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Expresiones

Nunik Sauret, grabadora de la fragilidad

En Instantes y silencios, la artista que celebra 50 años de trabajo muestra 80 piezas basadas en técnicas japonesas

Juan Carlos Talavera | 13-03-2020

CIUDAD DE MÉXICO.

La naturaleza es el tema central de la exposición Instantes y silencios de la pintora y grabadora Nunik Sauret (Ciudad de México, 1951), considerada una de las artistas que mejor domina la técnica japonesa y quien celebra 50 años de trayectoria con una selección de 80 piezas que serán mostradas al público a partir de mañana y hasta el 31 de mayo.

En entrevista con Excélsior, la artista que echa mano de las antiguas civilizaciones y recuerda la fragilidad y la posibilidad de la vida, comentó que en esta muestra aborda temas como la desintegración de los ecosistemas y la biodiversidad, los elementos tóxicos que los han dañado, la contaminación de los manglares y un acercamiento particular al pájaro ibis, ave ligada a la cultura egipcia y al dios Toth, quien tiene el cuerpo humano,  cabeza de ibis y que fue el dios de la sabiduría, de la magia, de la escritura y de los astros.

Esta ave me ha interesado porque se ha utilizado tanto en tumbas como en sarcófagos, en papiros y en el Libro de las horas o Libro de los muertos. Sabemos que este pájaro dejó de existir en la época occidental medieval”, detalló.

Sin embargo, desde hace dos décadas volvieron a aparecer en España y los han mantenido en cautiverio, para reproducirlos, así que es una muestra de cómo una especie se vuelve a regenerar, aunque otras especies de peces y aves han caído  muertas. “Sin embargo, a mí se me hizo interesante lo que ha sucedido con el ibis y eso tiene que ver con la migración de la semilla”, añadió.

 

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Y, al mismo tiempo, define el carácter del instante que captura en la muestra: “Un instante es una abstracción del tiempo, ya de por sí abstracto e indefinible. Esta muestra es una sucesión de instantes creativos, una relación con el tiempo que queda marcada en la huella directa de la estampación y en los diferentes materiales. En cuanto a los silencios, éstos aluden a las pausas entre una obra y otra; a los silencios creativos que son muy fértiles, aunque no lo parezca y, a esos silencios en los que todo se escucha”.

De acuerdo con Anna Wilkinson, directora del taller y galería Northern Print, “en las estampas de Nunik, el ibis es representado mientras come, con una pierna en alto y como una silueta —los detalles del ala o el ojo están oscurecidos—, (aunque) la imagen de un pájaro de pico largo en este contexto también me recuerda a la grulla, que tiene una presencia frecuente en el arte japonés”. Se cree que la grulla vive mil años y simboliza la alegría y la eterna juventud.

Y añade: “Otro motivo que se repite en estas estampas es una inflorescencia, una planta atrapada en el momento entre la muerte de la flor y la fertilidad de una semilla madura”, es decir, un momento suspendido.

La inflorescencia y el ave flotan dentro y fuera de estas imágenes, a veces rotando como si el ibis mirara un reflejo de sí mismo, mientras que la claridad del círculo incompleto en las obras alude al símbolo zen, Ensō, que simboliza la belleza de la imperfección, la asimetría y el poder de mantener las cosas en equilibrio.

 

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SUMERGIDA EN TINTA

De acuerdo con el curador Luis Ignacio Sáinz, “Nunik Sauret decidió vivir sumergida en las tintas y las texturas de las estampas hasta mutarlas en su segunda piel, en el guardarropa de su alma”, y asumió su condición de ser de papel.

Es digna heredera y discípula de Matsuo Bashō (1644-1694), el maestro de la contemplación fugaz, de la iluminación del sentido de las cosas y los entes, que cifrara su comprensión del mundo y sus avatares en poemas cortos de 17 sílabas, por lo que en su obra conviven el asombro y la emoción sin límites, el misticismo y la forma poética del haikú.

La obra de Sauret ha generado elogios por parte de artistas y críticos como Leonora Carrington, quien expresó que su obra “es verdaderamente individual, abarcando con la habilidad del conocimiento íntimo de su medio, la visión de su propio ser y de su entorno”, y Joy Laville, quien argumentó que “en sus grabados no hay nada superfluo, nada que se pueda agregar ni nada que se podría quitar. Cada imagen es completa”.

La gráfica tiene una parte que es el boom del grabado, donde conviven cuestiones sociales como económicas y la apertura de muchos talleres en la Ciudad de México como en los diferentes estados, con esa preocupación por hacer algo distinto, con esas alternativas del grabado que parten de lo tradicional y de lo ortodoxo, que es de donde yo vengo y su apertura que han tenido a nivel internacional”, culminó Sáenz.

La muestra incluye estampas en litografía elaboradas con diferentes técnicas japonesas, por ejemplo, en papel y yeso (conocido como Corograf), así como libros de autor e instalaciones creados por la artista gráfica durante los últimos dos años; así como el Mokurito o Moku-han-ritogorafu, que es una técnica de litografía estampada con tintas a base de agua, en la que se reemplaza la piedra calcárea o lámina por madera y con la que Nunik Sauret ha experimentado utilizando tipos de origen mexicano.

La producción gráfica que se expondrá se realizó en el Taller Litográfico Blackstone.

 

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Museo Nacional de la Estampa. Nunik Sauret aborda temas como la desintegración de los ecosistemas y la biodiversidad. Foto: Cortesía Museo Nacional de la Estampa 

 

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