Sacrificios ceremoniales, antropofagia ritual en Templo Mayor

La arqueóloga Karina López estudió el hervido de huesos humanos y animales prehispánicos en 20 ofrendas depositadas en Tenochtitlan

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Sacrificios ceremoniales en el Templo Mayor

El hervido de huesos humanos fue muy frecuente en Tenochtitlan, especialmente en las ceremonias en honor del dios Mictlantecuhtli, del Fuego Nuevo, en las fiestas de las veintenas y en algunos funerales, explicó Karina López, arqueóloga e integrante del Proyecto Templo Mayor.

Esto confirmaría que los mexicas habrían realizado prácticas rituales de antropofagia, de descarne y elaboración de artefactos autosacrificiales.

López Hernández, quien realizó estudios en restos óseos hervidos de humanos y de animales en 20 ofrendas del Templo Mayor, detalló que, de acuerdo con el códice Magliabechiano, en las ceremonias en honor al dios Mictlantecuhtli se indica que la cocción se llevaba a cabo en vasijas de gran formato, y que la carne era repartida entre personajes principales, quienes indicaron que el sabor de la carne humana era especial, por lo que ésta era muy deseada por personajes de alto rango.

Destacó que en los rituales se consumían mujeres, esclavos, cautivos de guerra y representantes de deidades como Xipe Totec y Tezcatlipoca.

“Este acto se realizaba cada 52 años durante la ceremonia del Fuego Nuevo, una de las fiestas en las que se practicaba el consumo ritual de la carne de estos individuos”, apuntó.

La investigadora también habló sobre los sitios donde se realizó la cocción y el consumo de los individuos sacrificados.

“Las crónicas nos indican que uno de los lugares principales era el calpulli del captor, donde el cuerpo del individuo sacrificado era llevado y puesto a cocer”.

Además, indicó que el captor no consumía la carne del cautivo.

“Por otra parte, en el recinto sagrado había dos edificios en los que se llevaba a cabo la cocción, uno era el Cuauhcalli (Casa de las Águilas), donde se congregaban sacerdotes, nobles y guerreros; y en el Ácatl Yiacapan Hueicalpulli”.

CON CHILE Y MAÍZ

Respecto a los ingredientes con que se cocinaba la carne (humana) se indica que se podía agregar chile, sal, maíz y flor de calabaza.

“La carne se servía en un cajete acompañada de maíz y a este platillo se le denominaba tlacatlaolli; otras veces echaban en las ollas flor de calabaza o sólo un poco de sal”.

Sin embargo, enfatizó que este tipo de platillos únicamente podían ser ingeridos por comensales selectos (tlatoanis, nobles, sacerdotes, mercaderes y guerreros).

López Hernández también refirió el destino de estos restos óseos. “Los escritos históricos pocas veces detallan lo que sucedía (con los huesos) después de haber hervido y consumido al sacrificado”, apuntó.

“Respecto al fémur se indica que después de consumir el individuo, el captor colocaba un poste de madera en medio del patio de su casa en cuyo extremo colgaba, con ayuda de una soga, el hueso descarnado y decorado con papeles y una máscara.

“Mientras que la cabeza podía quedarse con los sacerdotes que habían hecho el ritual, o bien, el dueño del cautivo llevaba el cuerpo a su calpulli y posteriormente regresaba el cráneo a los sacerdotes”, concluyó.

El dato

Vestigios

  • Existe evidencia de huesos hervidos, en su mayoría de animales, en sitios como Tlatilco, Xochicalco, Calakmul, Tikal, Teotihuacan, Cantona, Cuautitlán y Zultepec.