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Expresiones

Libaneses: hechos e imaginario

El historiador y sociólogo, Carlos Martínez Assad, revisa en su libro más reciente un siglo de historia de esta comunidad en México

VIRGINIA BAUTISTA | 04-06-2022
Mural en una barda
Foto: Portada de Libaneses (UNAM)

CIUDAD DE MÉXICO.

La cultura, la comida y la re­ligión han sido las principa­les bases de “la integración exitosa” que han tenido los inmigrantes libaneses que, buscando una patria segu­ra, se establecieron en Méxi­co desde los años 80 del siglo XIX y continuaron llegando conforme la guerra, la violen­cia y la hambruna de su país aumentaba.

Es una de las inmigracio­nes más antiguas y singulares, porque no sólo se establecie­ron en la Ciudad de México, sino en diversas urbes del país. Se adaptaron fácilmen­te, pero a la vez conservaron su identidad, que fueron con­solidando en el exilio. Desta­caron en todos los terrenos, hasta en la política. E hicieron posible, con el procedimiento de asar la carne que traían de Medio Oriente, que en México nacieran los tacos al pastor”, comenta el historiador Carlos Martínez Assad.

En entrevista con Excélsior, quien forma par­te de la segunda generación de descendientes libaneses en el país detalla la investi­gación, realizada en México, Francia y Líbano, que susten­ta su libro Libaneses (UNAM), que fusiona en un cálido re­lato datos de los archivos ins­titucionales y familiares con entrevistas, testimonios y crónicas de la vida cotidiana de esta comunidad en tierras aztecas.

En cuanto a la identidad, los padres nos enseñaron que primero somos mexicanos. La parte libanesa se vive como una referencia de mucha fuerza cultural y las comidas son una de las cosas que más se han mantenido”, agrega.

El investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM destaca que la religión de los libane­ses, el cristianismo maronita y su cercanía con Roma, se convirtió en un elemento im­portante para la integración, la facilitó.

Vemos a los descendien­tes de libaneses pronto pasar del comercio a la industria, de la industria al sector financie­ro. Influyeron en el desarrollo de la industria cinematográ­fica al convertirse en pro­ductores, directores, actores, cantantes. Tienen también una gran presencia en la polí­tica: gobernadores, presiden­tes municipales, diputados, senadores. Y, por primera vez en un estudio, se le da su di­mensión a esto”, añade.

Esta comunidad, que se di­seminó por Mérida, Veracruz, Puebla, Nuevo León, Jalisco, Guadalajara, Monterrey, To­rreón y Chiapas, ha llegado ya a una tercera y cuarta genera­ción de descendientes, con­viviendo en el presente desde empresarios como Carlos Slim y Alfredo Harp Helú has­ta creadores como el poeta Jaime Sabines, el dramaturgo Héctor Azar o la escritora Bár­bara Jacobs.

Llegaron a México luego de sortear varias vicisitudes que les hicieron abandonar sus tierras e ir a lugares ale­jados. Los traslados comen­zaron a finales del siglo XIX, cuando la dificultad para via­jar era extrema. Pero, a pe­sar de todo, se adaptaron con mucha facilidad, se involucra­ron en el proceso de desarro­llo e industrialización del país.

Me parece importante, por ejemplo, que tengamos libaneses que participaron en la Revolución mexicana. Yo sigo a una familia, en la que 12 integrantes del mismo po­blado se vinieron a México al mismo tiempo y lograron una adecuación muy fuerte. Los seguí a lo largo de su vida en México”, detalla.

El Premio Nacional de Ciencias y Artes cuenta que visitó Líbano por primera vez cuando tenía 20 años. “Formo parte de la segunda genera­ción que regresó y que pudo conocer la casa familiar y el entorno en el que se movie­ron los abuelos”.

El doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París, Francia, considera que éste es el libro “más completo y complejo” que ha dedicado a los libane­ses, “porque está basado en una profunda investigación, todo está documentado y son fuentes que no se conocían, hay fotografías y documentos familiares”.

Admite que no exis­te un censo que determine el número de descendien­tes libaneses que viven hoy en México. “Algunos dicen que 600 mil, pero seguire­mos imaginando que suman un millón. Lo único que me arriesgo a decir es que su pre­sencia es muy fuerte y lo im­portante es el impacto que ha tenido esta comunidad”.

Adelanta que su próximo libro será sobre la situación actual de Líbano.

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