'Mi tierra es algo hermoso y complejo': László Krasznahorkai

El escritor húngaro László Krasznahorkai reflexiona sobre su país, su proceso creativo, la condición humana que aborda en su obra y el apocalipsis que se vive hoy en día

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Foto: Cortesía Feria Internacional del Libro de Guadalajara

Hungría no es un país. Es una clínica de psicoterapia. Los médicos han abandonado esta clínica. La gente de la salud mental está jugando. Realmente es muy poco saludable volver”, afirma tajante el escritor y guionista húngaro László Krasznahorkai (1954).

Sin embargo, el ganador del Premio Formentor de las Letras 2024, quien ha vivido en Francia, España, Estados Unidos, Italia, Grecia, Inglaterra, China y Japón, siempre regresa a su patria, al idioma materno, confiesa en entrevista.

No vuelvo con placer. No regreso porque Hungría sea un país maravilloso ni porque quiera tanto a mi patria. Vuelvo porque es mi tierra. Es algo convencional, pero es lo correcto. No quería volver a Hungría, sino a la lengua húngara”, aclara.

Mi tierra es algo hermoso y complejo. Me anima no sólo la tierra, sino todos mis significados. No sólo mi pasado, sino también mis antepasados. Pasado e historia. La historia es más importante que la tierra”, añade.

Crítico e inconforme, dice que “quería escribir el libro perfecto, pero todos mis libros son fiascos. No estoy absolutamente satisfecho con ellos. En mis mejores días, cuando encuentro personas que quieren ser lectores, les sugiero siempre que por favor no lean mis libros. Y no es una broma, porque quería escribir sólo un libro, que fuera único. Y ese fue Tango satánico (1985)”.

En cuanto a su proceso creativo, el novelista destaca que no trabaja como un escritor. “En realidad no soy un escritor. Soy un artista que ahora crea novelas, cuentos. Y no trabajo en mi escritorio, con un ordenador o algo así, sino en mi cabeza, como un viejo poeta.

Y, cuando estoy listo, cuando tengo unas 15 o 20 páginas en mi cabeza, siempre repetidas y correctas, entonces voy a mi escritorio y escribo en el ordenador. Pero todo sucede en mi cerebro, porque mi memoria es un poco extraña”.

Para el autor de La melancolía de la resistencia (1989), “ser escritor es una categoría social; y yo estoy fuera de las categorías sociales. Toda mi vida he estado fuera. Soy un artista, un espíritu libre”.

Detalla que el gran tema que atraviesa su obra es la condición humana. “No depende de una época concreta. Creo que el ser humano no puede cambiar en la historia. Lo básico es siempre lo mismo. La gente del Imperio Romano, por ejemplo, es muy similar a nosotros. Es por eso que, para mí, sólo existen preguntas globales sobre la condición humana”.

El autor de obras que se han convertido en largometrajes del director de cine húngaro Béla Tarr, confiesa que sin la ironía no podía vivir ni escribir. “Sin ironía no puedo soportar esta vida. Y, por supuesto, también mis personajes. Es también una fuente de mi distancia. Estoy lleno de simpatía por mis personajes; pero veo quiénes son. Puedo sostenerme con ironía”.

Krasznahorkai conserva una mirada crítica sobre la sociedad. “La gente cree que el apocalipsis llegará en el futuro. Pero es un error creer en ello, porque vivir en sociedad, en la naturaleza, es una catástrofe permanente. Las personas piensan que debemos temer un apocalipsis. Esto no tiene ningún sentido, porque ahora vivimos en un apocalipsis”.

Krasznahorkai se refiere a los totalitarismos que están resurgiendo en las sociedades modernas. “Van y vienen. Van y vienen. Siempre ha sido así en la historia de la humanidad. Lo nuevo es esta estupidez general en el mundo.

Y hay dos razones que pueden explicar esta estupidez general. No soy un romántico y no soy un viejo que te dice que los tiempos antiguos eran hermosos. No, los viejos tiempos eran absolutamente iguales a nuestra vida actual”, indica.

Por eso, concluye, “no creo en el progreso. No creo en el progreso ni en la posibilidad de la condición humana. En realidad, no creo en nada. Pero puedo vivir sólo con las palabras juntas. Sin palabras, no tengo palabras”.

El escritor, quien aparece de manera constante en la lista del Nobel de Literatura, presentó en la 38 FIL Guadalajara el libro El barón Wenckheim vuelve a casa, cuya primera edición salió en 2016, pero acaba de ser publicada por el sello Acantilado en español, traducida por Adan Kovacsics.

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