‘La corrección política a veces es necesaria’: Juan Villoro
El escritor habla sobre la reedición de Materia dispuesta, una novela de aprendizaje e iniciación, en donde el autor suprimió dos escenas

Algunas veces la corrección política es necesaria, afirma Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), quien publica la reedición de Materia dispuesta (Almadía, 2023), una novela de aprendizaje e iniciación que protagoniza Mauricio Guardiola y donde el autor suprime un par de escenas que, en su apreciación actual,
normalizan el abuso infantil.
Todos hemos aprendido en estos años que hay cosas que normalizábamos (antes) y que decíamos con mucha tranquilidad. Por ejemplo, en una novela dije que una persona era mongol y hoy en día la expresión adecuada es persona con Síndrome de Down, porque no tienes por qué asociar una discapacidad con una cultura”, admite en entrevista con Excélsior.
Sin embargo, el autor de El testigo, asegura que tampoco se trata de censurar y de restringir todos los pasajes y personajes escabrosos, sino de sostener una relación de respeto con los otros.
Materia dispuesta fue publicada originalmente en 1996 y Villoro acepta que el ejercicio de la relectura fue un desafío. “Te puedes decepcionar fácilmente de lo que hiciste o, por el contrario, puedes encontrar méritos que ya no tienes, y entonces ves tu pasado literario con mayor energía y con búsquedas que eres incapaz de emprender”, considera.
Y en ese movimiento el autor identificó dos escenas explícitas y vacías que no aportaban nada al relato y que normalizaban conductas graves, como el abuso infantil, como como cuando Mauricio Guardiola observa una escena explícita entre el vulcanizador y su amigo Pancho.
El protagonista tiene una sexualidad difusa y, de manera inocente, se acerca a una atracción por hombres y mujeres sin saber muy bien cómo conducirse. Freud definió al niño como un perverso polimorfo, lo cual podría parecer una descripción negativa, pero en realidad refiere esa sexualidad
difusa que explora distintas maneras de obtener recompensas o hedonismo.
Entonces yo quería conservar eso, porque me parece importante en la novela, pero había un par de escenas muy gráficas que podrían interpretarse como que normalizaban el abuso infantil y ahí sí creo que debía ser suficientemente responsable para no describir las cosas de esa manera sin sancionarlas y sin cuestionarlas lo suficiente”, asevera.
TE RECOMENDAMOS: ‘Ya no es posible tener ilusiones’: Juan Villoro
Así que el autor dejó la ambigüedad sexual en la novela, “pero no normalizar una situación que, desde la perspectiva de un adulto puede verse como normalizar el abuso sexual de niños. Entonces, si el protagonista no aprendió lo suficiente, el escritor sí tiene que aprender de su propio libro y arrepentirse un poco de eso que no le da mucho a la novela, porque quizá me quise ver falsamente atrevido”, admite.
¿Ha realizado antes este tipo de correcciones en su obra?, se le pregunta a Villoro. “Lo he hecho en varias ocasiones. En mi monólogo Conferencia sobre la lluvia, describíamos a la mujer que le gusta al Quijote como una puta, pero en realidad es una aldeana que puede ser vista como una mujer coqueta, que seduce al caballero de la triste figura. Esa observación se la hicieron al actor Arturo Beristain, en Bolivia, y me pareció correcto que lo cambiáramos y dejarla como ‘una aldeana’”.
Y en Materia dispuesta había otra escena en la que se jugaba sexualmente en colectivo, tocando los penes de los personajes, y eso también me pareció innecesario y exagerado”, apunta.
¿La corrección política nos hace una mejor sociedad? “Depende de equilibrios y de hasta dónde modifiquemos la realidad sin distorsionarla. Recientemente escribí un artículo sobre los cambios hechos a las novelas de Roald Dahl, un escritor maravilloso, que tiene personajes escabrosos, pero la corrección política ha propiciado cambios verdaderamente absurdos.
Creo que los personajes deben tener derecho a ser escabrosos e, incluso, aberrantes. Una de mis novelas favoritas es Lolita, de (Vladimir) Nabokov, que es la historia de un pederasta, pero el autor lo presenta como un perturbado y en ningún momento lo muestra como un héroe que deba ser emulado; es alguien que, incluso, está en la cárcel por los crímenes que cometió, así que entendemos la parte humana del criminal y el límite está justamente ahí.
Si tú estás describiendo un personaje y tienes la capacidad de distanciarte de él y de sancionarlo como alguien que está diciendo algo negativo, entonces él puede dar rienda suelta a todas sus aberraciones. Pero si tu personaje, por descuido o por error, se refiere negativamente a un sector social, yo creo que vale la pena que asumas la responsabilidad como autor y te preguntes por qué desprestigiar así a un personaje y actuar con más respeto respecto”, concluye.
cva
EL EDITOR RECOMIENDA



