran las puertas del Teatro San Jerónimo Independencia, que fuera el último escenario presencial que pisó, para rendirle un homenaje al que pueda acudir el público, sus familiares y amigos.

 

ANTECEDENTES MÉDICOS

  •  En años anteriores, le fue diagnosticado Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica o EPOC.
  • El 4 de junio de 2022, egresó del hospital, tras cinco días internado por un cuadro de neumonía bacteriana.
  • El 6 de septiembre de 2022, el actor reveló  que padeció “algunos síntomas leves de covid-19”, por lo que pospuso un homenaje que le tenían preparado en Michoacán.
  • En noviembre de 2019, fue hospitalizado por 12 días debido a problemas en los pulmones e hinchazón en los pies. Platicó que fue un arduo fumador hasta que tal situación mermó su salud y decidió dejar el cigarro.
  • En 2016, fue diagnosticado con cáncer de colon, a sus 91 años. Gracias al tratamiento, acabó con la enfermedad.

 

SEMINARISTA Y MILITAR ANTES DE SER ACTOR

El nombre de nacimiento del primer actor era Ignacio López López, nacido el 15 de enero de 1925 en la Ciudad de México; hijo del militar Alfonso López Bermúdez, a quien le tocó combatir en el último levantamiento armado en el país en 1929, y de Ignacia López Herrera, así como hermano de Alfonso y Marta.

Debido a la labor de su padre, primero militar en Veracruz y, después, jefe del departamento de Correos en Navojoa, Sonora, don Ignacio vivió su niñez en diferentes ciudades del país como Hermosillo y más tarde Guadalajara, Jalisco. Fue ahí donde tuvo contacto por primera vez con el teatro, en una función de la Carpa Tallita. Tenía ocho años y la ficción tras el telón lo conquistó, sin saber que años más tarde, esa sería su vocación, su gran pasión y su área de expresión ante el mundo.

SU NOMBRE ARTÍSTICO, POR VOCACIÓN RELIGIOSA

Cursó la secundaria en Valle de Bravo, Estado de México, pero los recursos no fueron suficientes para que continuara con sus estudios. Así que, gracias al consejo de un sacerdote, ingresó al Seminario Menor de Temascalcingo y después,al Seminario Conciliar de México en Tlalpan, Ciudad de México, ambos para darle seguimiento a su educación. Ahí probó el teatro sacramental, pero decidió abandonar el camino al no tener vocación para ser sacerdote.

Sin embargo, sería una gran experiencia por la que años después, tomaría su nombre artístico: Ignacio López Tarso, adoptando este último apellido de sus lecturas en el seminario acerca de San Pablo, santo que antes era llamado Saulo de Tarso.

También pasó por la milicia. A sus 20 años, en 1945, cumplió con el servicio militar en un cuartel durante más de un año en Querétaro, así como en los regimientos de Veracruz y Monterrey. Logró el grado de Sargento Primero. Aunque un general le ofreció apoyo para ingresar al Colegio Militar, desistió.

LESIÓN CUANDO FUE BRACERO

El actor no fue un hombre que esperó sentado las oportunidades, sino uno que se aventuró toda su vida. Otras de sus facetas fue la de vendedor de mezclilla para hacerle frente a sus problemas económicos. Unos amigos lo animaron para irse como bracero a Estados Unidos, en la cosecha de la uva y la naranja en California. Así se fue tras el sueño americano, “con un contrato y no como mojado”, para ganar dólares, para luego volver. Y sí, regresó, pero sólo para recuperarse, durante un año, tras caer de espaldas desde un naranjo alto, sobre unas cajas que le lastimaron la espina dorsal y le fracturaron tres vértebras, quedando paralizado. Tenía entonces 20 años de edad y recuperó la movilidad tras ser operado en México. Así lo relató en una de las distintas entrevistas que otorgó a esta reportera a Excélsior.

Estuve a punto de morirme, quedar jorobado o paralítico y un médico maravilloso, Alejandro Velasco Zimbrón, me salvó la vida y por él soy actor”, afirmó en 2015.

En 2023 relató al respecto: “Fue como bracero en Estados Unidos, en un pueblo que se llama Merced, en California. Ahí me caí de un árbol, fui a dar a un hospital. Ahí me dijeron ‘aquí no te podemos operar’ y me pusieron en un tren de tercera clase. Me dieron un billete de 20 dólares y me dijeron ‘regrésate a México, ahí está tu boleto’”.

En tren de tercera clase, con bancas de madera, yo venía con un chaleco de yeso, desde el cuello hasta la cintura, apretado y que no me dejaba mover. Así viajó tres días, de California a México, y luego, a la operación. De ahí mi conocimiento con Xavier Villaurrutia, mi ingreso a la escuela de teatro en 1948 y el inicio de mi carrera”, recordó en enero de 2023.

cva

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