‘El silencio también duele’: Luis J. Arellano sobre duelo, violencia y maternidad en Largo camino al amanecer

Luis J. Arellano presentó "Largo camino al amanecer", un cortometraje sobre duelo y violencia, en los Sony Future Filmmaker Awards.

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En Largo camino al amanecer, el cineasta Luis J. Arellano narra la historia de Sara, una mujer devastada por la pérdida de su hija, que al encontrarse con otra madre víctima de violencia, toma una decisión extrema: secuestrar a su bebé con la idea de ofrecerle una vida mejor. El cortometraje ha sido seleccionado para participar en los Sony Future Filmmaker Awards que se celebraron hace unos días en Los Ángeles, California.

La pieza no sólo retrata un duelo desgarrador, sino también la violencia cotidiana que muchas mujeres enfrentan en silencio. En entrevista para Excélsior, Arellano explica cómo nació la historia, por qué decidió contarla y qué revelaciones encontró en el camino.

¿Cómo nació la historia de Largo camino al amanecer?

El punto de partida fue una imagen que vi en el Metro de la Ciudad de México. Una pareja joven que estaba en una de las entradas con su bebé: él lo cargaba con dificultad, agotado, y ella estaba apoyada contra la pared, completamente deshecha. Me quedé pensando en la madrugada que habrían tenido, en su contexto. A partir de esa escena empecé a explorar una historia sobre el agotamiento emocional y el silencio que a veces lo envuelve.

Había trabajado antes con el tema del duelo desde la perspectiva de un hombre mayor que pierde a su esposa. En esta ocasión quise dar voz a una mujer en duelo, y ver cómo ese dolor se transforma cuando se cruza con la experiencia de otra mujer que también está atrapada en su propio infierno.

 

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Luis J. Arellano exploró el duelo y la violencia en su cortometraje

¿Por qué era necesario hablar del duelo y la violencia desde esta perspectiva?

Porque es real. No queríamos una historia telenovelesca, sino algo que se sintiera cercano, incómodo y verdadero. Hice mucha investigación sobre casos reales en los que mujeres toman decisiones extremas tras perder a sus hijos. También trabajé con actrices que me compartieron su experiencia personal con la depresión y la maternidad. Las protagonistas, Cecilia y Tamara, son madres, y les resultaba inconcebible el dolor que se narra en la película. Justamente ahí está el punto: mostrar lo impensable, lo que socialmente se prefiere callar.

El silencio tiene un papel protagónico en tu cortometraje. ¿Qué te interesa de ese silencio?

Me interesa lo que callamos como sociedad. Muchas veces damos por hecho que lo que pasa en nuestro núcleo familiar es normal… hasta que crecemos y descubrimos que ciertas dinámicas son violencia. Yo mismo lo viví en mi entorno cercano: episodios de machismo, de soledad, de depresión. Y cuando pones atención, te das cuenta de que siempre estuvieron ahí, pero uno no los veía.

El silencio es una forma de protección, pero también puede ser una prisión. Y muchas mujeres viven en ese silencio, solas con su dolor.

¿Qué crees que provoca este tipo de decisiones extremas en una persona?

La desesperación. Cuando estás en duelo, no piensas con claridad. Y si además enfrentas un entorno hostil, sin redes de apoyo, sin contención emocional, lo que parece impensable se vuelve posible. Mi intención no era justificar el acto, sino entender el impulso detrás de él.

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Luis J. Arellano exploró el duelo y la violencia en su cortometraje

Participar en los Sony Future Filmmaker Awards también da voz a este tipo de historias. ¿Cómo has vivido esta experiencia?

Estoy muy emocionado. Es una oportunidad increíble para mostrar el trabajo, pero también para escuchar otras voces. Este premio no solo es una competencia, es un espacio de encuentro. Lamentablemente no pude asistir, pero este tipo de eventos reúnen a cineastas de todo el mundo y es interesante ver cómo, a pesar de las diferencias culturales, los temas tienen ecos universales.

Estás desarrollando nuevos proyectos. ¿Sigues explorando estas temáticas?

Sí, aunque desde otros ángulos. Uno de los largometrajes en los que trabajo se llama Silvia y el miedo, y se sitúa en Tlaxcala en los años 80. Es la historia de una madre embarazada que se queda sola mientras su esposo se va a trabajar. Me interesa retratar esa sensación de fragilidad e incertidumbre.

El otro proyecto tiene un tono más cómico, pero trata sobre la violencia entre hombres y cómo heredamos ciertos patrones machistas. Es otra forma de abordar las mismas preguntas: ¿cómo nos lastimamos?, ¿cómo aprendimos a vivir con eso?

¿Qué esperas que el público sienta al ver Largo camino al amanecer?

Que se quede con algo. Que no le sea indiferente. No espero que todos estén de acuerdo con lo que hace el personaje porque no es el fin, pero sí que se pregunten qué harían ellos en su lugar. Y, sobre todo, que reconozcan el dolor que muchas veces ignoramos.

 

Largo camino al amanecer no es sólo un retrato del duelo, la desesperación o la maternidad fracturada: es también una llamada a mirar de frente el dolor que muchas veces preferimos no nombrar. Con una narrativa íntima y una sensibilidad punzante, el director nos invita a romper con el silencio, a cuestionar lo establecido y, sobre todo, a escuchar las historias que todavía no han sido contadas.