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Expresiones

Will Fowler indaga la Guerra de los Tres Años, uno de los periodos más olvidados en el seno de una historia

Will Fowler aborda el periodo de 1857 a 1861, una de las épocas menos estudiadas en el seno de la historia oficial en México, preludio de la Intervención Francesa

JUAN CARLOS TALAVERA | 17-03-2020
Fotos: Juan Carlos Talavera y Archivo Excélsior
Fotos: Juan Carlos Talavera y Archivo Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

La Guerra de los Tres Años fue uno de los momentos más cruentos del siglo XIX de la historia de México y, al mismo tiempo, uno de los periodos más olvidados en el seno de una historia oficial que sirvió de preludio a la epopeya de la Intervención Francesa, bajo una narrativa que ha apostado por diferenciar entre personajes buenos y malos.

Así lo comenta el historiador británico Will Fowler, quien es profesor investigador en la Universidad de St. Andrews en el Reino Unido y uno de los estudiosos que más ha explorado los tramos menos tratados de la historia de México, como sucede ahora con La Guerra de Tres Años, el volumen que indaga el periodo que va de 1857 a 1861, donde aborda desde el Plan de Tacubaya de 1857, hasta la promulgación de la Constitución; los planes de Ayotla y Navidad de diciembre de 1858, el polémico tratado McLane-Ocampo, del 14 de diciembre de 1859 y el germen del estado laico.

De acuerdo con Pablo Mijangos González, profesor investigador de la División de Historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), “este libro está destinado a convertirse en una referencia obligada sobre la Guerra de Reforma, apoyándose en una investigación exhaustiva y una revisión cuidadosa de la historiografía reciente sin caer en maniqueísmos”.

En entrevista con
Excélsior, Will Fowler comenta que era necesario escribir un nuevo libro sobre este periodo, ya que en más de medio siglo no se había explorado ni se había escrito algo al respecto, a diferencia de otros periodos, como la Revolución Mexicana y la Independencia.

Es difícil entender este olvido al tratarse de la peor guerra intestina que sufrió México entre la consumación de la Independencia, en 1821, y el inicio de la Revolución Mexicana en 1910… Me parece que es un tanto sorprendente el hecho de que una guerra de una importancia tan tremenda como ésta, en la que murieron tantos mexicanos, haya sido relegada y que no se hayan escrito tantos libros sobre este momento, cuando en la práctica se le compara con la Guerra Civil de Estados Unidos (entre 1861 y 1865), sobre los que se han escrito más de 50 mil libros”, apunta Fowler.

Este olvido, añade Fowler —quien antes ha desmitificado la figura de Antonio López de Santa Anna— se podría deber a la importancia que posteriormente tuvo la Intervención Francesa, un momento de la historia al que se le ha dado prioridad y, quizá, por eso se ha venido olvidado lo que vino antes… aunque también es cierto que podría deberse a la manera como fue abordada por los historiadores de aquel momento.

Es posible que este olvido también se deba a que es más llevadero para la historia oficial mexicana, “leer sobre el 5 de Mayo, con esos mexicanos patriotas que luchaban contra los franceses, en un contexto histórico en el que la mitad del país favoreció a uno u otro bando”.

O quizá porque dentro de la narrativa de la historia oficial, que tiende a resaltar la importancia de Benito Juárez, la Guerra de Tres años nos recuerda la firma del tratado de McLane-Ocampo, el cual no precisamente nos muestra a un Benito Juárez como una figura pulcra y pura y patriótica, añade.

 

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LAS DIVERGENCIAS

 

Fowler recuerda el contexto de aquel momento: “Por un lado, estaban los conservadores al establecer su gobierno en la Ciudad de México y, por el otro, el gabinete constitucionalista de Benito Juárez, refugiado en el puerto de Veracruz durante tres largos e increíblemente violentos años… hasta llegar al 17 de diciembre de 1857, fecha en que da inicio dicho momento histórico”.

¿Qué momentos resumen esta guerra de tres años?, se le pregunta a Fowler. “Suceden los planes de Ayo-
tla y Navidad, de diciembre de 1858, las ejecuciones de Tacubaya del 11 de abril de 1859, el polémico tratado McLane-Ocampo, el Tratado Mon-Almonte, de septiembre de 1859, las Leyes de Reforma y el consecuente cambio entre el Estado y la Iglesia”.

¿Podría retratar ese momento histórico? “Pensemos que no se trataba de un mundo de dos polos. Ni el de ahora ni el de entonces. Así que, dentro de cada tendencia política o movimiento había facciones y diferentes opiniones, unas más radicales que otras, como ahora mismo, con opiniones muy fuertes”.

El escenario, por un lado, mostraba a los moderados, quienes tenían miedo de que cambios acelerados pudieran provocar la pérdida de todo e impulsar una contrarrevolución conservadora y los liberales que también se dividían en otras fracciones… así que todo sucedió en un marco de disputas personales que enfrentaron a unos y otros, advierte.

Por tanto, la lucha de ese momento no sucedió explícitamente entre liberales y conservadores, dado que existían distintos matices y cambios y el momento iba más allá del blanco y negro. “El contexto es complejo, ya que en ese momento había agravios de distintas comunidades que aprovecharon el contexto de la guerra para matarse unos a otros y resolver sus propios problemas a nivel regional en estados como Nuevo León, Coahuila y Yucatán.

En este último, por ejemplo, había otra guerra de castas que sucedía simultáneamente. Esto significa que no todos luchaban por la misma guerra. O como sucedió en San Luis Potosí o Zacatecas que continuamente cambiaban su experiencia de la guerra”, añade.

¿Cuál es el mayor problema en este momento para estudiar ese periodo histórico? “Considero que el problema de tener una historia oficial, como en México, que empieza a finales del siglo XIX tras la Intervención Francesa, es una historia que busca resaltar unos valores y héroes mexicanos, en una narrativa de buenos y malos que después se perpetúa con nuevos héroes de la Revolución Mexicana y se añaden a esos héroes liberales. Ése es el problema de tener una visión bipolar del pasado mexicano”, concluye.

 

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